El feminismo hoy parece encontrarse como discusión en la academia, en grupos de mujeres que pelean en movimientos autónomos y otras, con los gobiernos, creen encontrar la posibilidad de reformas para solucionar los problemas de las mujeres. Pero dónde quedó el feminismo de los 70?. Fe derrotado por la dictadura, siendo cooptado por los gobiernos neoliberales. El feminismo de hoy, de carácter autonomista, no tiene una política clara, actuando sin un claro rumbo. Tenemos una mujer presidenta en nuestro país, algo que es mirado desde el mundo, como un ejemplo. Pero Bachelet acaso ¿Representa a las mujeres? Decimos que no. Ni siquiera a unas pocas. A la mujer no. Porque Bachelet es una mujer de un partido político patronal, que defiende los intereses de los empresarios y si destina recursos para reformas sociales, lo hace para poder gobernar, no porque le interesa hacer lago por los pobres, desposeídos y los oprimidos como las mujeres. Bachelet representa a las mujeres y hombres empresarios, pero no vela por los intereses e la mujer como sexo oprimido, por la mejora de sus condiciones. Es un rol de hacerse la amiga del pueblo, el que ella cumple. Hay grupos feministas que por la vía de las instituciones, creen poder conseguir algo a su favor, pero el Parlamento está lleno de políticos patronales, que nada votarán a nuestro favor.
Por otra parte, los grupos autonomistas, que no dan lucha política al gobierno, se olvidan que no son las únicas que luchan por mejores situaciones, no son las únicas que son explotadas y oprimidas. Y su estrategia, en vez e disputar el poder, se subordina por la vía de el paralelismo, confiando a la larga, en que las reformas saldrán de iniciativa del gobierno. Por otra parte, las mujeres solas, que somos un género oprimido interclasista, es decir, somos todas oprimidas, pero no todas explotadas ni pobres, no podemos cambiar solas este sistema. Un claro ejemplo lo vemos en lo que sucede con el aborto, que siendo ilegal, sucede en número de 160.000 al año en Chile, que deja a mujeres pobres y trabajadoras con complicaciones y condenadas a la insalubridad por no poder pagar lo que otras consiguen en clínicas privadas, sin ser siquiera cuestionadas. Entonces, a pesar de que ninguna es dueña de su propio cuerpo, la ley no recae sobre las mujeres ricas y acomodadas, mientras otras van presas por esta razón.
Las mujeres pobres y trabajadoras viven día a día los pesares del trabajo doméstico, la explotación en la empresa y por si fuera poco, la discriminación de recibir un salario de un 30% menos, por el mismo trabajo que realice un hombre. Las mujeres pobres y trabajadoras viven las consecuencias angustiantes, terribles, de las complicaciones por un aborto que tienen que hacerse porque no hay opción. Todas sufrimos la violencia que se ejerce sobre nosotras, de distinto tipo, nos muestran como objetos, nos discriminan, nos pagan menos, no somos dueñas de nuestros propios cuerpos y tenemos que seguir el patrón de vida. Incluso muchas mujeres son golpeadas y hasta muertas. ¿Pero porqué se permite esto? ¿Qué permite que esto suceda?
Un sistema basado en la explotación de la mayoría por la minoría capitalista lo legitima. Así mismo, se legitima que peleemos contra este sistema que perpetúa nuestra opresión y subordinación, sólo por ser mujeres. Nuestro trabajo y rol en la sociedad es servil al sistema que sustentan los empresarios y ricos. No podemos elegir si tener un hijo o no, porque no nos pertenece nuestro cuerpo, sino que otros, la iglesia, los ricos, las autoridades, eligen por nosotras.
¿Por tanto, se puede acabar con nuestra opresión como mujeres, como género oprimido en este sistema económico?
No, porque el capitalismo ordena la sociedad de tal modo que somete a unos a explotarse para vivir, a no ser dueños de los medios de producción. Mientras las mujeres somos el género que debe hacer el trabajo social gratuito, que debe ser la base de la familia, base e la sociedad. Mientras otros poseen los medios de producción y acumulan y acrecientan sus riquezas, pagan por el servicio doméstico incluso. Pero la clase patronal también tiene mujeres, aunque sean oprimidas, como Bachelet, defienden y se benefician de este sistema. Las mujeres somos todas oprimidas por ser mujeres. Pero la clase nos divide a la hora de sufrir la explotación y la precariedad de la vida.
No será con sólo conciencia que logremos acabar con la opresión de género. No será sólo con reformas que alivien en algo nuestras vidas. Sino, que debemos luchar por reformas y cambios que obtengamos de nuestra propia organización y lucha. Tampoco podemos cambiar solas este sistema, porque se basa en la explotación de la clase que puede cambiarlo, la clase trabajadora, que en alianza con los oprimidos, puede, por su lugar estratégico en la sociedad y en la economía, acabar con el estado burgués democrático, para establecer un estado socialista democrático, sin explotación ni opresión de ningún tipo. Este mismo sistema legitima una lucha así, por acabar con las condiciones a las que somos sometidas los pobres, los trabajadores, los oprimidos, las mujeres.
Este es el feminismo marxista militante que levantamos desde Género y Clase (Clase contra Clase) y las feministas marxistas independientes, un feminismo que se disponga a acabar con las condiciones de opresión de la mujer hasta el final y con las condiciones de explotación de la sociedad capitalista.
Género y Clase, de Clase contra Clase y feministas marxistas independientes
¡Basta de la opresión y explotación de la sociedad capitalista:
Por un feminismo marxista!
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