Declaración en apoyo a Patricia Troncoso

Por el cumplimiento de las justas demandas de Patricia Troncoso:

Paro Nacional y Movilización

No al terrorismo de Estado localizado

1- Patricia Troncoso, lleva más de 100 días de huelga de hambre. Sus demandas inmediatas son el derecho a la salida los fines de semana para ella, Jaime Marileo y Juan Millalén, a partir de Marzo. Y reivindica demandas democráticas elementales como el fin de la aplicación de la Ley antiterrorista contra las luchas, el fin de la militarización de la zona, y la libertad de los prisioneros políticos.
2- Las respuestas del gobierno, la Concertación y la derecha, según se ha denunciado insistentemente, también por parte de una Comisión observadora de los Organismos de DDDHH y otras organizaciones incluyendo la CUT, y como es de público conocimiento han sido: el estado de sitio de hecho, retenes especiales para la protección de los empresarios forestales y la persecución del pueblo-nación mapuche, allanamientos sin órdenes judiciales, uso de armamento de guerra por Carabineros, libre circulación de comandos parapoliciales. Una violación sistemática de los DDHH. La aplicación del terrorismo de Estado localizada en la zona.

3- Las demandas de Patricia Troncoso son justas, y deben ser satisfechas en forma inmediata.

Para una solución más integral a las demandas del Pueblo- Nación Mapuche, es necesario luchar por el derecho a la autodeterminación.

Una solución íntegra y definitiva, sólo podrá comenzar a alcanzarse con una República de los Trabajadores basada en sus organismos de democracia directa.

4- La brutal respuesta del Estado ha empujado a acciones desesperadas –con métodos de enfrentamiento desigual, y llegando hasta la huelga de hambre, que afecta la propia vida. Lo que se necesita es unir las fuerzas de todos los explotados y oprimidos agrupándolas tras las fuerzas de la clase obrera. Es necesario un paro regional total e indefinido en la IX Región hasta la satisfacción de las demandas de Patricia Troncoso. La CUT local debe convocar a una reunión abierta de los trabajadores, con estudiantes, y el pueblo nación mapuche, para la paralización total de actividades, con movilización, y comisiones de autodefensa ante los ataques del terrorismo de Estado local. Debe ser el primer paso de un Paro Nacional con Movilización convocado por la CUT y un Comité de Huelga abierto a delegados de base de toda la clase obrera.

Por el cumplimiento de las justas demandas de Patricia Troncoso
Paro Nacional y Movilización

No al terrorismo de Estado localizado

Clase contra Clase

28 de enero de 2008

A 89 años del asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht

Por: PTS
Fuente: La Verdad Obrera


El pasado 13 de enero, una multitud de más de 70.000 personas cubrió de claveles rojos la tumba de Rosa Luxemburg en el cementerio de Berlín al cumplirse el 89 aniversario de su cobarde asesinato a manos de los cuerpos especiales del ejército bajo órdenes del gobierno de la Socialdemocracia alemana, tras la derrota del llamado “levantamiento espartaquista”, el último episodio de la revolución alemana de 1918.

El clima de agitación y descontento causado por los padecimientos de la Primera Guerra Mundial había llevado al establecimiento de un gobierno “parlamentario” en reemplazo del Kaiser Guillermo II, encabezado por su primo, el príncipe Max von Baden y con participación del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Pero las reformas llegaban muy tarde y los desastres militares llevaron a los soldados y obreros a la insurrección.

El 29 de octubre de 1918, los marineros de Kiel se negaron a obedecer las órdenes de sus superiores de enfrentar a la armada británica. A comienzos de noviembre se habían extendido los concejos de obreros y soldados a las principales ciudades de Alemania. Sin embargo, a diferencia de la revolución rusa de octubre de 1917 estos concejos bajo la dirección mayoritaria de la socialdemocracia y del Partido Socialdemócrata Independiente (USPD), no destruyeron el Estado burgués ni expropiaron a los capitalistas. El gobierno socialdemócrata decidió aplastar la revolución en curso y abrir el camino a la normalización burguesa por la vía de las elecciones. Para esto montó una provocación a comienzos de enero de 1919 a la que los obreros de Berlín respondieron con una semana de enfrentamientos, apoyados sólo por el recientemente fundado Partido Comunista Alemán (KPD) y aislados del resto del país. Para el 13 de enero los cuerpos especiales del ejército -Freikorps- ya habían derrotado el levantamiento de Berlín y lanzaron una persecución brutal contra los dirigentes del KPD y activistas obreros encarcelando y asesinando a miles.

El 15 de enero Rosa fue detenida en el Hotel Eden de Berlín y asesinada. Su cadáver fue arrojado a un canal. Poco antes las tropas de asalto habían matado a Karl Liebknecht. El entonces canciller (primer ministro) socialdemócrata Ebert se transformaría un mes después en el primer presidente de la República de Weimar, fundada sobre la sangrienta derrota de la revolución de 1918-19.

Reproducimos a continuación el último artículo de Rosa Luxemburg, escrito el día anterior a su muerte, en el que reflexiona sobre el significado histórico de la derrota del levantamiento de Berlín y su relación con la revolución socialista internacional.


El orden reina en Berlín

Rosa Luxemburg (14 de enero de 1919)

El orden reina en Varsovia”, anunció el ministro Sebastiani a la Cámara de París en 1831 cuando, después de haber lanzado su terrible asalto sobre el barrio de Praga, la soldadesca de Paskievitch había entrado en la capital polaca para dar comienzo a su trabajo de verdugos contra los insurgentes.

“¡El orden reina en Berlín!”, proclama triunfante la prensa burguesa, proclaman Ebert y Noske [1], proclaman los oficiales de las “tropas victoriosas” a las que la chusma pequeñoburguesa de Berlín acoge en las calles agitando sus pañuelos y lanzando sus ¡hurras! La gloria y el honor de las armas alemanas se han salvado ante la historia mundial. Los lamentables vencidos de Flandes y de las Ardenas han restablecido su renombre con una brillante victoria sobre...los 300 “espartaquistas” del Vorwärts. Las gestas del primer y glorioso avance de las tropas alemanas sobre Bélgica, las gestas del general von Emmich, el vencedor de Lieja, palidecen ante las hazañas de Reinhardt y Cía., en las calles de Berlín. Parlamentarios que habían acudido a negociar la rendición del Vorwärts asesinados, destrozados a golpes de culata por la soldadesca gubernamental hasta el punto de que sus cadáveres eran completamente irreconocibles, prisioneros colgados de la pared y asesinados de tal forma que tenían el cráneo roto y la masa cerebral esparcida: ¿quién piensa ya a la vista de estas gloriosas hazañas en las vergonzosas derrotas ante franceses, ingleses y americanos? “Espartaco” [2] se llama el enemigo y Berlín el lugar donde nuestros oficiales entienden que han de vencer. Noske, el “obrero”, se llama el general que sabe organizar victorias allí donde Ludendorff ha fracasado.

¿Cómo no pensar aquí en la borrachera de victoria de la jauría que impuso el “orden” en París, en la bacanal de la burguesía sobre los cadáveres de los luchadores de la Comuna? ¡Esa misma burguesía que acaba de capitular vergonzosamente ante los prusianos y de abandonar la capital del país al enemigo exterior para poner pies en polvorosa como el último de los cobardes! Pero frente a los proletarios de París, hambrientos y mal armados, contra sus mujeres e hijos indefensos, ¡cómo volvía a florecer el coraje viril de los hijitos de la burguesía, de la “juventud dorada”, de los oficiales! ¡Cómo se desató la bravura de esos hijos de Marte humillados poco antes ante el enemigo exterior ahora que se trataba de ser bestialmente crueles con indefensos, con prisioneros, con caídos!

“¡El orden reina en Varsovia!”, “¡El orden reina en París!”, “¡El orden reina en Berlín!”, esto es lo que proclaman los guardianes del “orden” cada medio siglo de un centro a otro de la lucha histórico-mundial. Y esos eufóricos “vencedores” no se percatan de que un “orden” que periódicamente ha de ser mantenido con esas carnicerías sangrientas marcha ineluctablemente hacia su fin. ¿Qué ha sido esta última “Semana de Espartaco” en Berlín, qué ha traído consigo, qué enseñanzas nos aporta? Aun en medio de la lucha, en medio del clamor de victoria de la contrarrevolución han de hacer los proletarios revolucionarios el balance de lo acontecido, han de medir los acontecimientos y sus resultados según la gran medida de la historia. La revolución no tiene tiempo que perder, la revolución sigue avanzando hacia sus grandes metas aun por encima de las tumbas abiertas, por encima de las “victorias” y de las “derrotas”. La primera tarea de los combatientes por el socialismo internacional es seguir con lucidez sus líneas de fuerza, sus caminos. ¿Podía esperarse una victoria definitiva del proletariado revolucionario en el presente enfrentamiento, podía esperarse la caída de los Ebert-Scheidemann y la instauración de la dictadura socialista? Desde luego que no si se toman en consideración la totalidad de los elementos que deciden sobre la cuestión. La herida abierta de la causa revolucionaria en el momento actual, la inmadurez política de la masa de los soldados, que todavía se dejan manipular por sus oficiales con fines antipopulares y contrarrevolucionarios, es ya una prueba de que en el presente choque no era posible esperar una victoria duradera de la revolución. Por otra parte, esta inmadurez del elemento militar no es sino un síntoma de la inmadurez general de la revolución alemana.

El campo, que es de donde procede un gran porcentaje de la masa de soldados, sigue sin estar apenas tocado por la revolución. Berlín sigue estando hasta ahora prácticamente aislado del resto del país. Es cierto que en provincias los centros revolucionarios -Renania, la costa norte, Braunschweig, Sajonia, Württemberg- están con cuerpo y alma al lado de los proletarios de Berlín. Pero lo que sobre todo falta es coordinación en la marcha hacia adelante, la acción común directa que le daría una eficacia incomparablemente superior a la ofensiva y a la rapidez de movilización de la clase obrera berlinesa. Por otra parte, las luchas económicas, la verdadera fuerza volcánica que impulsa hacia adelante la lucha de clases revolucionaria, están todavía -lo que no deja de tener profundas relaciones con las insuficiencias políticas de la revolución apuntadas- en su estadio inicial.

De todo esto se desprende que en este momento era imposible pensar en una victoria duradera y definitiva. ¿Ha sido por ello un “error” la lucha de la última semana? Sí, si se hubiera tratado meramente de una “ofensiva “ intencionada, de lo que se llama un “putsch”. Sin embargo, ¿cuál fue el punto de partida de la última semana de lucha? Al igual que en todos los casos anteriores, al igual que el 6 de diciembre y el 24 de diciembre: ¡una brutal provocación del gobierno! Igual que el baño de sangre a que fueron sometidos manifestantes indefensos de la Chausseestrasse e igual que la carnicería de los marineros, en esta ocasión el asalto a la jefatura de policía de Berlín fue la causa de todos los acontecimientos posteriores. La revolución no opera como le viene en gana, no marcha en campo abierto, según un plan inteligentemente concebido por los “estrategas”. Sus enemigos también tienen la iniciativa, sí, y la emplean por regla general más que la misma revolución. Ante el hecho de la descarada provocación por parte de los Ebert-Scheidemann, la clase obrera revolucionaria se vio obligada a recurrir a las armas. Para la revolución era una cuestión de honor dar inmediatamente la más enérgica respuesta al ataque, so pena de que la contrarrevolución se creciese con su nuevo paso adelante y de que las filas revolucionarias del proletariado y el crédito moral de la revolución alemana en la Internacional sufriesen grandes pérdidas.

Por lo demás, la inmediata resistencia que opusieron las masas berlinesas fue tan espontánea y llena de una energía tan evidente que la victoria moral estuvo desde el primer momento de parte de la “calle”.

Pero hay una ley vital interna de la revolución que dice que nunca hay que pararse, sumirse en la inacción, en la pasividad después de haber dado un primer paso adelante. La mejor defensa es el ataque. Esta regla elemental de toda lucha rige sobre todos los pasos de la revolución. Era evidente -y haberlo comprendido así testimonia el sano instinto, la fuerza interior siempre dispuesta del proletariado berlinés- que no podía darse por satisfecho con reponer a Eichhorn en su puesto. Espontáneamente se lanzó a la ocupación de otros centros de poder de la contrarrevolución: la prensa burguesa, las agencias oficiosas de prensa, el Vorwärts. Todas estas medidas surgieron entre las masas a partir del convencimiento de que la contrarrevolución, por su parte, no se iba a conformar con la derrota sufrida, sino que iba a buscar una prueba de fuerza general.

Aquí también nos encontramos ante una de las grandes leyes históricas de la revolución frente a la que se estrellan todas las habilidades y sabidurías de los pequeños “revolucionarios” al estilo de los del USP, que en cada lucha sólo se afanan en buscar una cosa, pretextos para la retirada. Una vez que el problema fundamental de una revolución ha sido planteado con total claridad -y ese problema es en esta revolución el derrocamiento del gobierno Ebert-Scheidemann, en tanto que primer obstáculo para la victoria del socialismo- entonces ese problema no deja de aparecer una y otra vez en toda su actualidad y con la fatalidad de una ley natural; todo episodio aislado de la lucha hace aparecer el problema con todas sus dimensiones por poco preparada que esté la revolución para darle solución, por poco madura que sea todavía la situación. “¡Abajo Ebert-Scheidemann!”, es la consigna que aparece inevitablemente a cada crisis revolucionaria en tanto que única fórmula que agota todos los conflictos parciales y que, por su lógica interna, se quiera o no, empuja todo episodio de lucha a su más extremas consecuencias.

De esta contradicción entre el carácter extremo de las tareas a realizar y la inmadurez de las condiciones previas para su solución en la fase inicial del desarrollo revolucionario resulta que cada lucha se salda formalmente con una derrota. ¡Pero la revolución es la única forma de “guerra” -también es ésta una ley muy peculiar de ella- en la que la victoria final sólo puede ser preparada a través de una serie de “derrotas”!

¿Qué nos enseña toda la historia de las revoluciones modernas y del socialismo? La primera llamarada de la lucha de clases en Europa, el levantamiento de los tejedores de seda de Lyon en 1831, acabó con una severa derrota. El movimiento cartista en Inglaterra también acabó con una derrota. La insurrección del proletariado de París, en los días de junio de 1848, finalizó con una derrota asoladora. La Comuna de París se cerró con una terrible derrota. Todo el camino que conduce al socialismo -si se consideran las luchas revolucionarias- está sembrado de grandes derrotas.

Y, sin embargo, ¡ese mismo camino conduce, paso a paso, ineluctablemente, a la victoria final! ¡Dónde estaríamos nosotros hoy sin esas “derrotas”, de las que hemos sacado conocimiento, fuerza, idealismo! Hoy, que hemos llegado extraordinariamente cerca de la batalla final de la lucha de clases del proletariado, nos apoyamos directamente en esas derrotas y no podemos renunciar ni a una sola de ellas, todas forman parte de nuestra fuerza y nuestra claridad en cuanto a las metas a alcanzar.

Las luchas revolucionarias son justo lo opuesto a las luchas parlamentarias. En Alemania hemos tenido, a lo largo de cuatro decenios, sonoras “victorias” parlamentarias, íbamos precisamente de victoria en victoria. Y el resultado de todo ello fue, cuando llegó el día de la gran prueba histórica, cuando llegó el 4 de agosto de 1914, una aniquiladora derrota política y moral, un naufragio inaudito, una bancarrota sin precedentes. Las revoluciones, por el contrario, no nos han aportado hasta ahora sino graves derrotas, pero esas derrotas inevitables han ido acumulando una tras otra la necesaria garantía de que alcanzaremos la victoria final en el futuro.

¡Pero con una condición! Es necesario indagar en qué condiciones se han producido en cada caso las derrotas. La derrota, ¿ha sobrevenido porque la energía combativa de las masas se ha estrellado contra las barreras de unas condiciones históricas inmaduras o se ha debido a la tibieza, a la indecisión, a la debilidad interna que ha acabado paralizando la acción revolucionaria?

Ejemplos clásicos de ambas posibilidades son, respectivamente, la revolución de febrero en Francia y la revolución de marzo alemana. La heroica acción del proletariado de París en 1848 ha sido fuente viva de energía de clase para todo el proletariado internacional. Por el contrario las miserias de la revolución de marzo en Alemania han entorpecido la marcha de todo el moderno desarrollo alemán igual que una bola de hierro atada a los pies. Han ejercido su influencia a lo largo de toda la particular historia de la Socialdemocracia oficial alemana llegando incluso a repercutir en los más recientes acontecimientos de la revolución alemana, incluso en la dramática crisis que acabamos de vivir.

¿Qué podemos decir de la derrota sufrida en esta llamada Semana de Espartaco a la luz de las cuestiones históricas aludidas más arriba? ¿Ha sido una derrota causada por el ímpetu de la energía revolucionaria chocando contra la inmadurez de la situación o se ha debido a las debilidades e indecisiones de nuestra acción?

¡Las dos cosas a la vez! El carácter doble de esta crisis, la contradicción entre la intervención ofensiva, llena de fuerza, decidida, de las masa berlinesas y la indecisión, las vacilaciones, la timidez de la dirección ha sido uno de los datos peculiares del más reciente episodio. La dirección ha fracasado. Pero la dirección puede y debe ser creada de nuevo por las masas y a partir de las masas. Las masas son lo decisivo, ellas son la roca sobre la que se basa la victoria final de la revolución. Las masas han estado a la altura, ellas han hecho de esta “derrota” una pieza más de esa serie de derrotas históricas que constituyen el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y por eso, del tronco de esta “derrota” florecerá la victoria futura.

“¡El orden reina en Berlín!”, ¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena. La revolución, mañana ya “se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto” y proclamará, para terror vuestro, entre sonido de trompetas: ¡Fui, soy y seré!


Rosa Luxemburg

(Polonia, 1871/Alemania, 1919)

Comenzó su actividad política muy joven en el partido Proletariat, más tarde Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia (SDKPL). Tuvo que abandonar Polonia por la persecución policial. Emigró primero a Zurich, Suiza, y luego a Alemania, donde se unió en 1898 al Partido Socialdemócrata (SPD). Enfrentó en E. Bernstein y su tesis de la evolución pacífica hacia el socialismo con su famoso folleto “¿Reforma o revolución?”. Luego de la revolución rusa de 1905 sostuvo una dura polémica con K.Kaustky sobre el rol de las masas en la revolución y la necesidad de tener una orientación revolucionaria.

En 1914 tras el apoyo del SPD a la Primera Guerra Mundial fundó la Liga Espartaco junto con Karl Liebknecht -el único diputado socialdemócrata que se opuso a los créditos de guerra- Clara Zetkin y Franz Mehring. Al igual que Liebknecht fue encarcelada por su actividad contra la guerra y liberada por la revolución de noviembre de 1918. El 1 de enero de 1919 participó de la fundación del Partido Comunista Alemán (KPD). A pesar de que no consideraba oportuno el levantamiento armado de los obreros de Berlín, el KPD acompañó esa experiencia que terminó ahogada en sangre y le costó la vida a Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht.

Sostuvo una discusión con Lenin con quien mantenía diferencias sobre la política hacia la cuestión nacional y sobre la relación entre el partido revolucionario y la actividad espontánea del movimiento de masas. En 1917 criticó también la política de los bolcheviques hacia la Asamblea Constituyente. Pero contra toda la socialdemocracia y los dirigentes históricos como Kautsky, fue una defensora acérrima de la revolución de octubre y de la dictadura del proletariado.

Años después, muchos escépticos pretendieron usar su nombre para justificar un supuesto “espontaneísmo” en detrimento de la necesidad de un partido revolucionario o para denigrar la revolución rusa. Una escandalosa falsificación de esta revolucionaria que dedicó su vida a la construcción de un partido obrero revolucionario e internacionalista y a la lucha por el socialismo.

Fue además una destacada economista marxista.


[1] Friedrich Ebert, dirigente de la Partido Socialdemócrata alemán, fue nombrado canciller (primer ministro) del gobierno provisional por el príncipe Max von Baden tras la abdicación del Kaiser Guillermo II. Junto con Philipp Scheidemann dirigía la fracción mayoritaria del partido que apoyó hasta el final la participación alemana en la Primera Guerra Mundial. El gobierno provisional estaba integrado exclusivamente por el SPD y el USPD (el Partido Socialdemócrata Independiente, fundado por K. Kautsky en 1917) en un intento por derrotar la revolución que se había desatado tras el fin de la Primera Guerra Mundial en noviembre de 1918. Gustav Noske era otro socialdemócrata que ocupaba el cargo de ministro de defensa y fue quien dirigió la represión de la revolución y el levantamiento de enero de 1919.

[2] La Liga Espartaco fue fundada por Luxemburg y Liebknecht junto a otros dirigentes luego de que el SPD votara en agosto de 1914 los créditos de guerra. Posteriormente fue el ala izquierda del centrista Partido Socialdemócrata Independiente (USPD) fundado por K. Kautsky quien luego de apoyar la participación alemana en la Primera Guerra Mundial pasó a la oposición, al igual que E.Bernstein. Con el ingreso al gobierno socialdemócrata del USPD durante la revolución de 1918 la Liga Espartaco rompe y funda, junto con otros grupos socialistas menores, el Partido Comunista Alemán, el KPD afiliado a la III Internacional, el 1 de enero de 1919.

Reforma previsional llega para cambiar vida de jefas de hogar

Sólo con las pensiones solidarias, iniciativa beneficiará a más de 1,3 millones al 2012

Por José Carlos Prado / La Nación.

Se puede hablar de un antes y un después. Ayer se aprobó uno de los proyectos clave del Gobierno, el cual dará una pensión básica de $60 mil a pagar desde julio y más cobertura a mujeres, jóvenes e independientes.

Tras casi un año de tramitación en el Congreso -incluido el trabajo de la Comisión Marcel, muy al estilo de la Presidenta Michelle Bachelet- ayer la Cámara de Diputados aprobó en forma unánime -por 107 votos a favor-, la totalidad de las modificaciones que el Senado había tramitado días antes al llamado proyecto "estrella" de la actual administración.

Y el apelativo calza perfecto, pues la próxima ley se focaliza en la creación de un sistema con pilar solidario con aportes del Estado. Éste dará una mayor cobertura a las mujeres, los jóvenes y a los trabajadores independientes. Además de mejorar las asignaciones de todos los chilenos, gracias a un incremento en las pensiones básicas.

A quienes actualmente no tienen derecho a pensión, la nueva ley dará una básica mínima de $ 60 mil a partir del 1 de julio de 2008, con un aumento a $ 75 mil a contar del 1 de julio de 2009. En tanto la pensión máxima que recibirá el aporte solidario se aumentó de $ 200 mil a $ 255 mil pesos y se adelantó el tiempo para su aplicación gradual, desde el 2017 al 2012.

Anoche, en cadena nacional, la Presidenta Michelle Bachelet dijo que "esto significa que una pareja de adultos mayores, por ejemplo, podrá tener un ingreso de $ 150 mil, de los $ 45 mil que hoy día reciben quienes tienen pensiones asistenciales. Al comienzo llegarán a las personas de menores ingresos para ir gradualmente incorporando a quienes integran las familias que pertenecen al 60% más pobre. En concreto, durante mi Gobierno beneficiaremos a más de 800 mil personas, cifra que llegará al millón 300 mil al 2012".

Mujeres y jóvenes

La reforma contempla además una bonificación por hijo nacido vivo, que entrega a las mujeres el equivalente a 10% de 18 meses de cotizaciones previsionales, deducidas sobre la base del salario mínimo. Dicho beneficio comienza a regir cuando se promulgue la ley para todas las mujeres que cumplan 65 años de edad. Esto significa que a mediados de año todas las madres recibirán un bono por cada uno de sus hijos, una vez que cumplan la edad antes mencionada. Asimismo, se incrementa el aporte a las cuentas de capitalización, producto de la separación por género del seguro de invalidez y sobrevivencia.

"El nuevo sistema beneficiará especialmente a las mujeres que han enfrentado mayor discriminación y recibido las pensiones más bajas", destacó Bachelet.

Habrá también un subsidio para los jóvenes que trabajen, el cual se hará efectivo con las 24 primeras cotizaciones efectivas, continuas o discontinuas, para quienes tengan entre 18 y 35 años, con ingresos inferiores a 1,5 veces el ingreso mínimo. Tendrá dos aportes: a la contratación, equivalente a 50% de la cotización de un ingreso mínimo, y un aporte directo a la cuenta de capitalización individual por un monto similar. La entrada en vigencia del subsidio a la contratación de trabajadores jóvenes será la fecha en que se cumplan seis meses desde la publicación de la ley. Por otro lado se crea una superintendencia de pensiones, la cual se encargará de la regulación del sistema y de los regímenes solidario, contributivo y voluntario.

No a la banca

Como se esperaba, el ingreso de la banca -a través de una indicación que permitiría la creación de una AFP estatal a través de BancoEstado- fue rechazada tal como ocurrió en el Senado. Sin embargo, el Gobierno, según el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, aseguró que en julio ingresarán un proyecto para crear una filial de BancoEstado, que participe en el sistema. La reforma permite la contratación de entidades para que presten servicios de administración de cuentas, entre otros. "Ahí donde BancoEstado puede estar presente ayudando a la competencia", dijo Velasco.

En esta línea, la Mandataria aseguró que se debe mejorar el lado privado del sistema. "Está bien premiar el esfuerzo y el ahorro individual y lo queremos fortalecer, no cambiar. Sin embargo, a la industria previsional le ha faltado competencia y ello ha significado cobros demasiado altos para los usuarios y ganancias elevadas para los dueños de las AFP. Esta reforma garantiza que las AFP tendrán que competir activamente, todos sabemos que los costos se reducirán para la gente, lo que se traducirá en mejores pensiones", dijo.

"Chilenas y chilenos, por primera vez en nuestra historia tenemos una reforma que beneficia a todos los sectores por igual, porque se preocupa de los pensionados y dueñas de casa", concluyó la Presidenta.

"Sin evaluación de impacto de género no se aprueba nada".

Opera igual que la evaluación de impacto ambiental a la hora de aprobar o desechar proyectos. La herramienta busca reducir la brecha de género.

Izaskun Moyua, directora del Instituto Vasco de la Mujer y el nuevo parámetro para políticas públicas


Por Antonio Valencia / La Nación


La lucha contra la desigualdad entre hombres y mujeres a través de políticas públicas avanza con pasos decisivos en la Comunidad Europea, y particularmente en Euskadi, País Vasco, donde un nuevo concepto, la evaluación de impacto de género cobra cuerpo a la hora de aprobar o rechazar normas, proyectos e incluso leyes para evitar que éstas generen o aumenten los desequilibrios económicos y sociales entre sexos.

"En Euskadi, sin evaluación de impacto de género (EIG) las normas no se aprueban", afirma taxativa Izaskun Moyua, directora del Instituto Vasco de la Mujer, Emakunde, al referirse a una herramienta legal que, en pocas palabras, opera de modo similar a las evaluaciones de impacto medioambiental, económico y social sobre las comunidades y su entorno que se utilizan en Chile y otros países.

"Dado el avance a nivel gubernamental en el proceso de transversalización de género estamos en condiciones de hacer las normas y las leyes con EIG, pero además con medidas correctoras para disminuir la brecha de desigualdad. No pasa una norma si no cumple esta característica y Emakunde se encarga de hacer esos informes. Eso ha sido un logro muy importante", acota Moyua, aludiendo a la ley que rige desde 2005 y que tiene su origen en la Conferencia Mundial de Pekín 1995 y el Tratado de Ámsterdam de 1997. El instituto vasco y Sernam acaban de suscribir un convenio de ayuda y cooperación.

¿Cómo opera en la práctica la evaluación de impacto de género? Moyua ejemplifica: "Si se va a hacer una ley o un programa de empleo es necesario establecer a quién va destinada esa ayuda, además de establecer qué es lo que se quiere corregir y el objetivo de igualdad entre mujeres y hombres tiene que estar especificado, presupuestado y medido claramente. Es decir, a cuántos hombres impacta, a cuántas mujeres", explica.

Pero no es todo. "Si va a haber un plan sobre trabajo de soldadura dirigido a 800 hombres, porque las mujeres no trabajan ahí, ese mismo plan debe establecer medidas correctoras para, además de favorecer a ese grupo de hombres, hacer una acción específica de discriminación positiva para que las mujeres puedan prepararse en este tipo de trabajos que, en definitiva, son los que tienen salida laboral, y para eso además se debe hacer un programa de sensibilización para que las mujeres se inscriban en un programa especial de formación para ser soldadoras", concluye la directora de Emakunde.

La situación de las mujeres el 2007, otro año en que Bachelet posa de "amiga del pueblo" y demuestra gobernar para los empresarios.

Editorial
El año 2007, las cosas no cambiaron mucho para las mujeres ni para los oprimidos y trabajadores. La presidenta Bachelet, su gobierno y la derecha, incluso han podido cerrar los procesos como la lucha secundaria del 2006 con un desvío y con acuerdos en que se avala el lucro de la educación, o la huelga de Codelco de los trabajadores contratistas del pasado año, que concluyó con una discusión en el Parlamento y la mesa de Equidad, donde la Concertación y la derecha terminaron resolviendo a favor de los empresarios las demandas de los trabajadores y derivando la discusión acerca de la ley de Subcontratación al sistema judicial, mientras se resuelve sobre las posturas de Codelco de internalizar a 1000 trabajadores o la de la CTC, de internalizar 5000 (Coordinadora de trabajadores Contratistas). Sin embargo los trabajadores contratistas lograron instalar, aunque en discusiones en las alturas, nacionalmente el problema del salario y la situación de vida de los trabajadores que denominamos la emergencia de una Cuestión Obrera, presente hoy en toda discusión a nivel nacional. Además de esto, la situación nacional se caracteriza por el desgaste de los partidos patronales y de la Concertación, no sólo de roces en las alturas de los partidos, sino que también las crisis políticas como la de la DC, lo que empieza a cambiar el escenario y la forma de hacer política que tienen los partidos del régimen, para seguir posando de "amigos del pueblo". Otros hechos que marcaron el año, es que fueron asesinados dos luchadores por sus derechos, Rodrigo Cisternas, trabajador forestal que luchaba por el aumento del miserable salario de 40.000 pesos, el cual fue asesinado en medio de una balacera en que Carabineros arremetió contra los trabajadores, y aunque la huelga fue triunfante, quedó impune el culpable, pues no se presentó culpables en el informe de la investigación. Ahora último, fue asesinado el estudiante universitario mapuche Matías Catrileo, también por manos de Carabineros, durante la lucha de los mapuches en una toma de terreno y como es de esperar, el gobierno dejará impune al culpable como ya se hizo con el asesino de Alex Lemun.
El movimiento de mujeres por su parte está generalmente desactivado. Aun persiste una confianza en el gobierno de Bachelet, ya que prometió que por ser mujer gobernaría para los oprimidos y mujeres, sin embargo, hemos visto en varias ocasiones, como en los hechos ya nombrados, que se demuestra lo que desde un principio hemos dicho en nuestras páginas, que gobernaría para los empresarios. Se ha demostrado ya con el acuerdo del lucro de la educación que mantiene los pilares de la LOCE, es decir, la educación de mercado heredada de la dictadura o con el abuso del Transantiago. El Consejo de Equidad también se montó sobre las demandas de los trabajadores, anteponiéndose la Iglesia, al llamar a un pacto social para prevenir que los trabajadores tomen sus demandas en sus manos, llevando la discusión al Parlamento preventivamente, allanando el camino para cerrar los procesos huelguísticos, y poder luego, pasar las políticas de precarización con leves reformas con las que no queda nadie conforme.
El gobierno se encargó de tomar la iniciativa respecto al problema del femicidio. Ante los dramáticos casos de mujeres asesinadas impunemente, no podía hacer vista gorda, por lo que tuvo que dar cuenta de la muerte de 62 mujeres asesinadas por sus parejas este 2007, por el hecho de ser mujeres. Cifra que no difiere mucho del año 2006 en que fueron asesinadas 70 mujeres. Es así como el Sernam, continuando la política del 2006, se puso a la cabeza de algunas consignas como "No más violencia contra la mujer" y tomó medidas como la creación de casas de acogida (levantada primero por organizaciones feministas), la tipificación de femicidio como figura legal, frente al funcionamiento de los tribunales de familia, entre otras reformas a las que se les dio urgencia en el Parlamento. Se le ha dado mayor énfasis al problema de la violencia contra la mujer, pero ya lo venían denunciando los grupos feministas. Sin embargo, este problema es inherente a la sociedad de clases, basada en la explotación de miles de trabajadores, la opresión de mujeres, la discriminación de mapuches e inmigrantes. Es por eso, que la solución no se trata de un simple cambio cultural como lo quieren pensar algunos, sino que además, de cuestionar y acabar con las raíces del sistema capitalista. Si bien la situación de la mujer ha cambiado a su favor, no podemos creer que sólo con cambios culturales se pueda acabar hasta el final con la violencia, la discriminación y el abuso contra la mujer. Porque ese cambio cultural, debe ir de la mano de un cuestionamiento de fondo del sistema capitalista y esta democracia para ricos, y debe ser un cambio realizado por las mujeres trabajadoras y pobres, cuestionando y enfrentando a la Concertación, a la derecha y la iglesia, para conquistar reformas que permitan avanzar en nuestras demandas y derechos.
Un estudio presentado por ComunidadMujer, Datavoz y la OIT, deja ver que por ejemplo en Santiago, las trabajadoras que tiene contrato laboral son el 64% del total de mujeres que trabajan, mientras los trabajadores contratados son el 80%. A la vez, el 72% de los trabajadores cotiza, mientras sólo el 55% de las trabajadoras lo hace. Esto muestra en cifras, la desigualdad de género que existe entre trabajadores y trabajadoras en términos laborales, pero para luchar por nuestros derechos y terminar con esta situación, debemos aliarnos con nuestros compañeros de clase. Aunque sea verdad lo que la misma presidenta de ComunidadMujer, Esperanza Cueto dice, al plantear que "los datos que hoy hemos entregado confirman la gran desigualdad de estas mujeres en relación a los hombres y, también, con las mujeres de mayores ingresos", sin embargo, ella propone que pongamos confianza en el Consejo de Equidad, donde sólo hay políticos patronales que deciden a favor de los empresarios, dando concesiones que prevengan que tomemos las luchas por nuestras manos.
Las mujeres pobres y trabajadoras sabemos que la situación de vida de las empresarias, adineradas e incluso profesionales es muy distinta a la que vivimos diariamente. Los sueldos de hambre para sostener una familia, el trabajo precario, la sobrecarga laboral en la casa y el trabajo, la brecha salarial, que llega al 30% respecto del salario de los trabajadores o incluso más. A esto se le suman los problemas que vivimos de doble jornada y las tareas que cargamos por el hecho de ser mujeres, como el trabajo doméstico y las miserias de la sociedad que se viven en los hogares, como el constante peligro de ser agredidas y abusadas. Esta situación como trabajadoras y pobres, no la viven las mujeres adineradas y de posición social privilegiada, a las que representa Bachelet y las mujeres políticas del Parlamento como las de la derecha UDI y RN, porque ellas están para gobernar y legislar a favor de los empresarios, no defienden nuestros derechos de mujeres ni de trabajadoras y posan de "amigas del pueblo" frente al pueblo pobre y trabajador, para poder seguir gobernando a favor de ellos. El problema del aborto es categórico, la derecha y la Iglesia han salido a defender supuestamente la vida, posicionándose no sólo contra el aborto, sino contra la "pastilla del día después" e incluso contra los métodos anticonceptivos usados por años por las mujeres pobres y trabajadoras, que no tienen una mejor opción, como el dispositivo intrauterino T. La Concertación por su parte, posa de izquierda, planteando la "pastilla del día después" como una política progresista, cuando no se encuentra prácticamente en ninguna farmacia y no evita los abortos y embarazos no deseados.
Mientras el aborto es ilegal, miles de abortos se producen al año, unos 160 mil, y esto ocurre porque no hay métodos anticonceptivos de calidad y gratuitos ni educación para las mujeres, mientras hay una serie de razones para no querer o no poder tener un hijo. Pero las mujeres pobres y trabajadoras, que no pueden pagar un aborto seguro como si pueden hacerlo las hijas de empresarios y las adineradas, porque no tienen como éstas últimas los medios económicos para hacerlo, tienen que recurrir a métodos clandestinos para abortar, de muy mala calidad y peligrosos, que deja horribles secuelas, mientras además, otras incluso son condenadas judicialmente o mueren por la infección. Frente a esto, la medida de la Concertación no soluciona la difícil situación de las mujeres que no pueden acceder a un sistema de calidad que les permita optar a anticonceptivos o el derecho a abortar con seguridad. Pues lo que hay es sólo la ilegalidad que privilegia a las que tienen el dinero para pagar estos derechos y terminan la Iglesia y los políticos patronales de la Concertación y la derecha, decidiendo sobre nuestros cuerpos y destinos, mientras quieren hacernos creer que defienden la vida.
En temas valóricos, hay un retroceso, apoyado en la coyuntura reaccionaria, lo cual ha sido aprovechado por la Iglesia y la derecha para hacer campañas contra el aborto. Hace unos meses, se realizó el Concierto contra el Aborto, organizado por "Mirada más Humana", dirigida por la UDI. Es así como unas 3000 personas asistieron a este concierto, en el que para sorpresa de muchos, tocaron bandas como "Inti- Illimani", que se supone que son de izquierda, grupo que después sin asco confirmó su postura anti aborto, una postura conservadora y machista. La Concertación no se opuso y es clara su oposición al aborto, pues ya lo ha dicho antes Bachelet, que las medidas de su gobierno no son abortivas, y sólo sirven para prevenir embarazos sin llegar a los abortos, pero estamos seguros que ni eso se ha logrado.
La marcha contra el femicidio fue como nunca, muy masiva. Marcharon cerca de 3000 a 5000 personas según informó la prensa. Pero aunque esto es positivo, si nos fijamos en la política con que las organizaciones convocaron, nos damos cuenta que el tono no es más que de confianza en Bachelet y por si fuera poco, tuvo rasgos pacifistas, como el hecho de cnvocar a asistir de blanco e incluso aliándose con sectores de la Iglesia. En la Red Chilena Contra la Violencia Doméstica y Sexual, parece caber todo el que se niegue o tenga un discurso contra la violencia, sin distinción de clase, y ni siquiera se discrimina entre organizaciones feministas y conservadoras. En la marcha podíamos ver monjas marchando junto a las feministas, cuando la iglesia es la principal institución patronal que defiende la moral machista, conservadora y el lugar subordinado de la mujer, que está contra el aborto y discrimina a las minorías sexuales. La misma que defiende el modelo neoliberal y capitalista, llamando a un pacto social, a reconciliar lo irreconciliable, los intereses de los trabajadores con los de los empresarios. Entonces cabe preguntarse con qué política actúan las organizaciones políticas feministas que convocan, entre ellas, Memoria Feminista y Feministas Autónomas, ya que la consigna de "¡Ni una mujer menos, ni una muerte más!" o "el machismo mata", no cuestiona nada más que el hecho de que exista violencia contra las mujeres y femicidio, denunciando el problema, pero sin dar una explicación de fondo y dotar de una estrategia que permita enfrentarlo hasta el final. Hay una política de confianza de estas organizaciones, en que sea el gobierno de Bachelet y sus instituciones los que den solución.
Desde clase contra clase y las feministas marxistas, creemos que no podemos acabar con la violencia contra las mujeres y el femicidio si no nos autoorganizamos con una política clasista, sin aliarnos ni confiar en sectores reaccionarios o progresistas de la Concertación y la derecha o cualquier partido patronal, porque defienden este sistema de explotación, miseria y opresión sobre el pueblo pobre y trabajador. Las mujeres estudiantes, mapuches y trabajadoras, debemos levantar una política que enfrente al gobierno, para exigir con movilización, junto a nuestros aliados de la clase trabajadora, reformas discutidas y elaboradas por nosotras mismas, que cuestionen de fondo la sociedad capitalista democrática para ricos, entendiendo que nuestra lucha no termina ahí, porque las raíces de la opresión de la mujer están en directa relación con este sistema que explota y oprime a millones en el mundo.
Las mujeres debemos confiar en nuestras propias fuerzas para cambiar nuestra situación, porque no se trata de apreciaciones subjetivas de la vida de cada una, sino que de situaciones que se repiten en lo fundamental para todas las mujeres y con mayor dureza al interior del pueblo pobre y trabajador. Es necesario que las mujeres luchemos por el derecho a anticonceptivos y aborto: gratuitos, libres y de calidad; posnatal y derechos para las mujeres madres; jardines infantiles gratuitos y de ingreso irrestricto, en los lugares de trabajo y estudio; contra la brecha salarial de 30%, por un salario movible igual a la canasta familiar, de $360.000, por igual trabajo, igual salarios y derechos. Hacemos un llamado a que en los sindicatos, organizaciones de trabajadores y organizaciones de estudiantes, se discutan estos problemas que aquejan a las mujeres, fortaleciendo la lucha de la mujer pobre y trabajadora para que comience a luchar por sus derechos. Este es el feminismo clasista, marxista y militante que levantamos desde clase contra clase y las feministas marxistas.

Porque el genero nos une, pero la clase nos divide:

¡A igual trabajo, iguales salarios y derechos!

¡Por el derecho a anticonceptivos y aborto: libres, gratuitos y de calidad!

¡Por jardines infantiles gratuitos!

¡Basta de violencia contra la mujer!

¡Basta de trabajo precario. No a la subcontratación. Trabajo estable para todos!

¡Por un salario mínimo movible de $360.000!

"La ley que prohíbe el aborto no es eficaz y es injusta"

Por Meribel González / Lanacion.cl


Aníbal Faúndez, obstetra y autor del libro "El drama del aborto: en busca de un consenso", afirma que " lo más adecuado es una ley más liberal, que permita el aborto bajo límites de edad gestacional, no mayor de 12 semanas. También, aplicable en caso de violaciones y cuando el feto tiene alguna condición incompatible con la vía intrauterina".

Sólo la palabra aborto genera controversia y resquemores. Por eso este médico obstetra y su fallecido colega, José Barzelatto, se decidieron a escribir el libro "El drama del aborto" (LOM), para que se entienda qué significa en términos humanos efectuarse una interrupción voluntaria del embarazo, y se aclare conceptualmente el debate, ya que según él se confunde habitualmente la despenalización del aborto con estar contra la vida.

El objetivo, precisa, apunta a lograr soluciones consensuadas entre las distintas ideologías. "Por la solución no está en una ley que lo prohíba", asegura. Pero tampoco

-El aborto es un tema de vieja data en nuestro país. Se habla de al menos 200 mil interrupciones de embarazos al año ¿qué debe hacerse para disminuir las tasas?

-La solución está en ampliar el acceso a la información y a los métodos anticonceptivos, disminuyendo la diferencia de poder entre géneros, donde las mujeres tengan la capacidad de controlar su vida sexual, sin aceptar las imposiciones del hombre. Es una tarea a largo plazo que va de la mano con la educación sexual responsable, en ciudadanía y con una ley menos restrictiva.

-A qué se refiere con ley menos restrictiva ¿a que el aborto sea legal?

-En Chile la ley no es eficaz y es injusta, mantenerla como está perjudica la salud y vida de muchas mujeres. Considero que lo más adecuado es una ley más liberal, que permita el aborto bajo límites de edad gestacional, no mayor de 12 semanas. También, aplicable en caso de violaciones y cuando el feto tiene alguna condición incompatible con la vía intrauterina. No tiene ningún sentido continuar con el embarazo si la mujer no tolera la idea de tener dentro de su vientre un feto que no va a vivir. Mantener el aborto ilegal, colocar en la cárcel a una mujer, no es la solución y sólo trae consecuencias negativas. Insisto, la solución no está en una ley que prohíba el aborto.

-Pero quienes se oponen a su propuesta plantean que a mayor libertad, mayor número de abortos...

-Eso es no conocer la realidad. Los países que registran las tasas más bajas de aborto en el mundo son Holanda, Alemania y Bélgica, donde el aborto está permitido, la diferencia de géneros es mínima y la educación y acceso a los métodos anticonceptivos son universales.

-Si es tan claro ¿a qué se debe la reticencia que hay en Chile para tratar el problema?

-Esta es una herencia de la dictadura de Pinochet, porque antes de ella la situación era muy diferente. Hay que empezar por discutir el problema en los medios de comunicación chilenos, cosa que en este momento no sucede y no hay ningún problema social que se solucione ignorándolo. Pero, se mueren miles de fetos al año por aborto, ¿eso no es un problema para nadie?

-¿Qué hacer para lograr una apertura al debate?

-En la medida que este país recupere la democracia- cosa que todavía no ocurre-, porque existe la dictadura del pensamiento hegemónico y eso produce que no se permita el aborto, las personas continuarán abortando y no se hará nada. En la medida que la gente pierda el miedo de pensar distinto, las cosas irán cambiando. No se puede seguir haciendo algo por debajo de la mesa y actuar como que no existe. Lo que se pretende con el libro, es contribuir a que eso cambie.

Feminismo y Marxismo: Más de 30 años de controversias.

Por Andrea D'Atri.


"Marxismo y feminismo son una sola cosa: marxismo". Heidi Hartmann y Amy Bridges

"Una revolución no es digna de llamarse tal si con todo el poder y todos los medios de que dispone no es capaz de ayudar a la mujer -doble o triplemente esclavizada, como lo fue en el pasado- a salir a flote y avanzar por el camino del progreso social e individual". León Trotsky

Desde lo que se ha dado en llamar "la segunda ola" del feminismo, las controversias entre esta corriente y el marxismo estuvieron a la orden del día. Creemos que no hubiera podido ser de otra manera: si el feminismo de la primera ola tuvo como interlocutor privilegiado al movimiento revolucionario de la burguesía -discutiendo sus parámetros de ciudadanía y derechos del Hombre que no incluían a las mujeres de la clase en ascenso-, el de los años '70 dialogó -y no siempre en buenos términos- con el marxismo, abordando cuestiones que van desde la relación entre opresión y explotación hasta la reproducción de los valores patriarcales al interior de las organizaciones de izquierda y el fracaso de los llamados "socialismos reales".

En este período se advierten los esfuerzos teóricos de parte del feminismo de unificar clase y género en el intento de subsumir los análisis sobre las mujeres a las categorías marxistas ortodoxas. "Algunas feministas mantenían que el género era una forma de clase, mientras que otras afirmaban que se podía hablar de las mujeres como clase en virtud de su posición dentro de la red de relaciones de producción 'afectivo-sexuales'"1.

Este intento se basaba en que la mayoría de las teóricas feministas radicales provenían de las filas de la izquierda2 "y más específicamente de la izquierda marxista. El feminismo radical se desarrolla como un enfrentamiento con la izquierda ortodoxa. [...]. Así apuntan a una serie de problemas en las concepciones marxistas sobre la opresión de la mujer, sustituyéndolas por la tesis central de que la mujer constituye una clase social. En respuesta a esta tesis se desarrolla el feminismo socialista que intenta combinar el análisis marxista de clases con el análisis sobre la opresión de la mujer. En sentido más general, lo que se ha dado en llamar la relación entre la sociedad patriarcal y la sociedad de clases"3.

Otras autoras señalan que fue el mismo "desencanto ante el socialismo surgido de la revolución [lo que] ha dado un impulso a la aparición de la teoría feminista"4. Incluso, postulando que el análisis de Kate Millet, en su reconocido libro Sexual Politics, fue lo que permitió al feminismo radical llegar a la conclusión de que "era necesaria una revolución para cambiar el sistema económico, pero no suficiente para liberar a la mujer"5.

Si estas interlocuciones eran ineludibles es porque el feminismo, como movimiento que aspira a la emancipación de las mujeres de toda opresión, debe necesariamente dialogar con las corrientes teóricas y políticas que expresan las tendencias revolucionarias de la época.

Y en este sentido, que el feminismo haya tenido que ubicar al marxismo como un interlocutor necesario -aún en el enfrentamiento agudo de posiciones divergentes-, es un reconocimiento implícito a que la clase obrera, la lucha de clases y el socialismo son categorías que dan cuenta del modo de producción en el que vivimos, basado en la explotación de millones de seres humanos por parte de un puñado de capitalistas. Horizonte de la discusión y de las controversias suscitadas entre feminismo y marxismo, mientras no desaparezca la propiedad privada de los medios de producción.

Además, históricamente, feminismo y marxismo nacieron en el modo de producción capitalista, aún cuando la opresión de las mujeres y de las clases fueran anteriores a la explotación del trabajo asalariado. El desarrollo del proletariado y la destrucción de la economía familiar precapitalista se encuentran en el origen de ambas corrientes de pensamiento.

Por eso, quien aspire a acabar con la opresión, y no sólo a lograr sesudas elaboraciones teóricas abstractas de dudosa capacidad emancipatoria, debe dar cuenta de esto. Y así lo hicieron el feminismo radical, el feminismo socialista, el feminismo materialista, el feminismo de la igualdad, el de la diferencia e incluso el postfeminismo, en un diálogo controversial pero también, en algunos aspectos, fructífero, durante los últimos treinta años. ¿Cuáles son los nudos centrales de esa controversia?

Las feministas liberales prestaron poca atención sobre los orígenes de la desigualdad sexual y más bien sostuvieron que la sociedad "moderna" (es decir, capitalista), con sus avances tecnológicos, sus riquezas y abundancia y con el desarrollo de la democracia como régimen político, es condición de posibilidad para la lucha por la equidad de género, la que alcanzará sus resultados progresiva y gradualmente6.

Las feministas radicales, por el contrario, enfatizaron la existencia de la dominación masculina (patriarcado) en todas las sociedades existentes. Desde este punto de vista, aunque parecieran compartir con el socialismo la premisa de que en el sistema capitalista es imposible plantearse la liberación humana; lo cierto es que se muestran escépticas sobre la capacidad del socialismo para crear una verdadera democracia basada en la abolición de la esclavitud asalariada y sobre la cual pueda asentarse la emancipación definitiva de las y los oprimidos.

Para el feminismo radical no habrá cambio social sin una revolución cultural que lo preceda. Por ello, cada uno debe empezar por cambiarse a sí mismo para cambiar la sociedad.

De allí el énfasis en constituir organizaciones no jerarquizadas y espontáneas de mujeres, donde el objetivo central es la "autoconcienciación" que develaría el significado político de los sentimientos, las percepciones y las prácticas naturalizadas en la vida cotidiana. Este ejercicio de autoconciencia daría paso a la liberación sexual y la creatividad que permitirían entonces transformar las relaciones opresivas. Como señala MacKinnon: "... la concienciación es a la vez expresión de sentido común y definición crítica de los conceptos. [...] A través de la concienciación, las mujeres comprenden la realidad colectiva de su condición desde dentro de la perspectiva de esa experiencia, no desde fuera"7.

Pero, tanto desde el punto de vista teórico como del político, hay diferentes sectores dentro del feminismo radical. Desde quienes se ven como parte y en alianza con otros sectores del movimiento socialista, hasta quienes absolutizan la recuperación de una cultura femenina, con valores propios y, por lo tanto, incluso llegan a plantearse políticas separatistas, intentando crear comunidades en donde se recree otra cultura opuesta a la cultura dominante, a la que consideran masculina (patriarcal). Hay quienes sostienen posiciones teóricas acerca del ser mujer que rozan con el esencialismo biologicista, hasta quienes adhieren a posiciones materialistas economicistas que recaen en nuevos idealismos.

Con estas diversas corrientes feministas, que numerosas autoras -y en este caso, haremos lo mismo- engloban bajo la denominación de feminismo radical, es que intentaremos debatir, señalando algunos de esos ejes controversiales que se mantuvieron en el diálogo con el marxismo durante los últimos treinta años.

I. Capitalismo y patriarcado, un matrimonio bien avenido (O el por qué de la necesidad de la revolución socialista)

"Tanto las feministas radicales como las feministas socialistas están de acuerdo en que el patriarcado precede al capitalismo, mientras que los marxistas creen que el patriarcado nació con el capitalismo"8. En sencillas palabras, Z. Eisenstein señala una de los malos entendidos más reiterados en relación al marxismo, por parte de las feministas. A pesar de que en este artículo, la feminista socialista norteamericana hace un análisis pormenorizado de los textos de Marx y Engels, culmina con este grueso error de apreciación.

Si la citamos no es por el valor que tenga en sí mismo este pequeño párrafo, sino porque es uno de los sentidos comunes más divulgados: el de que, para el marxismo, sólo existiría opresión patriarcal en el sistema capitalista. Por el contrario, Marx y Engels -pero sobre todo este último- insistieron en la existencia de la opresión de las mujeres en todas las sociedades con Estado -y no sólo en el capitalismo-, vinculando el patriarcado a la existencia de las clases sociales.

Más aún, Engels señala -en su conocida obra sobre el origen de la familia y con un tono que podría considerarse más radical que el de las feministas radicales, teniendo en cuenta el momento de su escritura- que "la monogamia no aparece de ninguna manera en la historia como un acuerdo entre el hombre y la mujer, y menos aún como la forma más elevada de matrimonio. Por el contrario, entra en escena bajo la forma del esclavizamiento de un sexo por el otro, como la proclamación de un conflicto entre los sexos, desconocido hasta entonces en la prehistoria. En un viejo manuscrito inédito, redactado en 1846 por Marx y por mí, encuentro esta frase: 'la primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de hijos.' Y hoy puedo añadir: el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino. La monogamia fue un gran progreso histórico9, pero al mismo tiempo inaugura, juntamente con la esclavitud y con las riquezas privadas, la época que dura hasta nuestros días y en la cual cada progreso es al mismo tiempo un regreso relativo y el bienestar y el desarrollo de unos se verifican a expensas del dolor y de la represión de otros. La monogamia es la forma celular de la sociedad civilizada, en la cual podemos estudiar ya la naturaleza de las contradicciones y de los antagonismos que alcanzan su pleno desarrollo en esta sociedad"10 [las negritas son nuestras].

Ahora bien, si el malentendido subsistió - y por largo tiempo- hay que buscar la razón que lo sustenta. Lo que sí es cierto es que, para el marxismo, patriarcado y capitalismo establecen una relación diferente y superior a la establecida en los anteriores modos de producción. Como señala Celia Amorós: "Lo que sí es muy cierto, restringiéndonos ahora al modo de producción capitalista, es que, como ya señaló Rosa Luxemburgo, el capitalismo es un sistema de discriminación en la explotación -al mismo tiempo que de explotación sistemática de toda forma de discriminación, podríamos añadir"11.

Como diría la feminista española, para las mujeres obreras, la opresión introduce un incremento diferencial en su explotación. Pero, por el contrario, hay opresiones que, no sólo no implican, sino que descartan la combinación con la explotación e incluso, convierten a la mujer en integrante de la clase explotadora (por ejemplo, en el caso de una mujer casada con un varón burgués).

Como ya hemos señalado en otras oportunidades, el capitalismo arrancó a la mujer del ámbito privado. Acabó con los designios oscurantistas de la Iglesia que naturalizaban el rol de las mujeres como garantes del "fuego" del hogar. Consiguió el desarrollo médico y científico que permitió que, por primera vez, la separación entre la reproducción y el placer pudiera ser efectiva. Permitió el más amplio conocimiento sobre el aparato reproductor femenino. Con el desarrollo de la técnica y la maquinaria, desmitificó el supuesto de tareas, trabajos y profesiones masculinos o femeninos, basados en las diferencias anatómicas. Y también ha convertido en un hecho al alcance de la mano la socialización de las tareas domésticas12.

Pero, como ha señalado Trotsky -en discusión sobre otros términos-, "el capitalismo ha sido incapaz de desarrollar una sola de sus tendencias hasta el fin"13. Eso significa que mientras empuja a las mujeres al ámbito de la producción, lo hace con salarios menores a los de los varones por la misma tarea, para de ese modo también presionar a la baja el salario del conjunto de la clase. Significa que, mientras impulsa la feminización de la fuerza de trabajo, lo hace sin quitarle a las mujeres la responsabilidad histórica por el trabajo doméstico no remunerado, recargándolas con una doble jornada laboral. Que mientras tira por la borda, con los hechos mismos del desarrollo científico y técnico, los prejuicios más oscurantistas sostenidos por el clero y los fundamentalismos religiosos, se apoya en la ideología reaccionaria de la Iglesia para mantener el sometimiento y el dominio terrenal en aras de una futura libertad infinita en el más allá. Que mientras desarrolla los lavaderos automáticos, la industrialización de la elaboración de alimentos, etc., mantiene la privatización de las tareas domésticas para que, de ese modo, el capitalista se vea exento de pagar gran parte del esfuerzo con el cual se garantiza la reproducción de la fuerza de trabajo.

Muchas veces se habla del progreso de las mujeres en las últimas décadas. Inversamente, también en el capitalismo, bajo el cual se han desarrollado las mayores riquezas sociales que ha dado la humanidad en toda su historia, existen actualmente 1300 millones de pobres, de los cuales el 70% son mujeres y niñas. Las mujeres son las que más sufren las consecuencias de los planes de hambre que imponen los organismos multilaterales y el imperialismo a través, incluso, de sus mejores especialistas en "género y desarrollo".

El capitalismo encierra éstas y otras paradojas. Mientras recrea permanentemente su propio sepulturero, también crea, para las mujeres, las condiciones de posibilidad de una igualdad de género nunca antes alcanzada, pero a la que luego no le permite acceder a millones de mujeres explotadas en el planeta.

De aquí se concluye en otra de las controversias que han recorrido este diálogo entre marxismo y feminismo desde los años '70: la situación en la que vivimos bajo el capitalismo pareciera indicar que es necesaria la revolución social para acabar con tanta injusticia, pero ¿la revolución proletaria es suficiente para la emancipación de las mujeres?

El conocido diálogo entre Bárbara Ehrenreich y Susan Brownmiller de 1976 se refería a este mismo dilema14. En el diálogo entre las feministas norteamericanas, donde una festejaba la revolución celebrando las diferencias existentes entre una sociedad en la que el sexismo se expresa en forma de infanticidio femenino y una sociedad en la que el sexismo toma la forma de una representación desigual en el Comité Central, agregando que esa diferencia es una por la cual vale la pena morir; la otra respondía con que "un país que ha hecho desaparecer la mosca tse-tsé puede introducir un número paritario de mujeres en el Comité Central por decreto"15.

Consideramos que ninguna de las dos responde a la complejidad del problema planteado. En primer lugar, porque si bien, en apariencia, el infanticidio femenino resulta de una gravedad diferente a la falta de representación femenina en un gobierno, la solución a uno de los problemas no es razón suficiente para dejar de ver el segundo. Pero, suponer que siglos de opresión que pesan sobre el género femenino podrían eliminarse drástica y mágicamente con decretos revolucionarios es absurdo.

Las feministas que abogan por los cambios culturales en aras de una nueva contracultura no patriarcal, desdeñan la necesidad de esos cambios cuando adhieren sin cuestionamientos a los regímenes burocráticos que han expropiado la revolución a las masas, o bien, son impacientes frente a la experiencia del poder obrero que transforma radicalmente la estructura económica y social y, por primera vez en la historia, permite a las masas lanzarse audazmente a la creación de nuevos valores y una nueva cultura.

La idea de que un cambio profundo de los valores y de la cultura son necesarios no es un invento de las feministas radicales de los '70. Ya Lenin planteaba, en 1920, que "la igualdad ante la ley todavía no es igualdad frente a la vida. Nosotros esperamos que la obrera conquiste, no sólo la igualdad ante la ley, sino frente a la vida, frente al obrero. Para ello es necesario que las obreras tomen una participación mayor en la gestión de las empresas públicas y en la administración del Estado. [...] El proletariado no podrá llegar a emanciparse completamente sin haber conquistado la libertad completa para las mujeres"16. Y Trotsky escribía, en 1923, su célebre Problemas de la vida cotidiana, donde incluso discute hasta el uso del lenguaje procaz, el bajo nivel cultural de las masas en la Unión Soviética y su relación con la situación de opresión de las mujeres. No son meros resabios de "sensibilidad" individual lo que los ha llevado a pronunciarse sobre tales cuestiones. La teoría de la revolución permanente, cuya autoría le pertenece a León Trotsky, esboza entre otras cuestiones el carácter permanente de la revolución socialista como tal; es decir, como un proceso de "duración indefinida y de una lucha interna constante, [en el que] van transformándose todas las relaciones sociales. [...] Las revoluciones de la economía, de la técnica, de la ciencia, de la familia, de las costumbres, se desenvuelven en una compleja acción recíproca que no permite a la sociedad alcanzar el equilibrio"17.

No concluimos que la emancipación de las mujeres está garantizada automáticamente con la revolución socialista o con algunas leyes y decretos progresivos que pueda promulgar la clase obrera en el poder. Pero afirmamos que lo contrario sí es cierto. Por eso, contraponer la necesidad de un cambio cultural a la necesidad de trastocar el sistema capitalista desde su raíz, sólo puede servir a los fines de desestimar la idea de la revolución social. Es en los estrechos marcos del sistema capitalista donde la emancipación de los oprimidos adquiere el carácter de una verdadera utopía.

Creemos que todos los derechos formales que las mujeres hemos arrancado al capitalismo con nuestra lucha se convierten en papel mojado si no se apunta a transformar el corazón de este sistema, basado en la más abyecta de las jerarquías que es la de que un puñado de personas viva a expensas de la explotación descarnada de millones de seres humanos. Pero a pesar de esto, no consideramos que haya etapas "obligadas" en la lucha por nuestra emancipación. Creemos que, mientras luchamos por un sistema donde no existan la explotación ni la opresión, es nuestro deber irrenunciable impulsar y ser parte de las luchas de las mujeres por las mejores condiciones de vida posibles aún en este mismo sistema, por los derechos democráticos más elementales, incluso en alianza con todos y todas las que luchen por esos derechos -aún cuando no compartan la idea de que otro sistema de verdadera igualdad y libertad es posible.

Pero hoy, cuando tantas mujeres se incorporan a los parlamentos y los organismos multilaterales de "desarrollo", mientras tantas otras mueren por hambre, por abortos clandestinos y por bombas de uranio empobrecido, la reflexión se hace urgente y más necesaria que nunca.

Porque no se trata de violencia simbólica e, incluso, porque la revolución cultural que reclama la mayoría de las feministas no puede limitarse a una simple conversión de las conciencias y de las voluntades, ya que el fundamento de esa opresión no reside en las conciencias engañadas a las que bastaría iluminar, sino en lo que Pierre Bourdieu llamaría "una inclinación modelada por las estructuras de dominación que las producen"18. Algo que nos obliga a poner en cuestión la necesidad de una transformación radical de las condiciones sociales de producción de esas inclinaciones.

Por eso creemos que no plantearse la relación estrecha entre capitalismo y patriarcado, a esta altura de la historia, además de miopía teórica, es ceguera política.

II. Una discusión sobre el sujeto de la emancipación (O el por qué de la necesidad de unir las filas obreras en la lucha contra toda explotación y opresión)

Una de las controversias más importantes es la que refiere al sujeto de la emancipación. ¿Son las mujeres mismas o es la clase obrera? En esta dicotomía se sustentan largos debates. En ninguna de estas objeciones se señala el hecho categórico de la tendencia a la feminización de la fuerza de trabajo, que constituye a las mujeres en uno de los sectores más explotados de la clase obrera, no sólo porque pesan sobre ellas los apremios de una doble jornada laboral -remunerada en la fábrica y no remunerada en el trabajo doméstico-, sino porque sus condiciones laborales son las de mayor precarización y flexibilización.

Este hecho, sólo para demostrar que el antagonismo entre los términos parte de una omisión: las mujeres constituyen un grupo interclasista y la clase es una categoría que remite a un agrupamiento intergénerico; es decir, no son términos que se contraponen porque no son categorías del mismo nivel explicativo.

Dicho esto, entonces, la formulación más precisa debería ser: ¿quién es el sujeto de la emancipación de las mujeres? ¿Las mujeres de las distintas clases sociales asociadas en base a su interés de género? ¿O bien las mujeres de la clase obrera, asociadas con los varones de su misma clase, y conduciendo una alianza con las mujeres oprimidas de otras clases subalternas que deseen acabar verdaderamente con esta situación de opresión?

Para las marxistas, si la emancipación de las mujeres no puede realizarse sin la destrucción del sistema capitalista, por tanto, el sujeto revolucionario será el proletariado (lo que incluye mujeres y varones). Pero en esta lucha específica, las mujeres obreras encabezarán el combate por su propia emancipación y por conseguir que los varones de su propia clase incorporen la lucha contra la opresión en el programa revolucionario de las filas proletarias, como uno de los aspectos integrados a la lucha de clases más amplia. Todos los ejemplos históricos muestran la relación existente entre el desarrollo de la conciencia emancipatoria y el logro de conquistas relativas en los derechos de género, con situaciones más generales de la lucha de clases. Y también, ejemplos contrarios: cómo las situaciones más reaccionarias, de retroceso de la lucha de clases, anticiparon y fueron el marco de un retroceso también agudo en los derechos conquistados por las mujeres.

Muchas veces las feministas han discutido que en la izquierda prima la idea de que cualquier objeción sobre la opresión de las mujeres, rompería la unidad necesaria de las filas obreras para enfrentar al enemigo de clase.

Es cierto, lamentablemente se trata de un prejuicio populista muy extendido entre las filas de la izquierda. Sin embargo, parafraseando a Marx, sostenemos que no puede liberarse quien oprime a otros. Porque no hay posibilidad de que la clase, que es en sí revolucionaria por el lugar que ocupa en la producción, pueda erigirse en la dirección revolucionaria del conjunto del pueblo oprimido, sin considerar también que existe la opresión en sus filas; que millones de mujeres trabajadoras y del pueblo pobre sufren la humillación, el sometimiento y el desprecio de la mano de los miembros masculinos de su clase.

Porque los revolucionarios consideramos que cada vez que una mujer es abusada, golpeada, humillada, considerada un objeto, discriminada, sometida, la clase dominante se ha perpetuado un poco más en el poder. Y la clase obrera, en cambio, se ha debilitado. Porque esa mujer perderá la confianza en sí misma y por lo tanto en sus propias fuerzas. Atemorizada, creerá que la realidad no puede cambiarse y que es mejor someterse a la opresión que enfrentarla y poner en riesgo su vida. Y la clase obrera se debilita, también, porque ese hombre que golpeó a su compañera, que la humilló, que la consideró su propiedad, está más lejos que antes de transformarse en un obrero conciente de sus cadenas, está un poco más lejos de reconocer que, en la lucha por romper sus cadenas, debe proponerse liberar a toda la humanidad de las cadenas y contar a todos los oprimidos como sus aliados.

Por esa razón, el programa del trotskismo plantea lo opuesto a lo que sostienen los populistas: si la unidad de las filas obreras es necesaria, entonces es imperioso erradicar los prejuicios contra los inmigrantes, las barreras que se alzan entre efectivos y contratados, combatir contra la ideología que impone la represión del adulto sobre el joven y, en este mismo sentido, luchar denodadamente contra la opresión de las mujeres. Ellas deberán dejar de ser "las proletarias del proletario"19, las personas sumisas y consideradas objetos de la propiedad del varón.

Por eso el programa del marxismo revolucionario señala: "Las organizaciones oportunistas, por su naturaleza misma, centran principalmente su atención en las capas superiores de la clase obrera, y por consiguiente, ignoran tanto a la juventud como a la mujer trabajadora. Ahora bien, la declinación del capitalismo asesta sus golpes más fuertes a la mujer, como asalariada y como ama de casa"20. Y culmina con la consigna "¡Paso a la mujer trabajadora!".

Conclusiones Revisionismo antifemenino vs. Marxismo revolucionario y emancipatorio

Las controversias serían menos si, en todo caso, las diversas corrientes del feminismo radical reconocieran que, bajo la denominación de marxismo, no se halla una corriente homogénea y monolítica. Por empezar, habría que diferenciar entre reformistas y revolucionarios; algo que no es de menor importancia cuando tratamos la cuestión de la opresión de las mujeres.

Porque no creemos casual que, entre los movimientos de los trabajadores que han adoptado posiciones reformistas, los problemas específicos de la superexplotación de las mujeres hayan sido resueltos desde una tónica anti-femenina. Sin ir más lejos, es sabida la historia de la dirigencia tradeunionista británica, los proudhonianos de la Iº Internacional o el mismo Lassalle del Partido Obrero Alemán (pre-marxista) que cuestionaban la incorporación de las mujeres a la producción y, por lo tanto, se manifestaban contrarios a su organización como trabajadoras.

En la IIº Internacional, el mismo revisionista Bernstein21 del Partido Socialdemócrata Alemán, defendió la igualdad legal para la mujer, pero se opuso con ataques satíricos a la organización militante de las mujeres trabajadoras que encabezaba Clara Zetkin, la que sin embargo, en ocasión de dividirse el partido por la traición de sus más altos dirigentes a los principios de clase, se mantuvo en el ala revolucionaria22.

Por otra parte, nada menos que Augusto Bebel, autor de La mujer y el socialismo, fue quien atacó con los más duros epítetos misóginos a Rosa Luxemburgo, una de las más grandes dirigentes mujeres -sino la más grande- del proletariado revolucionario que se negó, pícaramente, a dedicarse a las tareas de organizar la sección femenina -donde el ala derecha quería confinarla para que no interfiriera en el rumbo revisionista- y sin embargo, participó en los Congresos Internacionales de Mujeres Socialistas intentando convencer a las mujeres socialdemócratas de su punto de vista sobre la guerra mundial y sus críticas al curso que tomaba la dirección del partido frente a estos acontecimientos. Fueron sus batallas inclaudicables por los principios revolucionarios las que le valieron que Bebel se refiriera a ella con estas palabras: "Hay algo raro en las mujeres. Si sus parcialidades o pasiones o vanidades entran en escena y no se les da consideración o, ya no digamos, son desdeñadas, entonces hasta la más inteligente de ellas se sale del rebaño y se vuelve hostil hasta el punto del absurdo. Amor y odio están uno al lado del otro y no hay una razón reguladora"23.

Para el ala reformista que luego claudicó ante el imperialismo en la Iº Guerra Mundial, Rosa Luxemburgo merecía ser tratada de este modo: "La perra rabiosa aún causará mucho daño, tanto más teniendo en cuenta que es lista como un mono"24 Por eso, no es extraño que Bebel respondiera: "Con todos los chorros de veneno de esa condenada mujer, yo no quisiera que no estuviese en el partido"25.

Como señala Thonnessen: "Hay una conexión íntima entre el antifeminismo proletario y el revisionismo, así como la hay entre el movimiento radical por la emancipación de la mujer y la teoría ortodoxa socialista. El feminismo marxista ha llevado a cabo, característicamente, una lucha en contra del reformismo y el obrerismo por una parte, y contra el carácter limitado y elitista del feminismo burgués por otra parte"26.

Esa "conexión íntima" entre antifeminismo y revisionismo volvemos a encontrarla en el período de la burocratización del estado obrero surgido de la revolución de 1917.

Bajo el régimen thermidoriano de la burocracia stalinista, mientras se fusilaba en los juicios de Moscú a todos los bolcheviques de la generación de Octubre y se perseguía a los opositores de izquierda acusándolos de "trotskistas", enviándolos a los campos de concentración o al exilio, se volvió a prohibir el aborto en la Unión Soviética, se condenó la prostitución y se criminalizó la homosexualidad. Todo esto, acompañado con la reproducción de los estereotipos tradicionales de las mujeres como madres dedicadas al hogar y el entronizamiento de la familia, a través de la propaganda del Estado.

Fue el trotskismo quien combatió la idea stalinista de que con la conquista del poder, la sociedad socialista se consumaba en "sus nueve décimas partes", advirtiendo sobre decenas de problemas económicos, políticos, sociales y culturales que no se podían resolver mecánicamente y que incluían, entre otros, las relaciones entre varones y mujeres. Particularmente Trotsky fue quien, mucho antes de que las feministas radicales de la segunda ola concluyeran que "el socialismo real era antifeminista", denunció la situación de las mujeres en la Unión Soviética en su reconocido trabajo titulado La Revolución Traicionada: "La condición de la madre de familia, comunista respetada que tiene una sirvienta, un teléfono para hacer sus pedidos a los almacenes, un auto para transportarse, etc., es poco similar a las de la obrera que recorre las tiendas, hace las comidas, lleva a sus hijos al jardín de infancia. Ninguna etiqueta socialista puede ocultar este contraste social, no menos grande que el que distingue en todo país de Occidente a la dama burguesa de la mujer proletaria"27.

Mientras Stalin declara en 1936: "El aborto que destruye la vida es inadmisible en nuestro país. La mujer soviética tiene los mismos derechos que el hombre, pero eso no la exime del grande y noble deber que la naturaleza le ha asignado: es madre, da la vida", Trotsky responde: "el poder revolucionario ha dado a la mujer el derecho al aborto, uno de sus derechos cívicos, políticos y culturales esenciales mientras duren la miseria y la opresión familiar, digan lo que digan los eunucos y las solteronas de uno y otro sexo"28. Y criticando los argumentos reaccionarios que esgrime la burocracia para reinstalar la prohibición del aborto agrega: "Filosofía de cura que dispone, además, del puño del gendarme"29.

Ya en 1926, bajo el régimen de Stalin, se había vuelto a instituir el matrimonio civil como única unión legal. Más tarde se suprimió la sección femenina del Comité Central del PCUS y sus equivalentes en los diversos niveles de la organización partidaria. Para 1934 no respetar a la familia se convierte en una conducta "burguesa" o "izquierdista" a los ojos de la burocracia. En 1944 se aumentan las asignaciones familiares, se crea la orden de la "Gloria Maternal" para la mujer que tuviera entre siete y nueve hijos y el título de "Madre Heroica" para la que tuviera más de diez. Los hijos ilegítimos vuelven a esta condición, que había sido abolida en 1917, y el divorcio se convierte en un trámite costoso y pleno de dificultades.

En 1953 nos encontramos con legislación sobre derechos de la madre y el niño en la Unión Soviética que señala: "Huelga demostrar en detalle que los intereses de la mujer como madre -bien sea con hijos o futura madre- están tanto mejor asegurados cuanto más sólidas y constantes sean las relaciones entre los esposos. Garantiza, ante todo, tal solidez en las relaciones la existencia de la familia. Precisamente la familia asegura las condiciones normales para el nacimiento y la educación de los hijos, crea las premisas más favorables para que la mujer cumpla con su noble y alto deber social de madre"30.

Nada más lejos del pensamiento de los revolucionarios que, desde los tiempos de Marx y Engels, propagandizaron los verdaderos orígenes y funciones de la familia, denunciando la opresión que se ejerce sobre las mujeres.

Esa es la tradición en la que nos inscribimos. Pueden debatirse cada uno de nuestros postulados, pero para hacerlo se debe partir del reconocimiento de que no aceptamos ser arrojados junto al agua sucia del stalinismo, la misma corriente que masacró, encarceló y persiguió a miles de trotskistas, entre ellos a valerosas mujeres como Eugenia Bosch, Nadejda Joffe, Tatiana Miagkova, etc.

Hoy, quien decida enfrentar este sistema de dominación debe, necesariamente, plantearse la pregunta acerca de cuál es el sujeto capaz de emprender tamaña empresa. Ese sujeto, que para los marxistas es el proletariado, fue fragmentado y se encontró a la defensiva durante los últimos treinta años en que este debate entre marxismo y feminismo ha tenido lugar. Pero esas condiciones empiezan a cambiar relativamente.

Como decía Trotsky, la burguesía no ha hecho más que transformar al mundo en una sucia prisión. Las luchas de las clases subalternas, los pueblos y grupos oprimidos han arrancado conquistas, aún en medio de un sistema putrefacto que hunde cada vez más a millones de personas en la miseria. Pero la tendencia, en última instancia, de este sistema de explotación, es a la degradación infinita de los oprimidos y explotados del mundo, mientras un puñado de apenas unas pocas familias concentran en sus manos las riquezas que producen los expoliados. Frente a ese cuadro terrible, que es el fin último del capitalismo, "las reformas parciales y los remiendos para nada servirán"31.

Entre quienes consideramos que estas aseveraciones encierran algo de verdad y aspiramos a la emancipación de las mujeres y de la humanidad toda, un renovado debate, eximido de malos entendidos pero abierto a honestas controversias, está nuevamente a la orden del día.

En este debate, las marxistas revolucionarias pretendemos exponer nuestras ideas no como si se tratara de un académico ejercicio meramente retórico, sino con el objetivo de que las mismas entusiasmen a una nueva generación de jóvenes con avidez por las ideas revolucionarias y que penetren a la clase obrera: a esos millones de mujeres y varones que sufren las cadenas de la explotación capitalista y las otras cadenas, las menos visibles, de los prejuicios con los que la ideología dominante inficiona sus conciencias.

Notas

1 S.Benhabib y D.Cornell, "Más allá de la política de género", en Teoría feminista y teoría crítica (comp.), Barcelona, Alfons el Magnánim, 1990.

2 "Si bien el feminismo radical tiene un origen de clase media, no se le puede asimilar con el feminismo burgués del siglo XIX. En realidad, hay muchas variantes del feminismo radical. Pero la mayoría de ellas emerge de mujeres que han militado en los movimientos progresistas e izquierdistas, encontrando en ellos una absoluta subordinación y una falta de respuesta a sus reivindicaciones." Judith Astelarra: ¿Libres e iguales? Sociedad y política desde el feminismo, Santiago de Chile, CEM, 2003.

3 Judith Astelarra, "El feminismo como perspectiva teórica y como práctica política", en Teoría Feminista (selección de textos), Santo Domingo, CIPAF, 1984.

4 Batya Weinbaum, El curioso noviazgo entre feminismo y socialismo, Madrid, Siglo XXI, 1984. Se refiere al desencanto producido por la burocratización de los estados obreros, bajo el régimen stalinista.

5 Ídem. En el citado libro de Kate Millet se postula, tomando como ejemplo a la Unión Soviética bajo el régimen stalinista, que una revolución socialista puede dar lugar a una contrarrevolución feminista. Conclusión superficial que parte de premisas erróneas, pero no difícil de entender teniendo en cuenta que bajo el régimen de Stalin se prohibió el derecho al aborto, se persiguió a los homosexuales y se erigió a la familia en célula básica del Estado, otorgando premios y medallas a las mujeres que tuvieran gran cantidad de hijos.

6 Paradójicamente, los llamados postmarxistas se inclinan a pensar más en estos términos.

7 Catharine MacKinnon, Hacia una teoría feminista del Estado, Madrid, Cátedra, 1989.

8 Zillah Eisenstein, "Hacia el desarrollo de una teoría del patriarcado capitalista y el feminismo socialista", en Teoría Feminista (selección de textos), Santo Domingo, CIPAF, 1984.

9 Como progreso se refiere a que esta forma de relación entre los sexos para la reproducción estuvo asociada al desarrollo de las fuerzas productivas y nuevas relaciones sociales de producción en la historia de la humanidad. No hay aquí una valoración "ideológica" de la mogogamia, como puede advertirse por los párrafos que suceden y por los numerosos textos en que tanto Marx como Engels criticaron el matrimonio y la familia, como instituciones burguesas (ver Manifiesto Comunista, etc.).

10 Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, México, Premiá Ed., 1989.

11 Celia Amorós, Hacia una crítica de la razón patriarcal, Barcelona, Anthropos, 1991.

12 Presentación del libro de Andrea D'Atri, Pan y Rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clases en el capitalismo, Santiago de Chile, Universidad ARCIS, octubre 2004.

13 León Trotsky, "El marxismo y nuestra época", en Naturaleza y dinámica del capitalismo y la economía de transición, Bs. As., CEIP, 1999

14 Remite a un diálogo en particular pero que es muy representativo de las discusiones entre feministas y marxistas y aún entre las mismas feministas en relación a la revolución socialista y la emancipación de las mujeres. El eje central de este debate consiste en pensar si es necesario pronunciarse y defender la revolución socialista incondicionalmente, inclusive cuando no dé muestras de solucionar íntregramente la cuestión de la opresión de género, o bien, si es menester desestimarla íntegramente por demostrar que no cumple con este requisito.

15 Susan Brownmiller, Notes of an exChina fan, en Village Voice, 1976.

16 V. Lenin, A las obreras, discurso de 1920.

17 León Trotsky, "La revolución permanente" en La teoría de la revolución permanente (comp.), Bs. As., CEIP, 2000.

18 Pierre Bourdieu, La dominación masculina, Barcelona, Anagrama, 2000.

19 Es una expresión de Flora Tristán, escritora y ardiente defensora de los derechos de la mujer y de la clase obrera. Vivió en Francia a principios del siglo XIX.

20 Documento La agonía del capitalismo y las tareas de la Cuarta Internacional, más conocido como Programa de Transición. Fue escrito definitivamente en 1938, dos años antes del asesinato de León Trotsky en manos de un agente stalinista.

21 Bernstein, actualmente reivindicado por Laclau y otros intelectuales que se autodenominan postmarxistas, fue el primero en propagandizar la idea de que era posible llegar al socialismo por la vía de introducir reformas en el capitalismo.

22 Nos referimos a la votación de los créditos de guerra en el Parlamento, lo que aceleró la crisis al interior del Partido Socialdemócrata Alemán que se dividió entre un ala derechista revisionista y un ala izquierda que mantuvo los principios del internacionalismo proletario y más tarde formó parte del reagrupamiento internacional que dio origen a la IIIº Internacional encabezada por Lenin.

23 Carta de Bebel a Kautsky, 1910.

24 Carta de Adler a Bebel, 1910.

25 Carta de Bebel a Adler, 1910.

26 Werner Thonnessen, The Emancipation of Women: the Rise and Decline of the Women's Movement in German Social Democracy 1863-1933, Londres, Pluto Press, 1969.

27 León Trotsky, La Revolución Traicionada, Bs. As., Claridad, 1938.

28 Ídem.

29 Íbídem.

30 Citado en Andrea D'Atri, Pan y Rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clase en el capitalismo, Bs. As., Armas de la Crítica, 2004.

31 León Trotsky, "El marxismo y nuestra época" en Naturaleza y dinámica del capitalismo y la economía de transición, Bs. As., CEIP, 1999.