Editorial Boletín Nº4: La situación de la mujer sigue igual. Las mujeres trabajadoras deben comenzar a luchar por sus derechos.


La violencia contra la mujer sigue siendo un problema cotidiano en nuestra sociedad. Este año, ya van 32 casos de femicidio, donde mujeres son asesinadas por sus esposos o parejas, en una violencia que tiene como causa sólo el
hecho de ser mujer, es decir, pensar que la mujer es un objeto, una pertenencia al varón, un "ser inferior". En la mayoría de los casos, la violencia se ejercía desde mucho antes. Y los casos de violencia física o maltrato psicológico, son mucho más extendidas. Hace apenas unas semanas atrás, Patricia Aramburu fue quemada con agua hirviendo por su esposo, podría quedar ciega de un ojo, y con secuelas para toda la vida, además de las cicatrices. Este es uno más en los miles de casos que se producen todos los años.

Esta violencia está legitimada por un sistema que se basa en relaciones de explotación y opresión. Explotación, en tanto existe una clase que posee la riqueza a costa de explotar a otra clase, los trabajadores, que son quienes producen y hacen funcionar las palancas de la sociedad. Explotación que se ejerce mediante la violencia y la coerción: en el trabajo, con ritmos de trabajo agotadores, con salarios de hambre y miseria, con la precarización laboral y el miedo a perder el empleo, con la persecución a los que quieren organizarse para luchar, con la represión a las luchas, que han llegado al extremo de cobrar la vida del trabajador Rodrigo Cisternas, en la huelga protagonizada por los trabajadores forestales hace pocas semanas atrás.

Pero este sistema también se basa en relaciones de opresión, de discriminación sobre otros, como las mujeres, o las etnias. Así, las desigualdades de género son parte intrínseca del sistema actual capitalista: las mujeres, por ejemplo, son utilizadas como mano de obra barata, en los trabajos peor pagos, como el trabajo de temporada, o cobrando salarios 30 o 40% menos que los hombres por el mismo salario. Realizando además la doble labor de trabajadora y dueña de casa, permitiendo que el patrón y el Estado se ahorren millones de pesos de esta manera, cumpliendo verdaderas dobles jornadas laborales no remuneradas.

Pero las desigualdades de género son profundas. Y tienen que ver por ejemplo, con pensar que la mujer tiene que ocupar un lugar subordinado en la sociedad, con que es menos por sólo ser mujer, con que es un objeto, un cuerpo. Es por eso, que por ejemplo, la violencia contra la mujer sea tan común y que incluso se considere una falta menor en el código penal. Un estudio sobre la violencia, muestra que respuestas comunes son: "Le pegué, pero no fue para tanto", ó "Tenía razones para pegarle" son discursos que intentan justificar lo injustificable. Y que responden a lo que se reproduce en la familia, la escuela, la iglesia, como estereotipos de género de lo que debe ser la mujer.

El gobierno de Bachelet intentó presentarse como el gobierno a favor de las mujeres y los sectores sociales menos favorecidos. Como ha demostrado hasta ahora, sus políticas sirven para mantener y garantizar los negocios de los grandes empresarios, y los discursos de protección social o igualdad, en realidad intentan legitimar a la concertación en su rol de falsos amigos del pueblo.

En el caso de la mujer, a los discursos de paridad de género e igualdad, contrastamos que la realidad sigue siendo que las mujeres viven cotidianamente siendo subordinadas y explotadas. No existe derecho al aborto. Conseguir una pastilla del día después es casi imposible. La brecha salarial entre hombres y mujeres se mantiene, y a lo sumo se intenta igualar los salarios manteniendo los sueldos mínimos de hambre, que ni siquiera alcanzan a cubrir la mitad de una canasta familiar o incorporando a la mujer al mercado laboral en condiciones de precarización y trabajo flexible. El sueldo no alcanza para cubrir las necesidades básicas y a las mujeres se les paga menos, siendo el 40%, las jefas de hogar. La justicia sigue considerando la violencia contra la mujer como faltas menores, sin proteger a las mujeres en sus derechos. Es la misma justicia que deja libres a los violadores a los derechos humanos, y que encarcela y criminalizada a la juventud y a los luchadores obreros y populares.

Las mujeres necesitamos organizarnos y luchar por nuestros derechos. Queremos el derecho al aborto, libre y gratuito. Queremos que se juzgue y condene la violencia intrafamiliar y le femicidio. Que existan guarderías gratuitas en todos los lugares de trabajo, entre otras cosas.

Necesitamos construir organizaciones que nos permitan dar estas y otras peleas.

Pero también, tenemos que saber quiénes son nuestros aliados en esta lucha.

Las mujeres somos todas oprimidas, por las relaciones de desigualdad de género que construye este sistema. Pero unas mujeres son explotadas como trabajadoras, junto a los trabajadores varones. Mientras otras defienden los intereses de los empresarios, como Bachelet, Evelyn Matthei, Soledad Alvear. O son parte directamente de quienes explotan y se quedan con las riquezas que produce el trabajador.


Porque el genero nos une, pero la clase nos divide.

¡A igual trabajo igual salario!

¡Por el derecho al aborto, legal, libre y gratuito!

¡Por guarderías gratuitas!

¡Basta de violencia contra la mujer!

¡Basta de trabajo precario. No la subcontratación. Trabajo estable para todos!

¡Por un salario mínimo de $350.000!

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