La Educación tradicionalmente adopta la misión de adaptar a las nuevas generaciones a las relaciones vigentes en la sociedad, la Educación Pública y su consecuente relación con el Estado burgués, nos da como resultado, una institución de la que se sirven las clases dominantes a través de sus múltiples mecanismos de precarización, las trabas del sistema, filtros de clase en instrumentos como la Psu, por ejemplo. Y a su vez en sus mecanismos de funcionamiento interno. En esta nota, nos centraremos en lo que las Ciencias de la Educación ha designado Currículo oculto, es decir, además del currículo formal que lo constituirían, por ejemplo, los planes de estudio y, por otra parte, el currículo oculto constituiría el plano ideológico que le dio forma a ese plan de estudios, sumado a una determinada intencionalidad dada por el establecimiento y en último lugar, la del profesor.
El interés en centrarnos en este aspecto, no quiere explicar, como otras corrientes que desde el proceso educativo surgen las formas de dominación, sino que son un espacio más, donde la burguesía logra asentarse. La opresión de género, por ejemplo, que es el tema en el que nos volcaremos específicamente tiene como objetivo rastrear la evidencia real de la opresión de género en la educación.
Si consideramos que el currículo oculto de genero es todo lo que existe detrás y en paralelo al proceso pedagógico, que es proveedor de enseñanzas encubiertas, latentes, no explícitas, que no está contemplado en los planes de estudios ni en la normativa importante del sistema institucional; por el contrario, deriva de ciertas prácticas institucionales que sin embargo, pueden ser tal vez más efectivas para la reproducción de conductas y actitudes, evidenciamos que estas instituciones detrás de este currículo son el Estado, un estado burgués ,es decir un estado administrado y al servicio de los empresarios, sus políticos, intelectuales y representantes, un Estado que perpetua la opresión de género y la explotación de clase.
Para ejemplificar lo anterior, podemos observar la educación inicial donde los infantes son bombardeados por información contaminada con patrones de conductas y roles sociales, por ejemplo los aparentemente tiernos cuentos infantiles nos van encaminando las expectativas y las exigencias de la realización de las metas que impone el ideario burgués (matrimonio, estabilidad familiar, etc.) en otras palabras, nos delimitaron la idea de como debía ser el comportamiento, la apariencia y el sentir de la mujer ideal, y del hombre ideal. Ejemplos de éstos roles a seguir son los cuentos de La Cenicienta, La Bella Durmiente, Blancanieves, etc.; que instauran en el inconsciente de los niñas la idea de que deben ser hermosas, abnegadas, virtuosas, comedidas y pacientes a la espera del príncipe azul que las liberará de la cotidianeidad; en tanto a los niños se les demarca el camino que debe seguir el príncipe, el héroe, que conquista tierras lejanas, que es temerario, exitoso, proveedor que obtendrá grandes riquezas y su recompensa mayor será la doncella pasiva que llevará al altar.
Es también en esta parte de la educación que podemos afirmar que parte del futuro vocacional y profesional se estructuran en forma diferente para los niños y para las niñas, ya que los juegos infantiles instituyen la internalización de los roles, es así como la niña integra el rol materno, a través del cuidado de su muñeca. En los niños, la situación no es distinta, en el sentido que son establecidos a través de la educación los roles de ambos géneros, sin embargo el genero femenino que encarna la mujer es subordinado al genero masculino, a los niños se les fomenta a jugar con pelotas, con autos, a construir; para desarrollar en ellos la audacia, la aventura, la capacidad para correr riesgos y la libertad que esto implica, Por otro lado, a las niñas se les fomenta a ser afectivas, sentimentales, emocionales, etc.; y a los niños se les enseña a ser agresivos, bruscos e independientes y a ambos se les instruye a repudiar los juegos del otro que podrían dar pie a otras interpretaciones.
Lo central no es una lucha de sexo contra sexo, en el sentido de roles establecidos socialmente sino que los roles que establecen el patriarcado y que han sido mantenidos milenariamente son serviles a esta sociedad de explotación capitalista, es decir, lo central es que se subordina una clase a otra, siendo la mujer pobre y trabajadora doblemente oprimida.
Ante este diagnóstico, nos queda la duda, ¿cómo enfrentar las reproducciones de los patrones de conducta machista? Desde el feminismo marxista, planteamos que la opresión de género es totalmente funcional al capitalismo y la sociedad de clases –por ejemplo para tener mano de obra barata, realizar las labores domésticas, etc.-, por lo tanto, sin abolición del capitalismo no habrá liberación para la mujer.
Ante el hecho particular de la reproducción de valores en los establecimientos, sostenemos que en tanto en la educación persista el autoritarismo y poca democratización de ésta, y se trate de una educación que tiene un claro contenido de clase, se seguirán reproduciendo también estos patrones. Por lo tanto, es necesrio una lucha consecuente contra este sistema educativo, como parte de una lucha más general contra el conjunto de la democracia para ricos y el sistema capitalista, para así poder avanzar en perspectiva de una nueva política de género. Es necesario también denunciar y luchar contra el sistema de enseñanza actual, denunciando su carácter de clase y sexista, al servicio del mantenimiento de la sociedad de clases.
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