Esta planteada la necesidad de la lucha del movimiento de mujeres y la izquierda por el derecho al aborto y contra el femicidio
María Rojas
02 de noviembre de 2008
Los problemas que las mujeres enfrentamos hoy, encuentran su mayor expresión en la pobreza y el trabajo precario, cada vez son más las mujeres las que integran el mundo laboral, pero también integran cada vez más el grupo humano que vive en la miseria. Lejos de lo que hablan los gobiernos neoliberales y los partidos patronales, de que las mujeres al integrarse al mercado laboral, al otorgarse concesiones e incorporarse al mundo público y político, estarían crecientemente en mejores condiciones que en décadas pasadas, esto no es así. Si bien las mujeres se han integrado al trabajo y son hoy mujeres trabajadoras en gran parte, al mismo tiempo se trata de puestos de trabajo altamente precarizados, con bajos sueldos, mientras además las mujeres no se libran del trabajo doméstico y son muchas las que aun viven dependiendo de sus maridos o familias, y siguen esclavas al trabajo doméstico y el cuidado de los niños, al borde de la miseria.
Por otro lado, que las mujeres hayan llegado a los puestos más altos de la política si bien fue algo nuevo para nuestro género, no es más que la expresión de que los derechos democráticos para las mujeres ya constituyen un triunfo logrado con años de lucha, pero que hoy no dan cuenta de los problemas de fondo que vivimos. Porque si es verdad que nunca antes en Chile hubo una mujer presidenta, Bachelet representa un gobierno neoliberal, es parte de un partido patronal que gobierna para los intereses de los empresarios y sus políticas de paridad, no dan solución a los problemas que vivimos las mujeres trabajadoras y pobres, que vivimos con salarios de hambre que Bachelet mantiene. Así el discurso de que este sería el siglo de las mujeres, o que la democracia daría un vuelco importante, se desvanece con la realidad con estos gobiernos como el de Cristina Kirchner, que mientras intenta hace pasar de suficiente la medida de pseudonacionalizar la AFP, mantiene la situación de mujeres que mueren por abortos clandestinos, cifra que llega a 400 y bajos salarios pese a las altas ganancias de los empresarios. Por otro lado, las mujeres que integran el Parlamento en Chile, son de partidos de derecha en su mayoría, como Evelyn Matthei, o mujeres en la política que como la alcaldesa Rysselbergue, que sólo gobiernan para los ricos, defienden la herencia de la dictadura y el sometimiento de las mujeres al conservadurismo; sin dejar de plantear que el Parlamento está lejos de ser una institución que pueda defender nuestras demandas.
En estas elecciones municipales, pudimos ver que algunos candidatos de la Concertación y la propia ex ministra de salud, Soledad Barría, salieron posicionándose de progresistas frente a la derecha, diciendo que si ellos eran elegidos darían la pastilla del día después. Pero no es más que una posición hipócrita, cuando son ellos los que gobiernan y dejaron pasar la jugada de la derecha y la iglesia luego del tribunal constitucional, cuando son ellos los que dejaron pasar este importante retroceso en los derechos de las mujeres, principalmente para las pobres y trabajadoras que no pueden comprarla en las farmacias. Son ellos mismos, los responsables del escándalo ocurrido en Iquique tras no dar los resultados de los exámenes de VIH a 25 pacientes, lo que significa una negligencia importante del gobierno y da cuenta de la crisis del sistema público de salud cada vez más precarizado. Estos días la hipocresía fue tal, que ni siquiera se mostró en la prensa a Karen Espíndola, la mujer embarazada que exige el aborto terapéutico tras tener un diagnostico de malformaciones en el feto que lleva dentro, que impediría la vida de ese ser humano, y le acarreará sólo sufrimiento a Karen imposibilitada ante la ley de poder decidir.
Es necesario proponerse luchar por el derecho a anticonceptivos gratuitos, libres y de calidad, como de derecho al aborto legal, gratuito, de calidad y libre, pues todo demuestra que nada ha cambiado para las mujeres con los gobiernos de la Concertación ni el de Bachelet y menos cambiaría con la derecha que sólo traería más miseria, represión y precarización laboral.
Este próximo 25 de Noviembre, es el día que se conmemora a las hermanas Mirabal, asesinadas por la dictadura de Trujillo en República Dominicana, hoy el sentido político que tiene es para movilizarse contra la violencia contra las mujeres y el femicidio. Estos últimos años, se viene realizando conteos de las víctimas y una campaña que había sido más activa. Y pese a que Bachelet había tomado junto al Sernam, la cabecera de esta campaña, creando reformas como la tipificación del femicidio, la instauración de casas de acogida, y mayor vigilancia policial y de la justicia para los casos, nada parece ser efectivo. Las mujeres denuncian más, pero aun así no hay nada de estas medidas que impidan concretamente el maltrato y el femicidio, la muerte de estas mujeres por mano de sus parejas. Ya llegamos este año a la cifra de 54 femicidos hasta el cierre de esta edición, y en esta área en que el Sernam había puesto más sus fuerzas, no hay logros. Si analizamos de fondo la realidad de las mujeres que más viven el maltrato y sufren los femicidios, encontramos causas sociales claras, se trata de las mujeres pobres y trabajadoras que no pueden independizarse de sus parejas o maridos, que pese a las ganas de separarse no pueden por razones económicas, también por miedo, pero sobretodo porque no tiene adonde ir. Además la denuncia a un hombre, que tiene a su favor las normas morales, que cree que la mujer le pertenece, que se educó en nada menos que esta sociedad, difícilmente puede pensar de otro modo cuando ha caído en la miseria social y el machismo más recalcitrante, que es la misma ideología de la justicia y las leyes con las que intenta frenar esta situación. Creemos que esta situación es hipócrita. No es posible terminar con le machismo con la legalidad. Tampoco con la conciencia de que el machismo es dañino. Pero aun así creemos que es necesario buscar reformas legales y decir a las mujeres que es necesario luchar contra esto, denunciando, buscando ayuda, terminando con este tipo de relaciones, pero esta situación no la cambiarán las mujeres individualmente en su hogar ni menos los gobiernos patronales de la Concertación y la derecha, sino que se hace necesario que los movimientos de mujeres, estudiantiles, la izquierda, y la organizaciones de los trabajadores y trabajadoras, tomemos esta lucha junto a las mujeres que sufren estas situaciones, que son muchas. Porque mientras hoy el Sernam discute aplicar cadena perpetua, se pretende trabajar en alianza con el Subsecretario del Interior, Felipe Harboe, el mismo que avala la represión a los mapuche, no podemos confiar en estos sectores, que se hacen pasar por defensores de los derechos de las mujeres pobres y trabajadoras, cuando nos reprimen y hacen la vista gorda hipócritamente al problema del salario de las mujeres trabajadoras, de la subcontratación, de la represión y los derechos de los mapuche. Creemos que nada solucionará dando cadena perpetua al asesino de una mujer que tuvo que morir para que se castigara a su asesino, mientras en vida tuvo que vivir el sometimiento económico por no poder tener un salario que le permitiese vivir y alimentar a sus hijos, que no pudo optar si tener hijos o más hijos de los que tenía, que no tuvo educación sexual ni dinero para acceder a métodos anticonceptivos, en una sociedad que sustenta el machismo en los medios de comunicación, con la prostitución, que objeta a las mujeres, que mantiene vigentes el matrimonio cuando se permite la violación dentro de él, que se sirve de la opresión de las mujeres en todo sentido y exalta el machismo y la miseria en que viven hombres y mujeres.
De seguro además, seguirán descargando más abiertamente los costos de la crisis económica en curso en nuestros hombros, como ya lo vienen haciendo con los fondos de nuestras jubilaciones en las AFPs, que ya se pierden con la crisis económica capitalista, frente a lo cual será necesario responder. Las mujeres trabajadoras y pobres, que ya vivimos una situación de precariedad, tenemos que empezar a cuestionarnos nuestro rol en esta sociedad, pues sabemos lo que cuesta sostener los hogares, a los hijos y nuestras propias vidas, y más aun si se nos hace más difícil con la crisis económica que no producimos y que nos quieren cargar encima, porque sólo producimos riqueza a los ricos y empresarios y no tenemos por qué acentuar nuestra situación de precariedad en la que nos mantiene esta sociedad.
Es por esto, que una salida inmediata solo puede venir de la mano de una lucha de las mismas mujeres, sin confiar en la iglesia ni en el estado ni en los partidos patronales, pero que una lucha por castigo a los culpables aunque necesaria, no dará una solución de fondo si no es luchando contra este sistema capitalista hoy en crisis, que se muestra cada vez más decadente y que es el que sustenta nuestra situación de explotación, miseria y discriminación. Asimismo creemos que es necesario comenzar a dar una lucha también por el derecho a anticonceptivos y derecho al aborto libres, gratuitos, legales y de calidad, para enfrentar casos como el de Karen Espíndola, que requiere urgentemente el derecho al aborto que la Concertación y la derecha no pueden dar hasta el final ni pretenden hacerlo, pues sabemos que la derecha nos obliga con su discurso antiabortista a doblegarnos a su moral, mientras no podemos alimentar hijos en la situación precaria en que vivimos, tampoco Bachelet que frente al fallo del Tribunal Constitucional sólo asintió con la cabeza, y se declara contra el aborto, mientras no garantiza un método anticonceptivo mínimo como la pastilla del día después. Es necesaria la autoorganización de las mujeres, para luchar por estos derechos junto a sus aliados de la clase trabajadora, y los estudiantes. Para dar una lucha por estas necesarias demandas, los militantes de clase contra clase, luchamos además por construir un partido de trabajadores y trabajadoras, revolucionario.
Nota del periódico de clase contra clase Nº 119, sección Género.
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