Boletín de la 4ª y última sesión del Taller de Género y Clase
¿Cómo se emancipa el género?
La realidad que enfrentamos las mujeres en el capitalismo
Los problemas que las mujeres enfrentamos hoy, encuentran su mayor expresión en la pobreza y el trabajo precario, cada vez son más las mujeres las que integran el mundo laboral, pero también integran cada vez más el grupo humano que vive en la miseria. Lejos de lo que hablan los gobiernos neoliberales y los partidos patronales, de que las mujeres al integrarse al mercado laboral, al otorgarse concesiones e incorporarse al mundo público y político, estarían crecientemente en mejores condiciones que en décadas pasadas, esto no es así. Si bien las mujeres se han integrado al trabajo y son hoy mujeres trabajadoras en gran parte, al mismo tiempo se trata de puestos de trabajo altamente precarizados, con bajos sueldos, mientras además las mujeres no se libran del trabajo doméstico y son muchas las que aun viven dependiendo de sus maridos o familias, y siguen esclavas al trabajo doméstico y el cuidado de los niños, al borde de la miseria.
Por otro lado, que las mujeres hayan llegado a los puestos más altos de la política si bien fue algo nuevo para nuestro género, no es más que la expresión de que los derechos democrático-formales para las mujeres ya constituyen un triunfo logrado con años de lucha, pero que hoy no dan cuenta de los problemas de fondo que vivimos. Porque si es verdad que nunca antes en Chile hubo una mujer presidenta, Bachelet representa un gobierno neoliberal, es parte de un partido patronal que gobierna para los intereses de los empresarios y sus políticas de paridad, no dan solución a los problemas que vivimos las mujeres trabajadoras y pobres, que vivimos con salarios de hambre que Bachelet mantiene. Asimismo, el discurso de que este sería el siglo de las mujeres, o que la democracia daría un vuelco importante, se desvanece en la realidad con gobiernos como el de Cristina Kirchner, que mientras intenta hacer pasar de suficiente la medida de pseudonacionalizar la AFP, mantiene la situación de mujeres que mueren por abortos clandestinos, cifra que llega a 400, y los bajos salarios pese a las altas ganancias de los empresarios. Sarah Palin por ejemplo, candidata a vicepresidenta de EEUU con McCain, representa a las mujeres del sector neoconservador que defienden la subordinación de las mujeres a la maternidad por sobre todo, mientras miles de mujeres no pueden tener hijos por desigualdades económicas y otros problemas.
La realidad de las mujeres pobres y trabajadoras
Las cifras son alarmantes sobre la realidad de las mujeres. Lejos de que las mujeres ya hayamos conquistado logros democráticos suficientes para ser supuestamente "iguales a los hombres" por lograr ciertos cargos o derechos, lo que es una visión reducida e irreal, nuestra situación actual dentro de las relaciones sociales en las cuales existimos son aún más complejas. Para ilustrar esta realidad, tomamos el "informe elaborado por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), sobre "Cultura, género y derechos humanos", que señala que un 60% de las mil millones de personas más pobres del mundo son mujeres, así como dos tercios de los 960 millones de adultos que no saben leer ni escribir y un 70% de los 130 millones de niños no escolarizados." (El Mercurio, 12/11/08). Esta realidad que hoy pareciera esconderse tras los cargos que ocupan destacadas mujeres al frente de gobiernos y organizaciones mundiales, existe, y no parece solucionarse con las tibias medidas "sociales" junto al fuerte impacto del neoliberalismo, sobretodo en países de Latinoamérica y otras regiones dependientes del imperialismo. La pobreza, fuente de otros miles de problemas, plantea que es crucial para definir la forma de discriminación y violencia que viven las mujeres. Porque si hablamos de aborto clandestino, son precisamente las más pobres y las trabajadoras las que mueren por éstos, por la insalubridad, hay "más de medio millón de mujeres que pierden la vida cada año durante el embarazo o el parto. (...)", lo que se liga también a la falta de educación sexual, de anticonceptivos a disposición para poder protegerse de embarazos no deseados y de derecho al aborto en última instancia, que las lleva a recurrir a abortos clandestinos y arriesgarse a la muerte. Los datos de este estudio plantean que hay "14 millones de adolescentes que cada año tienen un niño, la mitad de ellas sin haberlo buscado." Es creciente la maternidad adolescente, en mujeres que no han podido elegir cuando tener hijos, porque legalmente no pueden acceder a anticonceptivos al no ser consideradas dentro de los planes estatales por su edad, ya que por lo general las mujeres inician su sexualidad antes de lo que pretende la sociedad. Y por esta causa han tenido que dejar de estudiar o pasar a ser dueñas de casa, postergando toda otra perspectiva de vida. Los datos dicen que "Un 25% de las jóvenes latinoamericanas son madres antes de los 20 años por falta de educación sexual y uso de preservativos, según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ)." (El Mercurio, 30/10/08).
A pesar de que las mujeres en encuestas aseguran estar de acuerdo con el derecho al aborto terapéutico por ejemplo en Chile donde "un 79% se inclina por la legalización del aborto terapéutico" según la encuesta de la Corporación Humanas junto a Oxfam y Fundación Ford, los gobiernos de turno como el de Bachelet han permitido que quede intacto el Fallo de Tribunal Constitucional impulsado por la derecha y miembros de la iglesia, que impidió que la píldora del día después fuese otorgada en el servicio público de salud a toda las mujeres que lo requieran. Lejos estamos de poder acceder al derecho al aborto legal, libre y gratuito, lo que cuestiona que solamente con una mujer en la presidencia, que además está contra el derecho al aborto, esta realidad de discriminación y violencia sobre las mujeres pueda cambiar. A estos problemas que vivimos las mujeres, hay que sumarle los casos de "femicidio" o asesinato de mujeres, la forma más extrema que alcanza esta violencia machista. Por lo general se trata de asesinatos en que los asesinos son hombres que han sido o son parejas de estas mujeres, que luego de situaciones de violencia sistemática llegan al extremo de quitarles la vida. Es una posesión social sobre estas mujeres, que produce esta sociedad capitalista patriarcal, que legitima que los hombres se apropien de las mujeres económica y culturalmente. Por ejemplo, que en la relación dentro del matrimonio no pueda denunciarse una violación, quiere decir que la legalidad legitima que las mujeres sean prácticamente propiedad de los hombres. Pero esta realidad hay que mirarla en todas sus aristas, y aunque si bien todas sufrimos las consecuencias del lugar subordinado que la sociedad nos otorga, vivido de forma diferente por cada mujer, es una constante que las mujeres trabajadoras y las pobres vivamos esta violencia de manera más acentuada. Es una situación de raíces concretas, las mujeres que no tienen un trabajo que les pueda permitir la independencia económica, por que no pueden acceder a él por otras tareas o porque el sueldo no se los permite por su precariedad, viven sometidas a la pobreza soportando violencia por años, lo que se acentuará hoy con la actual crisis capitalista mundial y con la inflación al afectar más los salarios. Toda forma de violencia sobre las mujeres es servil a este sistema capitalista que lo utiliza para que cobremos menos sueldo que los hombres por el mismo trabajo, al mismo tiempo que nos mantiene obligadas a realizar gratuitamente el trabajo doméstico, que les sirve a los empresarios y el estado para no pagarle más a los trabajadores por un trabajo que si no hiciera la dueña de casa o las mujeres, lo tendría que pagar el trabajador a otra trabajadora o trabajador como el lavado de la ropa, la comida, la limpieza, etc. Al mismo tiempo que se nos mantiene subordinadas, las instituciones sociales y la cultura asentada en esta realidad económica desigual, socializa mediante la familia y la estructura social de conjunto, a todos los seres humanos para reproducir estos roles de género, diferenciados para hombres y mujeres, en conductas determinadas que obligan a cumplir estos roles. Las minorías sexuales también sufren el peso de esta estructura social patriarcal y capitalista que los oprime por ponerlas en cuestionamiento, aunque es posible avanzar en sus derechos democráticos y algunos hasta se liberan de esta opresión por pertenecer a la burguesía. Sin embargo la clase, creemos que no puede abolirse ni incluirse como una diferencia que hay que aceptar, pues para abolirla es necesario terminar con la sociedad capitalista basada en la explotación de miles de seres humanos por unos pocos empresarios que produce mil millones de pobres dentro de los cuales las mujeres somos el 60%, mientras la feminización de la pobreza avanza.
¿Qué estrategia para qué emancipación?
Ante esta situación actual de las mujeres en el capitalismo, creemos que es necesario dotarse de una estrategia para luchar por nuestros derechos y terminar con esta situación de raíz que los gobiernos neoliberales y empresariales mantienen. Nuestra realidad no es inmutable ni biológica, sino que es social, por tanto podemos cambiarla. A lo largo de la historia las mujeres nos hemos organizado para luchar por nuestros derechos, cuestionando nuestro rol en la sociedad, que como vemos sigue siendo de desigualdad, discriminación y subordinación. Ha habido varias respuestas políticas y estratégicas que hoy todavía actúan en la realidad en teorías y organizaciones políticas. Las feministas anticapitalistas autonomistas, que hoy plantean democratizar el capitalismo, han renunciado en varios países a luchar independientemente de los partidos patronales, como lo han anunciado en Venezuela al querer dejar de lado la autonomía de los movimientos feministas ante el chavismo y el Estado. Por lo general han tomado la vía gradualista de conseguir por presión a las instituciones parlamentarias y a los gobiernos las demandas de las mujeres. Por otro lado las ONG`s y los institutos y organizaciones internacionales en que participan mujeres con una perspectiva de género, pretenden lograr la "equidad de genero", a través de leyes que esperan que sean votadas por lo mismos que gobiernan, los partidos patronales. Por ejemplo Humanas, en Chile, plantea que la ley contra la brecha salarial está avanzando en el Congreso, pero el gobierno de la Concertación, ni siquiera ha llevado adelante a través del Sernam, el paquete de medidas prometidas en "Las Buenas prácticas laborales" y como dice un lienzo de las trabajadores y trabajadoras del sector público en movilización, "las trabajadoras jefas de hogar, no pueden esperar", mientras hoy exigen estas medidas y el reajuste salarial de 14,5% que la concertación y la derecha se niegan a dar.
Para terminar con nuestra situación de opresión, creemos que si bien se puede avanzar con una lucha por nuestros derechos democráticos, cuestionando las relaciones sociales y culturales, la lucha que creemos que hay que dar es anticapitalista, clasista y revolucionaria porque la demanda como el derecho al aborto, debemos conquistarla las mujeres junto a los trabajadores sin confiar en los partidos patronales, ni la iglesia ni el Estado, manteniendo la autonomía y la propia organización. Pero hay que cambiar de fondo esta sociedad, pues como vemos en Uruguay un presidente puede vetar una ley de derecho al aborto como hoy lo hace Tabaré Vásquez, y puede ser pasada por encima como en Argentina, donde C. Kirchner, impide que una niña violada pueda realizarse un aborto, esto lo permiten estos gobiernos patronales que defienden este sistema capitalista.
Frente a las feministas multiculturalistas, que dicen que la clase es una categoría más como las otras, igualándola a género y etnia, decimos que las mujeres trabajadoras no podemos acabar con nuestra subordinación mientras no terminemos con la explotación de la clase trabajadora y con la propiedad privada de los medios de producción, pues la sociedad capitalista patriarcal se sustenta y se sirve del resto de las opresiones y diferencias para mantener la base que es la explotación de una clase por otra y la propiedad privada, mientras junto al multiculturalismo compartimos la noción de la categoría de género, entendida como la construcción social de los roles sexuales, lo que nos permite dar cuenta de que al estar dada por las relaciones sociales, nuestra subordinación, no es inmutable ni eterna. Frente a las postestructuralistas, que cuestionan la categoría de género por ser una categoría identitaria, creemos que las relaciones sociales producen una esencia y una identidad que cristaliza pero que no es inmutable. Partimos de la base de las condiciones concretas, de que la sociedad está dividida en clases y se articulan desde ahí las diferencias de género, etnia, etc. Como el género no es una opresión discursiva o de reglas sociales a un cuerpo sin esencia, y por tanto la identidad no es una falsa convicción a la que se puede escapar, sino que existe, constituida a partir del conjunto de relaciones sociales, para transformarla es necesario no sólo actuar diferente a lo que dictan las normas sociales, sino que cambiar las condiciones sociales concretas que la sustentan. Entonces no basta con cambiar las relaciones sociales y culturales, cambiando las reglas y roles simplemente, porque es necesario transformar las bases sociales y económicas de fondo. Reconocernos como mujeres oprimidas, porque lo somos, nos permite dar cuenta de la realidad, y para cambiarla tenemos que entenderla. Pero reconocernos como mujeres oprimidas no va de la mano con la exclusión inherente de otros sectores porque reconozcamos nuestra situación, sino que hay que tomar una lucha concreta contra toda opresión que producen las relaciones sociales, como dice Marx, "no se libera quien oprime a otros", por lo que esta lucha debe ser anticapitalista para terminar con todo tipo de explotación, al mismo tiempo que hay que luchar contra todo tipo de opresión. Pues la emancipación de todos los oprimidos y explotados está dada por la lucha de la clase trabajadora contra el capitalismo en alianza con todos los oprimidos por esta perspectiva para su propia liberación. Las mujeres trabajadores y pobres, ante esto, tenemos que luchar por nuestra emancipación dando una lucha de genero y de clase, pues mientras el género nos une, la clase nos divide.
¡Por los derechos de las mujeres trabajadoras!
¡Por anticonceptivos gratis para no abortar, aborto libre y gratuito para no morir!
¡Por un feminismo clasista y anticapitalista!
¡No más muertes por machismo!
clase contra clase-clase y género
19 de Noviembre de 2008
Ver en
Foros
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario