Crónica de la marcha del pasado 25 de Noviembre de 2008

Este 25 de Noviembre, una conmemoración y marcha contra la violencia hacia las mujeres reducida y dividida
¿hacia una pasividad y continuación de confianza en Bachelet?




Por María Rojas
Clase y Género (clase contra clase)



El pasado martes 25 de Noviembre, asistimos un reducido grupo de personas a la convocatoria contra la violencia hacia las mujeres, convocada por la Red Chilena contra la violencia Doméstica y Sexual, que concentra a varias organizaciones feministas y ONG`s, que desde el año pasado, han impulsado la campaña EL MACHISMO MATA, denunciando los casos de mujeres muertas en Chile por femicidio. Y a pesar de que la marcha del año pasado fue masiva, este año no, la explicación parece estar en la propaganda realizada, que este año casi no existió, mientras el año pasado no había muralla donde no se viera un afiche. Pero esta campaña coincidió con la que impulsó el Sernam, lo que no es raro si pensamos que este frente de organizaciones dentro de las que está la ONG Humanas, en sus declaraciones hicieron llamados a Bachelet a solucionar estos problemas y han trabajado junto al gobierno en varias ocasiones desde los 90`, y que el pasado jueves 13 de noviembre realizaron el Seminario "Femicidio en Chile: tipificar para erradicar", junto a nada menos que Felipe Harboe, el mismo subsecretario de gobierno que impulsa la represión al pueblo-nación mapuche, para que se les persiga y castigue con la ley antiterrorista.
¿será de la mano de estos agentes de la represión y violencia hacia los oprimidos, que daremos respuesta al problema de femicidio y maltrato a las mujeres?. Parece ser que la confianza en Bachelet va tomando otros ribetes y el movimiento feminista desdibuja sus fronteras y autonomía.
Mientras el acto de conmemoración en Plaza Italia era realizado por este frente de organizaciones, con antorchas y pancartas, esperamos que se realizara una marcha, pero la convocatoria se limitaba a estar parados y ni siquiera hubo cantos o alguna declaración que fuese leída. Cuando empezaron a dar vueltas en círculo alrededor de la Plaza Italia, pensamos que impulsarían una marcha, pero al preguntarles plantearon que no, que no estaba pensado hacer una marcha y que no estaba autorizada. Desde Clase y Género, militantes de clase contra clase e independientes, leímos nuestro volante "¡CUIDADO! EL MACHISMO MATA, OPRIME, MALTRATA. EL CAPITALISMO, SILENCIA, EXPLOTA y AVALA", dando cuenta de la lucha contra todo abuso y violencia hacia las mujeres, solidarizando con la huelga de las trabajadoras de Integra. Luego junto a otros asistentes a la convocatoria, impulsamos la marcha, a la que tuvieron que unirse las organizaciones convocantes. Logramos llegar hasta dos cuadras hacia abajo por alameda, hasta que carabineros nos hizo marchar por la vereda y no nos dejó seguir. Estuvimos detenidos allí un buen rato y quedamos casi solos, pero seguimos insistiendo en marchar hasta que se logró llegar hasta ahumada y luego doblar por plaza de armas. Carabineros nos siguió mientras íbamos por la vereda y cuando llegamos a ahumada, ni siquiera nos dejaron ir por el medio de este paseo que es peatonal!!! Cantamos gritos como "El que ama, no mata, no humilla ni maltrata" y "si señores, si señores, nos prohíben el aborto, estos curas violadores".
Creemos que esta convocatoria, a diferencia de la anterior, no sólo no fue masiva, sino que además, se dio en un carácter de cierre de la Campaña El Machismo Mata, y nos preguntamos si es que se logró algo importante con la denuncia, la campaña y la marcha realizada, que sea sustancial, para dar cierre a esta campaña. La respuesta es que no, porque si bien se denunció y contabilizó los casos, al parecer para este frente de organizaciones feministas y ONG`s se ha conquistado algo sustancial. Lo único que hemos visto es el impulso que el Sernam ha dado a su programa contra la violencia, creando casas de acogida, desplegando fuerzas policiales, impulsando la tipificación del femicidio como delito especial, pero, ¿estas medidas han dado respuesta concreta al femicidio y el maltrato de las mujeres? ¿se redujo acaso la cifra de mujeres que sufren femicidio y que ya va en 55 casos sólo este año? ¿Basta con denunciar, cuando las mujeres están muriendo igual?, ¿basta con estas medidas cuando las mujeres no pueden separarse del agresor si no pueden independizarse económicamente con los salarios de hambre que existen?
Abrimos con estas preguntas una reflexión en el movimiento feminista, pues creemos que cerrar una campaña así, sólo refleja pasivismo y confianza en el gobierno de la concertación y Bachelet. Por otra parte, las "Feministas Autónomas", al hacer un acto aparte, sólo revelan su divisionismo, negándose a la unificación del movimiento feminista que debe discutir sus posiciones y políticas, siendo necesario plantearse la independencia del feminismo del Estado, sus instituciones y los partidos patronales. Es necesario discutir contra la confianza en las instituciones y los partidos patronales, pero al mismo tiempo hay que levantar esta demanda progresiva que es impulsar desde las organizaciones feministas, la lucha contra la violencia a las mujeres y contra el femicidio. Hay que levantar un movimiento feminista que se plantee la lucha por los derechos de las mujeres, por ejemplo, por la conquista del derecho al aborto gratuito y legal, o en este caso, por castigar a los femicidas y cuestionar de fondo la situación de las mujeres en la sociedad capitalista patriarcal. Es por eso que creemos que las distintas organizaciones feministas debemos plantearnos una lucha independiente del Estado, de los partidos patronales (Concertación, derecha, PRI, Mas, Chile 1º), de la Iglesia y el imperialismo, sin confiar en Bachelet que por ser mujer no garantiza nada. Es necesario impulsar un movimiento feminista así, para defender los derechos de las mujeres, sobretodo trabajadoras y pobres, por enfrentar al capitalismo y la clase dominante que mantiene para sus fines la represión, la subordinación de las mujeres, de los mapuche, de los inmigrantes y que explota a las trabajadoras y trabajadores.
Frente al problema del maltrato y las muertes de mujeres, creemos que las mujeres víctimas de violencia y maltrato, junto a las organizaciones sindicales y obreras, feministas, de izquierda y de minorías sexuales, sin carabineros, tenemos que buscar el castigo de los femicidas, y medidas efectivas para tomar esta tarea en nuestra manos, pero sin confiar en que la mera denuncia o la ley den una solución hasta el final. Porque el machismo no es sólo fruto de una relación de desigualdad entre hombres y mujeres que se pueda resolver culturalmente, sino que una de las principales opresiones que la clase dominante mantiene para seguir sirviéndose de la opresión sobre de las mujeres, que los beneficia y así seguir explotando a los trabajadores y trabajadoras y perpetuarse en el poder. Por eso es necesario levantar un feminismo anticapitalista que cuestione de fondo este sistema de dominación, para terminar de raíz con toda opresión y explotación, desde el maltrato, el trabajo doméstico, la miseria de las mujeres pobres y de fondo el lugar de explotadas de las mujeres trabajadoras.

Tenemos que exigir y poner en marcha:

1)Refugios u hogares transitorios para las mujeres víctimas de violencia y sus hijos e hijas, garantizados económicamente por el Estado y bajo control de las propias víctimas de violencia, organizaciones de mujeres y trabajadoras, con gabinetes de profesionales y especialistas, sin presencia policial ni judicial. Jardines infantiles en los lugares de trabajo y estudio gratuitos.

2) En nuestros lugares de trabajo y en los sindicatos, creación de comisiones de mujeres, independientes de las patronales, que se ocupen de los casos de acoso sexual o laboral y discriminación hacia las trabajadoras. Coordinado con la CUT a nivel nacional.

3) Subsidios transitorios acordes a la canasta familiar para las víctimas de violencia extrema, que estén desocupadas. Acceso a la vivienda, trabajo estable y un salario acorde a la canasta familiar de 360.000. Basta de brecha salarial y subcontratación. Licencias pagas para las trabajadoras que atraviesan una situación de violencia, con atención en salud cubierta íntegramente por la patronal y las obras sociales.

4) Tipificación del asesinato de mujeres como Femicidio y las más altas penas para los femicidas, abusadores, violadores y golpeadores, todos potenciales femicidas también. Ninguna confianza en la justicia patronal, que las víctimas de maltrato junto a las organizaciones sindicales, feministas, de izquierda y minorías sexuales, determinen y hagan cumplir las penas.
29 de Noviembre de 2008
clase contra clase
clase y genero

¡Cuidado! El machismo mata, oprime, maltrata. El capitalismo silencia, explota y avala...25 de noviembre







¡CUIDADO!
EL MACHISMO MATA, OPRIME, MALTRATA
EL CAPITALISMO, SILENCIA, EXPLOTA y AVALA

Por los derechos de las mujeres pobres y trabajadoras

SALUDAMOS LA LUCHA DE LAS TRABAJADORAS DE INTEGRA
¡POR EL CUMPLIMIENTO DE TODAS SUS DEMANDAS!
¡BASTA DE VIOLENCIA Y REPRESIÓN CONTRA LAS MUJERES POR PARTE DE LAS
FUERZAS POLICIALES!








El paro indefinido de las trabajadoras de Integra continúa desde ayer lunes 24 de noviembre, porque el gobierno sigue desconociendo el acuerdo que las trabajadoras hicieron el 2007, con la ex ministra de educación Yasna Provoste, de nivelar sus salarios de acuerdo a los de la Junji, que son inferiores hasta en un 50%. Las trabajadoras exigen además, el mismo 10% que obtuvieron los trabajadores públicos tras su movilización, ya que ellas se plegaron a la lucha por el reajuste e Integra pese a ser privado, recibe financiamiento estatal, dependen además de parte de la administración del Estado, sin embargo, no son reconocidas por el mismo gobierno que hasta el año pasado se vanagloriaba de los logros de esta fundación, logros que son obra de las trabajadoras.

Más aún, es bajo el alero de este mismo gobierno, el de Bachelet, (en el que ya han muerto 1 trabajador y dos luchadores mapuche) en que a las trabajadoras se les reprime brutalmente con fuerzas especiales, sin importar que muchas de ellas marchaban con sus hijos al no tener con quien dejarlos.

Es necesario que tanto los demás trabajadores, a través de sus principales órganos como la CUT, y el resto de las organizaciones políticas y de mujeres, solidaricemos con su lucha, ya que estas mujeres representan la doble cadena de opresión que el capitalismo reserva para nosotras, al ser oprimidas como mujeres y explotadas como trabajadoras, y además trabajar bajo condiciones precarias.


¡Por el cumplimiento de todas sus demandas!
¡Por los derechos de la mujer trabajadora!


Van 55 mujeres muertas en lo que va del año. Los asesinatos de mujeres constituyen el último eslabón de una larga y cruenta cadena de múltiples formas de violencia, mucho más habituales y comunes de lo que se cree, como lo son las violaciones, el abuso, los golpes, que vivimos con más crueldad las mujeres trabajadoras y pobres; sin embargo, hay otro tipo de agresiones que viven día a día millones de mujeres y hombres, violencia inflingida por parte del Gobierno de esta democracia para ricos y los empresarios hacia los trabajadores y trabajadoras, a los mapuche y todo aquel que se movilice por sus demandas, haciéndose valer el peso de la ley, la propiedad privada, mediante la represión de carabineros. Por eso lo que exigimos es castigo a los femicidas, abusadores y violadores, pero no de la mano de Felipe Harboe, ni ningún represor, sino que mediante nuestra propia organización en organismos de mujeres junto a los sindicatos y las organizaciones de izquierda, independiente del Estado, de la Iglesia y los partidos patronales de la Concertación, la derecha, el PRI, Chile 1º, MAS.



La situación que vivimos las mujeres trabajadoras y pobres, como la brecha salarial, salarios de hambre de la clase trabajadora, ausencia de jardines infantiles en los lugares de trabajo, o el tan "polémico" aborto clandestino, sin tener derechos al aborto seguro, legal y gratuito y ni siquiera nuestro derecho a acceder gratuitamente a anticonceptivos como la PAE (y la píldora del día después) que este año fue atacado por la Derecha reaccionaria y asesina, con el respaldo de la iglesia y la pasividad cómplice de la Concertación, son algunas de las manifestaciones de la doble cadena de miserias que el capitalismo reserva para las mujeres pobres y trabajadoras, garantizada por las leyes que favorecen sólo a los ricos y dueños de este país, teniendo que depender económicamente de maridos golpeadores, no pudiendo acceder libremente a anticonceptivos por nuestro escaso poder adquisitivo, debiendo exponernos a la muerte mediante abortos clandestinos de alto riesgo, por no poder pagar por un seguro aborto clínico (igualmente clandestino) que las ricas si pagan o no poder salir fuera del país para hacerlo, teniendo que recibir salarios que no alcanzan para vivir.

Todo esto constituye la miseria con la que día a día nos enfrentamos, miseria que está tan naturalizada por la operación ideológica que realizan las instituciones (desde la educación familiar, la educación escolar, la iglesia y el mercado) de esta sociedad dividida en clases sociales que no sólo se sustenta de nuestra opresión y degradación, sino que principalmente de la explotación de millones de trabajadoras y trabajadores por un puñado de empresarios y políticos parasitarios que legislan y administran a su favor.

Los golpes y muertes son obra, en la inmediatez, de hombres aborrecibles que en lo privado nos maltratan; y son obras de fondo, de un orden aborrecible que es la sociedad capitalista. Frente a esto la necesaria denuncia no es suficiente, ni mucho menos debemos confiar en quienes están a la cabeza del Estado de los empresarios, aunque digan que con una mujer como Bachelet las cosas son diferentes, ya que por muchas campañas que desplieguen o por muy progresistas que se muestren -llevando adelante campañas contra ciertos flagelos sociales- al mismo tiempo llevan adelante los intereses de los empresarios. No arrancarán los yugos de nuestra existencia puesto que, la raíz de nuestra opresión figura en el hecho de que somos consideradas una propiedad, propiedad del padre, del marido, algunas propiedad de Dios y otras propiedad pública, pero ninguna de nosotras autónomas finalmente. Para extirpar de raíz las causas del femicidio y de todo tipo de agresión sería necesario entonces, abolir la propiedad privada y para eso es necesaria la transformación radical de la sociedad, no acabaremos con el machismo mientras persista el capitalismo y la sociedad basada en la explotación, la opresión y la propiedad.

El hecho de que el Sernam no de respuesta responde a lo mismo, no han llevado adelante planes como las "Buenas Prácticas Laborales" y otras leyes como la brecha salarial, pues mientras acuerdan con los empresarios sin afectar sus intereses, intentan hacernos creer que se soluciona algo mientras se descarga sobre las mujeres muchas tareas sociales como los cuidados de la maternidad y el trabajo doméstico. Entonces no es una cuestión de que no han sabido "dar en el clavo" frente a la problemática de la mujer, por el contrario, una institución de este carácter jamás podrá resolver de raíz la violencia y la desigualdad, porque simplemente eso significaría afectar los intereses de la clase para la cual trabajan: los patrones y los políticos patronales.

Sin embargo, no esperaremos acabar con esta sociedad para alzar nuestra voz por nuestros derechos y luchar por ciertas medidas concretas, en este sentido creemos que es necesario exigir las más altas penas para los femicidas y golpeadores, y vemos la necesidad de tipificar el asesinato de una mujer como Femicidio y no como cualquier crimen pasional, ya que nombrar la violencia contra las mujeres como violencia "familiar" o "doméstica" es una operación ideológica que tiende a hacernos creer que se trata de un asunto privado, en el que no hay que meterse, pero además, oculta el hecho de que esa violencia ejercida por las personas más cercanas a la víctima, y concretada en el ámbito privado, está originada, sostenida e incluso hasta justificada por una sociedad en la que la violencia contra las mujeres se ha convertido, trágicamente, en "sentido común", pues está legitimado. Como el hecho de que no se evitara que el chacal de Valdivia se suicidara en la cárcel, después de abusar y matar a Sofía Sarabia y Camila Godoy hace algunos días.

Por último creemos que la denuncia y la tipificación, son necesarias, pero no suficientes y que son las mujeres autoorganizadas, en intersección con otros sectores, como las agrupaciones gremiales y sindicales, las organizaciones políticas de izquierda, feministas y de minorías sexuales, sin la presencia de las fuerzas policiales que hoy reprimen a los y las trabajadoras, pobladores y estudiantes cuando salen a manifestarse a la calle, y sin la confianza en los políticos y políticas de la patronal, las que debemos hoy tomar este asunto en nuestra manos, exigir y poner en marcha:

1)Refugios u hogares transitorios para las mujeres víctimas de violencia y sus hijos e hijas, garantizados económicamente por el Estado y bajo control de las propias víctimas de violencia, organizaciones de mujeres y trabajadoras, con gabinetes de profesionales y especialistas, sin presencia policial ni judicial. Jardines infantiles en los lugares de trabajo y estudio gratuitos.

2) En nuestros lugares de trabajo y en los sindicatos, creación de comisiones de mujeres, independientes de las patronales, que se ocupen de los casos de acoso sexual o laboral y discriminación hacia las trabajadoras. Coordinado con la CUT a nivel nacional.

3) Subsidios transitorios acordes a la canasta familiar para las víctimas de violencia extrema, que estén desocupadas. Acceso a la vivienda, trabajo estable y un salario acorde a la canasta familiar de 360.000. Basta de brecha salarial y subcontratación. Licencias pagas para las trabajadoras que atraviesan una situación de violencia, con atención en salud cubierta íntegramente por la patronal y las obras sociales.

4) Tipificación del asesinato de mujeres como Femicidio y las más altas penas para los femicidas, abusadores, violadores y golpeadores, todos potenciales femicidas también.

Tenemos que organizarnos para ser miles y arrancar nuestros derechos, invitando a nuestras amigas, vecinas, compañeras de estudio o de trabajo, a ponerse de pie para enfrentar este flagelo. Pero también convocando especialmente a los trabajadores y a todos los hombres que quieran luchar por una sociedad sin explotación ni opresión, a tomar esta tarea también en sus manos. Porque mientras la clase dominante logre mantenernos divididos, oponiendo a unos y otras, e instalando su venenosa ideología de que hay explotados de primera clase y explotados "de segunda", como las mujeres o las y los inmigrantes, más fácilmente se perpetúa su dominio y nuestra esclavitud.





¡BASTA YA DE TODA VIOLENCIA Y AGRESIÓN INDIVIDUAL Y ESTATAL!
¡POR UN FEMINISMO CLASISTA Y ANTICAPITALISTA!
¡POR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES TRABAJADORAS Y POBRES!


Clase y Género
Militantes de Clase contra clase e independientes.
Claseygenero.blogspot.com
Genero.clase@gmail.com



NOS HACEMOS PARTE DE LA MARCHA DEL 25 DE NOVIEMBRE A LAS 20:30 PARA DENUNCIAR EL MACHISMO, EL FEMICIDIO, que va en 55 asesinatos, Y TODA VIOLENCIA SOBRE LAS MUJERES, CONVOCADA POR LA RED CHILENA CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA Y SEXUAL.


LO HACEMOS DESDE UNA POLÍTICA ANTICAPITALISTA, CON INDEPENDENCIA DEL ESTADO, LA IGLESIA Y LOS PARTIDOS PATRONALES, PARA DEFENDER LOS DERECHOS DE LAS MUJERES POBRES Y TRABAJADORAS QUE VIVIMOS LAS PEORES CONDICIONES DE VIDA EN EL CAPITALISMO, QUE MANTIENE LA VIOLENCIA Y EL MACHISMO SOBRE NOSOTRAS, en la vida, en la casa, COMO LA EXPLOTACIÓN Y LA MISERIA que nos mantiene con menos salario por el mismo trabajo, nos acosa y discrimina.


Porque Bachelet y el Sernam no han dado respuestas de fondo y no pueden hacerlo, manteniendo los bajos salarios, la brecha salarial, el fallo del tribunal constitucional que nos niega el derecho a la píldora del día después y el derecho al aborto. Saludamos a las trabajadoras de Integra, que mantienen una movilización por demandas salariales, ya que el gobierno de Bachelet les ha negado el acuerdo de 2007.


Por esto, tenemos que autooganizarnos las mujeres, con las organizaciones sindicales, feministas, de minorías sexuales y de izquierda para dar una respuesta concreta e inmediata, que creemos que es la siguiente:




POR CONDENAS MÁXIMAS A LOS FEMICIDAS, VIOLADORES Y ABUSADORES

POR CASAS DE ACOGIDA CON FINANCIAMIENTO ESTATA Y BAJO CONTROL DE LAS MUJERES VÍCTIMAS DE VIOLENCIA, SIN LA POLICIA Y CON ASESORIA DE PROFESIONALES
POR COMISIONES DE MUJERES EN LOS SINDICATOS INDEPENDIENTE DE LA PATRONAL DE LAS EMPRESAS, QUE SE OCUPEN DEL ACOSO SEXUAL Y TODO TIPO DE DISCRIMINACIÓN DE LAS MUJERES TRABAJADORAS
SUBSIDIOS ACORDE A LA CANASTA FAMILIAR, PARA LAS DESOCUPADAS Y VÍCTIMAS DE VIOLENCIA, POR IGUAL TRABAJO PARA TODAS. LICENCIAS MÉDICAS Y ATENCIÓN DE SALUD PAGADAS POR LA PATRONAL.



Es necesario agruparnos para ser miles las mujeres que enfrentemos las condiciones a las que nos somete esta sociedad basada en la desigualdad, la discriminación y la explotación. Marchemos trabajadoras, pobres y estudiantes, convocando a los hombres trabajadores, estudiantes y pobres, pues nuestra división sólo es servil a este sistema de dominación.

Si quieres formar parte, asistir a nuestras actividades o llevar adelante algunas ideas y planteos, escríbenos a genero.clase@gmail.com


Clase y Género
clase contra clase e independientes



EL MACHISMO OPRIME Y MATA

EL CAPITALISMO EXPLOTA Y AVALA

DESTRUYAMOS NUESTRAS CADENAS

POR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES POBRES Y TRABAJADORAS




Boletín de la 4ª y última sesión del Taller de Género y Clase






¿Cómo se emancipa el género?



La realidad que enfrentamos las mujeres en el capitalismo




Los problemas que las mujeres enfrentamos hoy, encuentran su mayor expresión en la pobreza y el trabajo precario, cada vez son más las mujeres las que integran el mundo laboral, pero también integran cada vez más el grupo humano que vive en la miseria. Lejos de lo que hablan los gobiernos neoliberales y los partidos patronales, de que las mujeres al integrarse al mercado laboral, al otorgarse concesiones e incorporarse al mundo público y político, estarían crecientemente en mejores condiciones que en décadas pasadas, esto no es así. Si bien las mujeres se han integrado al trabajo y son hoy mujeres trabajadoras en gran parte, al mismo tiempo se trata de puestos de trabajo altamente precarizados, con bajos sueldos, mientras además las mujeres no se libran del trabajo doméstico y son muchas las que aun viven dependiendo de sus maridos o familias, y siguen esclavas al trabajo doméstico y el cuidado de los niños, al borde de la miseria.


Por otro lado, que las mujeres hayan llegado a los puestos más altos de la política si bien fue algo nuevo para nuestro género, no es más que la expresión de que los derechos democrático-formales para las mujeres ya constituyen un triunfo logrado con años de lucha, pero que hoy no dan cuenta de los problemas de fondo que vivimos. Porque si es verdad que nunca antes en Chile hubo una mujer presidenta, Bachelet representa un gobierno neoliberal, es parte de un partido patronal que gobierna para los intereses de los empresarios y sus políticas de paridad, no dan solución a los problemas que vivimos las mujeres trabajadoras y pobres, que vivimos con salarios de hambre que Bachelet mantiene. Asimismo, el discurso de que este sería el siglo de las mujeres, o que la democracia daría un vuelco importante, se desvanece en la realidad con gobiernos como el de Cristina Kirchner, que mientras intenta hacer pasar de suficiente la medida de pseudonacionalizar la AFP, mantiene la situación de mujeres que mueren por abortos clandestinos, cifra que llega a 400, y los bajos salarios pese a las altas ganancias de los empresarios. Sarah Palin por ejemplo, candidata a vicepresidenta de EEUU con McCain, representa a las mujeres del sector neoconservador que defienden la subordinación de las mujeres a la maternidad por sobre todo, mientras miles de mujeres no pueden tener hijos por desigualdades económicas y otros problemas.



La realidad de las mujeres pobres y trabajadoras

Las cifras son alarmantes sobre la realidad de las mujeres. Lejos de que las mujeres ya hayamos conquistado logros democráticos suficientes para ser supuestamente "iguales a los hombres" por lograr ciertos cargos o derechos, lo que es una visión reducida e irreal, nuestra situación actual dentro de las relaciones sociales en las cuales existimos son aún más complejas. Para ilustrar esta realidad, tomamos el "informe elaborado por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), sobre "Cultura, género y derechos humanos", que señala que un 60% de las mil millones de personas más pobres del mundo son mujeres, así como dos tercios de los 960 millones de adultos que no saben leer ni escribir y un 70% de los 130 millones de niños no escolarizados." (El Mercurio, 12/11/08). Esta realidad que hoy pareciera esconderse tras los cargos que ocupan destacadas mujeres al frente de gobiernos y organizaciones mundiales, existe, y no parece solucionarse con las tibias medidas "sociales" junto al fuerte impacto del neoliberalismo, sobretodo en países de Latinoamérica y otras regiones dependientes del imperialismo. La pobreza, fuente de otros miles de problemas, plantea que es crucial para definir la forma de discriminación y violencia que viven las mujeres. Porque si hablamos de aborto clandestino, son precisamente las más pobres y las trabajadoras las que mueren por éstos, por la insalubridad, hay "más de medio millón de mujeres que pierden la vida cada año durante el embarazo o el parto. (...)", lo que se liga también a la falta de educación sexual, de anticonceptivos a disposición para poder protegerse de embarazos no deseados y de derecho al aborto en última instancia, que las lleva a recurrir a abortos clandestinos y arriesgarse a la muerte. Los datos de este estudio plantean que hay "14 millones de adolescentes que cada año tienen un niño, la mitad de ellas sin haberlo buscado." Es creciente la maternidad adolescente, en mujeres que no han podido elegir cuando tener hijos, porque legalmente no pueden acceder a anticonceptivos al no ser consideradas dentro de los planes estatales por su edad, ya que por lo general las mujeres inician su sexualidad antes de lo que pretende la sociedad. Y por esta causa han tenido que dejar de estudiar o pasar a ser dueñas de casa, postergando toda otra perspectiva de vida. Los datos dicen que "Un 25% de las jóvenes latinoamericanas son madres antes de los 20 años por falta de educación sexual y uso de preservativos, según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ)." (El Mercurio, 30/10/08).


A pesar de que las mujeres en encuestas aseguran estar de acuerdo con el derecho al aborto terapéutico por ejemplo en Chile donde "un 79% se inclina por la legalización del aborto terapéutico" según la encuesta de la Corporación Humanas junto a Oxfam y Fundación Ford, los gobiernos de turno como el de Bachelet han permitido que quede intacto el Fallo de Tribunal Constitucional impulsado por la derecha y miembros de la iglesia, que impidió que la píldora del día después fuese otorgada en el servicio público de salud a toda las mujeres que lo requieran. Lejos estamos de poder acceder al derecho al aborto legal, libre y gratuito, lo que cuestiona que solamente con una mujer en la presidencia, que además está contra el derecho al aborto, esta realidad de discriminación y violencia sobre las mujeres pueda cambiar. A estos problemas que vivimos las mujeres, hay que sumarle los casos de "femicidio" o asesinato de mujeres, la forma más extrema que alcanza esta violencia machista. Por lo general se trata de asesinatos en que los asesinos son hombres que han sido o son parejas de estas mujeres, que luego de situaciones de violencia sistemática llegan al extremo de quitarles la vida. Es una posesión social sobre estas mujeres, que produce esta sociedad capitalista patriarcal, que legitima que los hombres se apropien de las mujeres económica y culturalmente. Por ejemplo, que en la relación dentro del matrimonio no pueda denunciarse una violación, quiere decir que la legalidad legitima que las mujeres sean prácticamente propiedad de los hombres. Pero esta realidad hay que mirarla en todas sus aristas, y aunque si bien todas sufrimos las consecuencias del lugar subordinado que la sociedad nos otorga, vivido de forma diferente por cada mujer, es una constante que las mujeres trabajadoras y las pobres vivamos esta violencia de manera más acentuada. Es una situación de raíces concretas, las mujeres que no tienen un trabajo que les pueda permitir la independencia económica, por que no pueden acceder a él por otras tareas o porque el sueldo no se los permite por su precariedad, viven sometidas a la pobreza soportando violencia por años, lo que se acentuará hoy con la actual crisis capitalista mundial y con la inflación al afectar más los salarios. Toda forma de violencia sobre las mujeres es servil a este sistema capitalista que lo utiliza para que cobremos menos sueldo que los hombres por el mismo trabajo, al mismo tiempo que nos mantiene obligadas a realizar gratuitamente el trabajo doméstico, que les sirve a los empresarios y el estado para no pagarle más a los trabajadores por un trabajo que si no hiciera la dueña de casa o las mujeres, lo tendría que pagar el trabajador a otra trabajadora o trabajador como el lavado de la ropa, la comida, la limpieza, etc. Al mismo tiempo que se nos mantiene subordinadas, las instituciones sociales y la cultura asentada en esta realidad económica desigual, socializa mediante la familia y la estructura social de conjunto, a todos los seres humanos para reproducir estos roles de género, diferenciados para hombres y mujeres, en conductas determinadas que obligan a cumplir estos roles. Las minorías sexuales también sufren el peso de esta estructura social patriarcal y capitalista que los oprime por ponerlas en cuestionamiento, aunque es posible avanzar en sus derechos democráticos y algunos hasta se liberan de esta opresión por pertenecer a la burguesía. Sin embargo la clase, creemos que no puede abolirse ni incluirse como una diferencia que hay que aceptar, pues para abolirla es necesario terminar con la sociedad capitalista basada en la explotación de miles de seres humanos por unos pocos empresarios que produce mil millones de pobres dentro de los cuales las mujeres somos el 60%, mientras la feminización de la pobreza avanza.



¿Qué estrategia para qué emancipación?

Ante esta situación actual de las mujeres en el capitalismo, creemos que es necesario dotarse de una estrategia para luchar por nuestros derechos y terminar con esta situación de raíz que los gobiernos neoliberales y empresariales mantienen. Nuestra realidad no es inmutable ni biológica, sino que es social, por tanto podemos cambiarla. A lo largo de la historia las mujeres nos hemos organizado para luchar por nuestros derechos, cuestionando nuestro rol en la sociedad, que como vemos sigue siendo de desigualdad, discriminación y subordinación. Ha habido varias respuestas políticas y estratégicas que hoy todavía actúan en la realidad en teorías y organizaciones políticas. Las feministas anticapitalistas autonomistas, que hoy plantean democratizar el capitalismo, han renunciado en varios países a luchar independientemente de los partidos patronales, como lo han anunciado en Venezuela al querer dejar de lado la autonomía de los movimientos feministas ante el chavismo y el Estado. Por lo general han tomado la vía gradualista de conseguir por presión a las instituciones parlamentarias y a los gobiernos las demandas de las mujeres. Por otro lado las ONG`s y los institutos y organizaciones internacionales en que participan mujeres con una perspectiva de género, pretenden lograr la "equidad de genero", a través de leyes que esperan que sean votadas por lo mismos que gobiernan, los partidos patronales. Por ejemplo Humanas, en Chile, plantea que la ley contra la brecha salarial está avanzando en el Congreso, pero el gobierno de la Concertación, ni siquiera ha llevado adelante a través del Sernam, el paquete de medidas prometidas en "Las Buenas prácticas laborales" y como dice un lienzo de las trabajadores y trabajadoras del sector público en movilización, "las trabajadoras jefas de hogar, no pueden esperar", mientras hoy exigen estas medidas y el reajuste salarial de 14,5% que la concertación y la derecha se niegan a dar.


Para terminar con nuestra situación de opresión, creemos que si bien se puede avanzar con una lucha por nuestros derechos democráticos, cuestionando las relaciones sociales y culturales, la lucha que creemos que hay que dar es anticapitalista, clasista y revolucionaria porque la demanda como el derecho al aborto, debemos conquistarla las mujeres junto a los trabajadores sin confiar en los partidos patronales, ni la iglesia ni el Estado, manteniendo la autonomía y la propia organización. Pero hay que cambiar de fondo esta sociedad, pues como vemos en Uruguay un presidente puede vetar una ley de derecho al aborto como hoy lo hace Tabaré Vásquez, y puede ser pasada por encima como en Argentina, donde C. Kirchner, impide que una niña violada pueda realizarse un aborto, esto lo permiten estos gobiernos patronales que defienden este sistema capitalista.


Frente a las feministas multiculturalistas, que dicen que la clase es una categoría más como las otras, igualándola a género y etnia, decimos que las mujeres trabajadoras no podemos acabar con nuestra subordinación mientras no terminemos con la explotación de la clase trabajadora y con la propiedad privada de los medios de producción, pues la sociedad capitalista patriarcal se sustenta y se sirve del resto de las opresiones y diferencias para mantener la base que es la explotación de una clase por otra y la propiedad privada, mientras junto al multiculturalismo compartimos la noción de la categoría de género, entendida como la construcción social de los roles sexuales, lo que nos permite dar cuenta de que al estar dada por las relaciones sociales, nuestra subordinación, no es inmutable ni eterna. Frente a las postestructuralistas, que cuestionan la categoría de género por ser una categoría identitaria, creemos que las relaciones sociales producen una esencia y una identidad que cristaliza pero que no es inmutable. Partimos de la base de las condiciones concretas, de que la sociedad está dividida en clases y se articulan desde ahí las diferencias de género, etnia, etc. Como el género no es una opresión discursiva o de reglas sociales a un cuerpo sin esencia, y por tanto la identidad no es una falsa convicción a la que se puede escapar, sino que existe, constituida a partir del conjunto de relaciones sociales, para transformarla es necesario no sólo actuar diferente a lo que dictan las normas sociales, sino que cambiar las condiciones sociales concretas que la sustentan. Entonces no basta con cambiar las relaciones sociales y culturales, cambiando las reglas y roles simplemente, porque es necesario transformar las bases sociales y económicas de fondo. Reconocernos como mujeres oprimidas, porque lo somos, nos permite dar cuenta de la realidad, y para cambiarla tenemos que entenderla. Pero reconocernos como mujeres oprimidas no va de la mano con la exclusión inherente de otros sectores porque reconozcamos nuestra situación, sino que hay que tomar una lucha concreta contra toda opresión que producen las relaciones sociales, como dice Marx, "no se libera quien oprime a otros", por lo que esta lucha debe ser anticapitalista para terminar con todo tipo de explotación, al mismo tiempo que hay que luchar contra todo tipo de opresión. Pues la emancipación de todos los oprimidos y explotados está dada por la lucha de la clase trabajadora contra el capitalismo en alianza con todos los oprimidos por esta perspectiva para su propia liberación. Las mujeres trabajadores y pobres, ante esto, tenemos que luchar por nuestra emancipación dando una lucha de genero y de clase, pues mientras el género nos une, la clase nos divide.

¡Por los derechos de las mujeres trabajadoras!


¡Por anticonceptivos gratis para no abortar, aborto libre y gratuito para no morir!


¡Por un feminismo clasista y anticapitalista!


¡No más muertes por machismo!
clase contra clase-clase y género
19 de Noviembre de 2008


Las y los invitamos a la

4ª Sesión del Taller de Género y Clase


Debate:

¿Cómo se emancipa el género?

La situación actual de las mujeres

en el capitalismo




Invitada: la académica Sonia Montecino, del CIEG FACSO U.chile


Miércoles 19 de Noviembre
17:00 horas
1º piso Escuela de Filosofía/ Umce o ex Pedagógico



Textos de apoyo a la discusión:

Gobiernos latinoamericanos, autonomía y luchas de las mujeres. Nuevas encrucijadas para el feminismo del siglo XXI. de Andrea d` Atri (adjunto)

Los principales problemas que las mujeres enfrentamos en la actualidad. Esta planteada la necesidad de la lucha del movimiento de mujeres y la izquierda por el derecho al aborto y contra el femicidio. Por María Rojas


claseygenero.blogspot.com
clasecontraclase

Clase y Género
"El género nos une, la clase nos divide"

Ante las demandas de las trabajadoras del sector público en paro


Las trabajadoras del sector público tienen demandas específicas: contra la discriminación y por sus derechos de mujeres




Viva el paro de los trabajadores y trabajadoras del sector público por el reajuste del 14,5% y todas sus demandas !!!




Las mujeres trabajadoras han planteado junto a sus compañeros del sector público demandas propias de sus derechos como mujeres trabajadoras en el petitorio. Esto es muy progresivo porque se plantean desde una perspectiva de la clase trabajadora, propuestas para dar solución a estas problemáticas como el derecho a guarderías infantiles, el derecho a recibir igual salario por el mismo trabajo, pues la brecha salarial afecta a las mujeres principalmente, pues ganamos un 30% menos de sueldo, asimismo el derecho a poder sindicalizarse, que es muy positivo porque plantea que las trabajadoras se integren a los sindicatos y les da una gran posibilidad de dar respuesta a sus problemas como mujeres con la unidad de los trabajadores y desde sus organizaciones sindicales.


En Chile tenemos una mujer presidenta, Bachelet, la que prometió antes de su mandato gobernar para las mujeres, los desposeídos y excluidos, pero que ha demostrado en los sustancial estos años de gobierno que era un gobierno más de la Concertación, que defiende los intereses de los empresarios, más allá de su condición de mujer. Esto se ha visto desde la defensa de las subvenciones con recursos estatales a los colegios privados, que son empresas, hasta la inyección de recursos a las pymes y bancos, mientras que ni la Concertación ni la derecha quieren otorgar el reajuste a los trabajadores y trabajadoras, queriendo sólo descargar la crisis en nuestros hombros. Mientras las AFP especulando en los mercados internacionales han hecho perder sus fondos previsionales a los trabajadores (en un 44% el fondo A).

Y el gobierno de Bachelet no sólo defiende los intereses de los empresarios, sino que además ha permitido el retroceso en derechos reproductivos, porque con el Fallo del Tribunal Constitucional, las mujeres ya no tenemos acceso libre y gratuito a las píldora del día después, lo que empobrece y hace más riesgosa nuestra situación de vida, cuando muchas mujeres recurren a métodos muy riesgosos para evitar embarazos. Y aunque fueron de la derecha los que llevaron adelante este retroceso, el gobierno de la Concertación no ha hecho más que aceptarlo sin más. Y esto sucede porque algo nos diferencia de Bachelet y las mujeres que gobiernan en el Parlamento; y es que ellas no viven las jornadas de trabajo como nosotras con bajos sueldos, no tienen que cargar con el trabajo doméstico después de una jornada laboral y no tienen problemas económicos para criar sus hijos. Y otros miles de problemas que las mujeres trabajadoras cargamos sobre nuestros hombros.

Las mujeres trabajadoras que pelean en el sector público por sus demandas de derechos de maternidad (y paternidad para sus compañeros), como el posnatal extendido a 6 meses con subsidio completo, o de cuidado infantil con guarderías y educación preescolar garantizada, deben seguir siendo llevadas adelante como demandas en la plataforma de las organizaciones de los trabajadores y trabajadoras por medio de sus métodos de lucha, que son el paro y la huelga. Esto es de mucha importancia, porque hoy cuando la crisis afecta más a los trabajadores y trabajadoras, querrán convencernos que nuestro rol en la sociedad es natural y que tendremos que aguantarnos como mujeres los bajos sueldos y el contrato flexible que acarreará la misma crisis, mientras los patrones se aprovechan de la desigualdad social hacia las mujeres para introducirnos al mundo laboral. Por ello es central que de la mano de nuestros compañeros trabajadores demos la lucha por nuestros derechos específicos como mujeres y trabajadoras, además hoy representamos cerca del 40,8% de la fuerza de trabajo en Chile, por lo que en la realidad somos parte relevante, casi la mitad de todos los trabajadores y por eso es necesario que integremos activamente los sindicatos para luchar desde aquí por nuestras demandas.

No será Bachelet ni ninguna otra mujer de los partidos patronales la que defienda nuestros derechos, sino que siguiendo el ejemplo de las trabajadoras del sector público debemos ser nosotras mismas junto a los trabajadores los que luchemos por estas demandas. Pero para hacer esto será necesario no confiar en ninguno de los patrones, ni en mesas de diálogo permanentes, como hoy ocurre con las direcciones oficiales de los trabajadores públicos (PS y PC). Ya la huelga de los trabajadores subcontratados o la propia Comisión Asesora Presidencial para la Calidad de la Educación demostraron que las mesas de diálogo son utilizadas por los políticos patronales, meramente para desviar nuestras luchas a los pasillos estériles de los edificios gubernamentales y el parlamento. Es necesario comenzar a impulsar un congreso de trabajadores públicos con delegados mandatados para que discutamos desde cada lugar de trabajo un pliego nacional. Y desde allí podremos determinar como, con los métodos de paro y lucha, conseguimos acabar con la inestabilidad laboral, la precarización, y las demandas que nos corresponden como mujeres trabajadoras. Es necesario comenzar a poner en pie una política independiente de la clase trabajadora, poniendo en pie un partido de trabajadoras y trabajadores revolucionario.

Por esto decimos que el género femenino nos une con otras mujeres, pero la clase nos divide de todas las que se sirven de nuestra situación, pues ni sus vidas ni sus intereses son como los nuestros y a veces hasta opuestos. Por esto, mientras luchamos contra el machismo y la desigualdad para todas las mujeres, al mismo tiempo creemos que la situación de nosotras las trabajadoras es distinta, porque cargamos con más tareas y desigualdades que el resto de las mujeres en todos los planos de la vida, tanto en el trabajo como en la casa que hacen difícil enfrentarlas.



Viva el paro de los trabajadores y trabajadoras del sector público por el reajuste del 14,5% y el cumplimiento de todas sus demandas


CLASE CONTRA CLASE


Clase y Género 13 de Noviembre de 2008

ya salió


Pan y Rosas Nº 7





VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES









LUCHAR CONTRA LA VIOLENCIA





EN EL MES DE LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES





CÓRDOBA: QUE NO QUEDE IMPUNE EL VIOLADOR DE ELIZABET DÍAZ





ENTREVISTA A YUDERKYS ESPINOSA





EL ROL DE LA IGLESIA EN NUESTRA OPRESION





TERMINÓ "VIDAS ROBADAS"






Pan y Rosas

compañeras de argentina, militantes del PTS e independientes


Los principales problemas que las mujeres enfrentamos en la actualidad



Esta planteada la necesidad de la lucha del movimiento de mujeres y la izquierda por el derecho al aborto y contra el femicidio



María Rojas


02 de noviembre de 2008



Los problemas que las mujeres enfrentamos hoy, encuentran su mayor expresión en la pobreza y el trabajo precario, cada vez son más las mujeres las que integran el mundo laboral, pero también integran cada vez más el grupo humano que vive en la miseria. Lejos de lo que hablan los gobiernos neoliberales y los partidos patronales, de que las mujeres al integrarse al mercado laboral, al otorgarse concesiones e incorporarse al mundo público y político, estarían crecientemente en mejores condiciones que en décadas pasadas, esto no es así. Si bien las mujeres se han integrado al trabajo y son hoy mujeres trabajadoras en gran parte, al mismo tiempo se trata de puestos de trabajo altamente precarizados, con bajos sueldos, mientras además las mujeres no se libran del trabajo doméstico y son muchas las que aun viven dependiendo de sus maridos o familias, y siguen esclavas al trabajo doméstico y el cuidado de los niños, al borde de la miseria.
Por otro lado, que las mujeres hayan llegado a los puestos más altos de la política si bien fue algo nuevo para nuestro género, no es más que la expresión de que los derechos democráticos para las mujeres ya constituyen un triunfo logrado con años de lucha, pero que hoy no dan cuenta de los problemas de fondo que vivimos. Porque si es verdad que nunca antes en Chile hubo una mujer presidenta, Bachelet representa un gobierno neoliberal, es parte de un partido patronal que gobierna para los intereses de los empresarios y sus políticas de paridad, no dan solución a los problemas que vivimos las mujeres trabajadoras y pobres, que vivimos con salarios de hambre que Bachelet mantiene. Así el discurso de que este sería el siglo de las mujeres, o que la democracia daría un vuelco importante, se desvanece con la realidad con estos gobiernos como el de Cristina Kirchner, que mientras intenta hace pasar de suficiente la medida de pseudonacionalizar la AFP, mantiene la situación de mujeres que mueren por abortos clandestinos, cifra que llega a 400 y bajos salarios pese a las altas ganancias de los empresarios. Por otro lado, las mujeres que integran el Parlamento en Chile, son de partidos de derecha en su mayoría, como Evelyn Matthei, o mujeres en la política que como la alcaldesa Rysselbergue, que sólo gobiernan para los ricos, defienden la herencia de la dictadura y el sometimiento de las mujeres al conservadurismo; sin dejar de plantear que el Parlamento está lejos de ser una institución que pueda defender nuestras demandas.
En estas elecciones municipales, pudimos ver que algunos candidatos de la Concertación y la propia ex ministra de salud, Soledad Barría, salieron posicionándose de progresistas frente a la derecha, diciendo que si ellos eran elegidos darían la pastilla del día después. Pero no es más que una posición hipócrita, cuando son ellos los que gobiernan y dejaron pasar la jugada de la derecha y la iglesia luego del tribunal constitucional, cuando son ellos los que dejaron pasar este importante retroceso en los derechos de las mujeres, principalmente para las pobres y trabajadoras que no pueden comprarla en las farmacias. Son ellos mismos, los responsables del escándalo ocurrido en Iquique tras no dar los resultados de los exámenes de VIH a 25 pacientes, lo que significa una negligencia importante del gobierno y da cuenta de la crisis del sistema público de salud cada vez más precarizado. Estos días la hipocresía fue tal, que ni siquiera se mostró en la prensa a Karen Espíndola, la mujer embarazada que exige el aborto terapéutico tras tener un diagnostico de malformaciones en el feto que lleva dentro, que impediría la vida de ese ser humano, y le acarreará sólo sufrimiento a Karen imposibilitada ante la ley de poder decidir.
Es necesario proponerse luchar por el derecho a anticonceptivos gratuitos, libres y de calidad, como de derecho al aborto legal, gratuito, de calidad y libre, pues todo demuestra que nada ha cambiado para las mujeres con los gobiernos de la Concertación ni el de Bachelet y menos cambiaría con la derecha que sólo traería más miseria, represión y precarización laboral.
Este próximo 25 de Noviembre, es el día que se conmemora a las hermanas Mirabal, asesinadas por la dictadura de Trujillo en República Dominicana, hoy el sentido político que tiene es para movilizarse contra la violencia contra las mujeres y el femicidio. Estos últimos años, se viene realizando conteos de las víctimas y una campaña que había sido más activa. Y pese a que Bachelet había tomado junto al Sernam, la cabecera de esta campaña, creando reformas como la tipificación del femicidio, la instauración de casas de acogida, y mayor vigilancia policial y de la justicia para los casos, nada parece ser efectivo. Las mujeres denuncian más, pero aun así no hay nada de estas medidas que impidan concretamente el maltrato y el femicidio, la muerte de estas mujeres por mano de sus parejas. Ya llegamos este año a la cifra de 54 femicidos hasta el cierre de esta edición, y en esta área en que el Sernam había puesto más sus fuerzas, no hay logros. Si analizamos de fondo la realidad de las mujeres que más viven el maltrato y sufren los femicidios, encontramos causas sociales claras, se trata de las mujeres pobres y trabajadoras que no pueden independizarse de sus parejas o maridos, que pese a las ganas de separarse no pueden por razones económicas, también por miedo, pero sobretodo porque no tiene adonde ir. Además la denuncia a un hombre, que tiene a su favor las normas morales, que cree que la mujer le pertenece, que se educó en nada menos que esta sociedad, difícilmente puede pensar de otro modo cuando ha caído en la miseria social y el machismo más recalcitrante, que es la misma ideología de la justicia y las leyes con las que intenta frenar esta situación. Creemos que esta situación es hipócrita. No es posible terminar con le machismo con la legalidad. Tampoco con la conciencia de que el machismo es dañino. Pero aun así creemos que es necesario buscar reformas legales y decir a las mujeres que es necesario luchar contra esto, denunciando, buscando ayuda, terminando con este tipo de relaciones, pero esta situación no la cambiarán las mujeres individualmente en su hogar ni menos los gobiernos patronales de la Concertación y la derecha, sino que se hace necesario que los movimientos de mujeres, estudiantiles, la izquierda, y la organizaciones de los trabajadores y trabajadoras, tomemos esta lucha junto a las mujeres que sufren estas situaciones, que son muchas. Porque mientras hoy el Sernam discute aplicar cadena perpetua, se pretende trabajar en alianza con el Subsecretario del Interior, Felipe Harboe, el mismo que avala la represión a los mapuche, no podemos confiar en estos sectores, que se hacen pasar por defensores de los derechos de las mujeres pobres y trabajadoras, cuando nos reprimen y hacen la vista gorda hipócritamente al problema del salario de las mujeres trabajadoras, de la subcontratación, de la represión y los derechos de los mapuche. Creemos que nada solucionará dando cadena perpetua al asesino de una mujer que tuvo que morir para que se castigara a su asesino, mientras en vida tuvo que vivir el sometimiento económico por no poder tener un salario que le permitiese vivir y alimentar a sus hijos, que no pudo optar si tener hijos o más hijos de los que tenía, que no tuvo educación sexual ni dinero para acceder a métodos anticonceptivos, en una sociedad que sustenta el machismo en los medios de comunicación, con la prostitución, que objeta a las mujeres, que mantiene vigentes el matrimonio cuando se permite la violación dentro de él, que se sirve de la opresión de las mujeres en todo sentido y exalta el machismo y la miseria en que viven hombres y mujeres.
De seguro además, seguirán descargando más abiertamente los costos de la crisis económica en curso en nuestros hombros, como ya lo vienen haciendo con los fondos de nuestras jubilaciones en las AFPs, que ya se pierden con la crisis económica capitalista, frente a lo cual será necesario responder. Las mujeres trabajadoras y pobres, que ya vivimos una situación de precariedad, tenemos que empezar a cuestionarnos nuestro rol en esta sociedad, pues sabemos lo que cuesta sostener los hogares, a los hijos y nuestras propias vidas, y más aun si se nos hace más difícil con la crisis económica que no producimos y que nos quieren cargar encima, porque sólo producimos riqueza a los ricos y empresarios y no tenemos por qué acentuar nuestra situación de precariedad en la que nos mantiene esta sociedad.
Es por esto, que una salida inmediata solo puede venir de la mano de una lucha de las mismas mujeres, sin confiar en la iglesia ni en el estado ni en los partidos patronales, pero que una lucha por castigo a los culpables aunque necesaria, no dará una solución de fondo si no es luchando contra este sistema capitalista hoy en crisis, que se muestra cada vez más decadente y que es el que sustenta nuestra situación de explotación, miseria y discriminación. Asimismo creemos que es necesario comenzar a dar una lucha también por el derecho a anticonceptivos y derecho al aborto libres, gratuitos, legales y de calidad, para enfrentar casos como el de Karen Espíndola, que requiere urgentemente el derecho al aborto que la Concertación y la derecha no pueden dar hasta el final ni pretenden hacerlo, pues sabemos que la derecha nos obliga con su discurso antiabortista a doblegarnos a su moral, mientras no podemos alimentar hijos en la situación precaria en que vivimos, tampoco Bachelet que frente al fallo del Tribunal Constitucional sólo asintió con la cabeza, y se declara contra el aborto, mientras no garantiza un método anticonceptivo mínimo como la pastilla del día después. Es necesaria la autoorganización de las mujeres, para luchar por estos derechos junto a sus aliados de la clase trabajadora, y los estudiantes. Para dar una lucha por estas necesarias demandas, los militantes de clase contra clase, luchamos además por construir un partido de trabajadores y trabajadoras, revolucionario.
Nota del periódico de clase contra clase Nº 119, sección Género.

Boletín 3ª sesión del Taller de Género y Clase: "El rol de las mujeres en procesos revolucionarios"




Presentación de los procesos de lucha de las mujeres y el surgimiento de diferentes corrientes del feminismo en la historia



Revolución Francesa: Surge por primera vez un movimiento feminista interclasista que se constituye políticamente, radicaliza los ideales de la burguesía revolucionaria a la cabeza del proceso, la igualdad, la libertad, la fraternidad. Participan desde las mujeres ilustradas hasta las campesinas, tanto por sus derechos como por la lucha contra el hambre. Se armarán clubes de mujeres, revueltas importantes y una revolución que da paso a un nuevo orden social y productivo: el capitalismo. Las mujeres buscan ser reconocidas como ciudadanas, dado que en la declaración de los derechos del hombre, quedan excluidas, para esto se basarán en la idea del universalismo, al considerar al ser humano agenérico, es decir un ideal de humanidad en que caben hombres y mujeres.

Procesos de lucha, años 1848, 1871: En estos años, se suceden aun procesos de lucha contra el yugo de la aristocracia, en que los ilustrados, los comerciantes y el pueblo se batían en las calles contra el ejército en Europa, por la crisis y la inestabilidad económica. Pero esta vez, la burguesía en un proceso en que ha conquistado para sí ciertos derechos y privilegios, se arrima a la aristocracia, para luchar contra los campesinos y los pobres, como contra los trabajadores y trabajadoras que comenzaban a surgir como clase. Aquí las mujeres del pueblo, las más pobres harán importantes avances, tomando parte activa, la clase trabajadora toma un papel preponderante, logran armas y se enfrenta al ejército de la aristocracia y la burguesía. Se fortalece el feminismo y la participación de las mujeres en tareas militares, organizativas, dirigentes. En 1871 la Comuna de París introduce un cambio importante, siendo el embrión del primer poder obrero y popular del mundo.

Fines siglo XIX y principios del XX: Surge el socialismo utópico, ideas que van a cuestionar el capitalismo como sistema social, dada la cuestión social que genera, miseria, pobreza y explotación. Se acentúan las diferencias de clase y la sociedad se polariza, la mujer accede con su lucha a ciertos derechos democráticos: educación, propiedad privada, libertades económicas, etc. Pero la que logra esto derechos es la mujer perteneciente a las clases acomodadas, de la burguesía que se asienta en el poder, tras haber derrotado en la Comuna de París a los trabajadores y los pobres. Pues el derecho al trabajo asalariado se logra y las mujeres pasan a conformar la clase trabajadora, este derecho al mismo tiempo significó explotación de una clase por otra. El feminismo por estas presiones de la realidad y las divisiones entre intereses contrapuestos de clases, comienza a dividirse. Surge un feminismo liberal que seguirá defendiendo derechos democráticos, surgiendo las sufragistas, que luchan por la participación en la política y la democracia. Las mujeres pobres y trabajadoras comenzarán a luchar junto a sus compañeros de clase, y surgirán los primeros gérmenes de un feminismo socialista, anarquista. El socialismo criticará la situación de miseria y opresión, buscando reformas en la vida de los pobres y trabajadores, el anarquismo también cuestionará el orden de explotación, planteando la libertad radical y la lucha sindical, luego el marxismo, el socialismo científico, planteará una teoría para la acción de la clase trabajadora, y la revolución social para terminar con la explotación y la propiedad privada del capitalismo, enfrentándose a la burguesía. Engels dará una respuesta desde el marxismo y la antropología, al origen de la opresión de la mujer, dando cuenta de que es social y que su opresión se subordina y es servil al orden de la sociedad de clases.

Guerras mundiales y revoluciones sociales: El feminismo que se había constituido como movimiento interclasista, con una tendencia del feminismo obrero de separarse para luchar por los propios intereses de las mujeres trabajadoras y pobres, dará su máxima división durante las guerras mundiales, cuando el feminismo internacional se desintegra para transformarse en feminismo nacionalistas. Las mujeres se dividirán no solo entre clases, sino entre países: imperialistas y pueblos oprimidos. Esta situación hecha por tierra con la unidad y se pasa a la confrontación, las mujeres al mismo tiempo pasan a cumplir roles importantes en la guerra, como trabajadoras cubriendo los puestos de trabajo, desarrollando tareas en las ciudades, etc. Las mujeres socialistas como Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo, luchan contra la guerra y a unidad internacional de las mujeres trabajadoras. El proceso de la revolución rusa, que constituirá el primer estado obrero del mundo, tras una dura lucha de los trabajadores y los campesinos pobres contra el yugo zarista y la burguesía, dará una revolución social que permitirá poner en evidencia el más radical proceso de lucha de clases, las mujeres trabajadora y las campesinas darán todo de sí y conquistarán la socialización de las tareas domésticas, el trabajo productivo y el derecho al aborto entre otras cuestiones. Otros procesos revolucionarios como España, encontrarán a las campesinas y trabajadoras junto a las anarquistas y trotskistas, luchando por el poder obrero y popular en las barricadas. Sacan periódicos feministas y se organizan.

El feminismo radical y la segunda ola del feminismo: durante los años 60, tras la recuperación de la economía y la estabilidad capitalista, tras las guerras mundiales, se abrirá un nuevo proceso de crisis política, social y económica. El feminismo radical surge como una escisión del feminismo liberal en feministas radicales y liberales, pues las liberales seguían luchando por reformas parciales, pero con los fenómenos de lucha de clases y la influencia de a izquierda, las radicales plantean la revolución contra el capitalismo como la única salida para la liberación de las mujeres. Luego volverán a dividirse entre feministas y políticas, por la confrontación que surgía de la lucha propia de las mujeres y la lucha contra el capitalismo junto a los hombres. Esta división se agudizaba por una parte por la presión del ascenso de los 60 y 70 de los trabajadores y los pobres, y por otra, porque los partidos de izquierda no daban respuesta hasta el final a los problemas de las mujeres. Si bien en los 70, surge una segunda ola del feminismo que partía de bases marxistas, hubo importantes diferencias teóricas que llevaron a estrategias diferentes. Comenzaba una nueva ola, con el cuestionamiento del papel de las mujeres en la sociedad y en lo privado: se cuestiona el trabajo doméstico, la autonomía del cuerpo y el rol social de conjunto. Se dieron demandas importantes como el derecho al aborto, a los anticonceptivos, la igualdad salarial, la demanda de guarderías infantiles, que se planteaban como reformas hasta un proceso base para cuestionar de fondo la sociedad capitalista patriarcal. Las feministas marxistas plantearán la revolución socialista, las radicales la revolución de las mujeres. Las radicales tergiversan la teoría de Engels, para dar a entender que las mujeres son una clase social o una casta y que la explotación ha sido establecida por el orden del patriarcado, que definiría la sociedad de clases, con las mujeres explotadas y los hombres explotadores. Esta diferencia importante, las llevará a luchar contra los hombres de forma radical, sin dar cuenta de que las mujeres son un género interclasista y que los hombres como las mujeres de la clase trabajadora son explotados por mujeres y hombres de la clase burguesa que mantiene la propiedad privada y se beneficia de la explotación.

Derrotas de los procesos, cooptación y separatismo: luego de las derrotas de los procesos revolucionarios, de los desvíos en Europa y la implantación de dictaduras en Latinoamérica, que significó la defensa brutal de los intereses de clase de la burguesía, se derrota tanto física como ideológicamente a los movimientos sociales, a los trabajadores y los pobres. El movimiento feminista no queda exento de estas circunstancias, y comienza un proceso de división entre las institucionalizadas que son coptadas, y las autónomas anticapitalistas, que resisten pese a la debilidad de sus fuerzas. Este proceso de coptación da como resultado el surgimiento de instituciones de mujeres, ONG`s, y una serie de transformaciones en que el Imperialismo estadounidense, la ONU y el FMI colaboran para evitar cualquier tipo de confrontación y descontento contra a dictadura, se preparaba la transición democrática pactada preventiva. En términos teóricos tendrá implicancias el alejamiento de las feministas de la lucha frontal contra el Estado y el capitalismo, y plantearán tras la fuerza de la derrota, una transformación individual y creativa en los marcos del capitalismo, renegando del “poder masculinista”, que por vía separatista despolitizará al feminismo. Surgirá el feminismo cultural, que planteará una revaloración de lo femenino y junto al abandono de la lucha por la igualdad, planteará la diferencia como estandarte de resignificación de lo femenino positivamente connotado. Es decir, aceptando como natural lo que no es más que las consecuencias de la opresión social de las mujeres como género, así se abandona la lucha por la igualdad por ser asimilacionista del orden patriarcal. Se vuelve a la idea biologicista esencialista de que somos diferentes al hombre y no existe un orden basado en el ideal de ser humano. En Latinoamérica, en los 80 el feminismo resurge ligado a los derechos humanos y los organismos internacionales, que puso a la cabeza a las mujeres en la lucha contra la dictadura.

Surgirán el 81, los Encuentros de Mujeres, donde las feministas pretenderán unificarse, pero existen diferencias estratégicas importantes que se esconden tras la pretendida hermandad. Se dará especial énfasis al problema de la identidad y las teorías como el feminismo que ya no se presentaba como integrador, se acentuaran las diferencias múltiples entre mujeres negras, pobres, lesbianas, entendiéndose a la clase como una diferencia más, esta tendencia será la del muticulturalismo. Pero esto sólo planteará la falta de una respuesta alternativa a la imposición de la dicotomía falsa de la dictadura y la democracia, pues se aludirá que toda idea de revolución hace alusión a un pasado trágico y divisionista, así se tomará como base incuestionable al capitalismo y todo lo que implica, planteándose la inclusión de las diferencias, pero no es posible la eliminación de la diferencia de clase si no se acaba con el capitalismo.

Ultimas tendencias y la actualidad: con la llegada de la democracia y la derrota surgen nuevas ideologías que plantearán la humanización del capitalismo. Esta misma idea por corrientes posmodernas, reformistas, se escuchará en todas partes. Luego de procesos agudos en que las masas han enfrentado y echado por tierra al neoliberalismo en algunos países de Latinoamérica, han asumido gobiernos posneoliberales como los de Chávez y Morales, que reconocen la nueva correlación de fuerzas luego de estos procesos de cuestionamiento a las consecuencias del neoliberalismo y las ofensivas profundas que trajeron las dictaduras. Es así como estos gobiernos con fraseología antiimperialista y por la democratización del capitalismo hoy gobiernan tras los desvíos de los procesos de lucha de masas como en Bolivia en 2001, la lucha contra el golpe imperialista en Venezuela, la crisis en Argentina, La Comuna de Oaxaca en México, etc. Además de estos gobiernos, se mantiene la idea de que los movimientos sociales y los oprimidos darían respuesta llegando al poder a los problemas evidentes tras le desgaste del neoliberalismo. Un discurso recurrente es que la mujer al llegar al máximo poder cambiaría profundamente o sería puntapié de avances para todas las mujeres y los excluidos, pero vemos que hoy, con Condolezza Rice a la cabeza del imperialismo o con Bachelet y otras mandatarias, nada a cambiado sustancialmente, y su llegada al poder no es más que la continuación de los gobiernos neoliberales que gobiernan para los empresarios. Problemas como el derecho al aborto, el salario, el femicidio, no han sido resueltos por estos gobiernos. Y la realidad es que los problemas de las mujeres han empeorado, mueren 400 mujeres en Argentina por aborto clandestino, en Chile se nos ha negado el libre acceso a la píldora del día después y de conjunto las mujeres trabajadoras estamos condenadas al doble trabajo, en la casa y con bajos salarios y flexibilización laboral. Es más, el mismo feminismo anticapitalista autonomista, se ha subordinado a Chávez en Venezuela haciendo depender al movimiento feminista al Estado, ha confiado en gobiernos neoliberales que ni siquiera han dado la demanda del derecho al aborto ni han cambiado nada, tomando una estrategia gradualista de reformas. Nos preguntamos entonces, ¿será con una democracia radical o escapando de las normas como dicen los posmodernos, con reformas al capitalismo, confiando en mujeres de partidos patronales que nos podremos liberar? ¿De la mano de quien hay que dar esta lucha y con que propuesta estratégica y política se enfrenta la situación de las mujeres en este sistema capitalista? ¿Puede darse esta lucha sin tocar las bases de un sistema que explota y oprime a millones de seres humanos entre los cuales las mujeres somos las más pobres del mundo?

Estos cuestionamientos pretendemos abrir para plantear cuál es la perspectiva que se necesita hoy para luchar por la emancipación de las mujeres y los oprimidos.

Tercera Sesión del Taller de Género y Clase!! no faltes!!


Tercera Sesión del Taller de Género y Clase









Miércoles 5 de Noviembre, 17:00 horas, en la sala Multimedia Escuela de Educación Básica, UMCE ex Pedagógico.









TEMA DE DEBATE:



El rol de las mujeres en procesos revolucionarios





Documental: La Comuna de Oaxaca (2006).-






Textos de Discusión:




Los feminismos a través de la historia de Ana de Miguel (divisiones generales)



Gobiernos latinoamericanos, autonomía y luchas de las mujeres. Nuevas encrucijadas para el feminismo del siglo XXI. de Andrea d` Atri










Clase contra clase


Las armas de la critica







claseygenero.blogspot.com

genero.clase@gmail.com (escribenos para consultas, opiniones)




Clase y Género

"El género nos une, la clase nos divide"


Textos de discusión de la tercera sesión del Taller de Género y Clase: El rol de las mujeres en procesos revolucionarios

Los feminismos a través de la historia.

Capítulo I: Feminismo premoderno
por Ana de Miguel / Creatividad Feminista recibido a través de Modemmujer

Que el feminismo ha existido siempre puede afirmarse en diferentes sentidos. En el sentido más amplio del término, siempre que las mujeres, individual o colectivamente, se han quejado de su injusto y amargo destino bajo el patriarcado y han reivindicado un a situación diferente, una vida mejor. Sin embargo, en este libro abordamos el feminismo de una forma más específica: trataremos los distintos momentos históricos en que las mujeres han llegado a articular, tanto en la teoría como en la práctica, un conjunto coherente de reivindicaciones y se han organizado para conseguirlas (1).En este recorrido histórico por la historia del movimiento feminista dividiremos la exposición en tres grandes bloques: el feminismo premoderno, en que se recogen las primeras manifestaciones de "polémicas feministas"; el feminismo moderno, que arranca con la obra de Poulain de la Barre y los movimientos de mujeres y feministas de la Revolución Francesa, para resurgir con fuerza en los grandes movimientos sociales del siglo XIX, y, por último, el feminismo contemporáneo, en que se analiza el neofeminismo de los años sesenta-setenta y las últimas tendencias.

1. Feminismo premoderno

El proceso de recuperación histórica de la memoria feminista no ha hecho más que comenzar. Cada día que pasa, las investigaciones añaden nombres nuevos a la genealogía del feminismo, y aparecen nuevos datos en torno a la larga lucha por la igualdad sexual. En general puede afirmarse que ha sido en los periodos de ilustración y en los momentos de transición hacia formas sociales más justas y liberadoras cuando ha surgido con más fuerza la polémica feminista.Es posible rastrear signos de esta polémica en los mismos principios de nuestro pasado clásico. La Ilustración sofística produjo el pensamiento de la igualdad entre los sexos, aunque, como lo señala Valcárcel, ha sobrevivido mucho mejor la reacción patriarcal que generó: "las chanzas bifrontes de Aristófanes, la Política de Aristóteles, la recogida de Platón" (2). Con tan ilustres precedentes, la historia occidental fue tejiendo minuciosamente -desde la religión, la ley y la ciencia- el discurso y la práctica que afirmaba la inferioridad de la mujer respecto al varón. Discurso que parecía dividir en dos la especie humana: dos cuerpos, dos razones, dos morales, dos leyes.El Renacimiento trajo consigo un nuevo paradigma humano, el de autonomía, pero no se extendió a las mujeres. El solapamiento de lo humano con los varones permite la apariencia de universalidad del "ideal de hombre renacentista". Sin embargo, el culto renacentista a la gracia, la belleza, el ingenio y la inteligencia sí tuvo alguna consecuencia para las mujeres (3). La importancia de la educación generó numerosos tratados pedagógicos y abrió un debate sobre la naturaleza y deberes de los sexos. Un importante precedente y un hito en la polémica feminista había sido la obra de Christine de Pisan, La ciudad de las damas (1405). Pisan ataca el discurso de la inferioridad de las mujeres y ofrece una alternativa a su situación, pero, como certeramente indica Alicia H. Puleo, no hay que confundir estas obras reivindicativas con un género apologético también cultivado en el Renacimiento y destinado a agradar a las damas mecenas. Este género utiliza un discurso de la excelencia en que elogia la superioridad de las mujeres -"el vicio es masculino, la virtud femenina"- t confecciona catálogos de mujeres excepcionales. Así por ejemplo, el tratado que Agripa de Nettesheim dedica a la regente de los Países Bajos en 1510, De nobilitate et praecellentia foeminei sexus (4). A pesar de las diferencias entre los tratados, habrá que esperar al siglo XVII para la formulación de igualdad.La cultura y la educación eran entonces un bien demasiado escaso y, lógicamente, fueron de otra índole las acciones que involucraron a más mujeres y provocaron mayor represión: la relación de las mujeres con numerosas herejías como las milenaristas. Guillermine de Bohemia, a fines del siglo XIII, afirmaba que la redención de Cristo no había alcanzado a la mujer, y que Eva aún no había sido salvada. Creó una iglesia de mujeres a la que acudían tanto mujeres del pueblo como burguesas y aristócratas. La secta fue denunciada por la inquisición a comienzos del siglo XIV. Aunque las posiciones de las doctrinas heréticas sobre la naturaleza y la posición de la mujer eran muy confusas, les conferían una dignidad y un escape emocional e intelectual que difícilmente podían encontrar en otro espacio público (5). El movimiento de renovación religiosa que fue la Reforma protestante significó la posibilidad de un cambio en el estado de la polémica. Al afirmar la primacía de la conciencia-individuo y el sacerdocio universal de todos los verdaderos creyentes frente a la relación jerárquica con Dios, abría de par en par las puertas al interrogante femenino: ¿por qué nosotras no? Paradójicamente el protestantismo acabó reforzando la autoridad patriarcal, ya que se necesitaba un sustituto para la debilitada autoridad del sacerdote y del rey. Por mucho que la Reforma supusiese una mayor dignificación del papel de la mujer-esposa-compañera, el padre se convertía en el nuevo e inapelable intérprete de las Escrituras, dios-rey del hogar. Sin embargo, y como ya sucediera con las herejías medievales y renacentistas, la propia lógica de estas tesis llevó a la formación de grupos más radicales. Especialmente en Inglaterra, la pujanza del movimiento puritano, ya a mediados del siglo XVII, dio lugar a algunas sectas que, como los cuáqueros, desafiaron claramente la prohibición del apóstol Pablo. Estas sectas incluyeron a las mujeres como predicadoras y admitían que el espíritu pudiese expresarse a través de ellas. Algunas mujeres encontraron una interesante vía para desplegar su individualidad: "El espíritu podía inducir a una mujer al celibato, o a fiar el derecho de su marido a gobernar la conciencia de ella, o bien indicarle dónde debía rendir culto. Los espíritus tenían poca consideración por el respeto debido al patriarcado terrenal; sólo reconocían el poder de Dios" (6). Entonces se las acusó de pactar con el demonio. Las frecuentes acusaciones de brujería contra las mujeres individualistas a lo largo de estos siglos, y su consiguiente quema, fue el justo contrapeso "divino" a quienes desafiaban el poder patriarcal.En la Francia del siglo XVII, los salones comenzaban su andadura como espacio público capaz de generar nuevas normas y valores sociales. En los salones, las mujeres tenían una notable presencia y protagonizaron el movimiento literario y social conocido como preciosismo. Las preciosas, que declaran preferir la aristocracia del espíritu a la de la sangre, revitalizaron la lengua francesa e impusieron nuevos estilos amorosos; establecieron pues sus normativas en un terreno en el que las mujeres rara vez habían decidido. Para Oliva Blanco, la especificidad de la aportación de los salones del XVII al feminismo radica en que "gracias a ellos la 'querelle féministe' deja de ser coto privado de teólogos y moralistas y pasa a ser un tema de opinión pública" (7). Sin embargo, tal y como sucedía con la Ilustración sofística, seguramente hoy se conoce mejor la reacción patriarcal a este fenómeno, reacción bien simbolizada en obras tan espeluznantemente misóginas como Las mujeres sabias de Molière y La culta latiniparla de Quevedo.

Capítulo II: "Feminismo Moderno”

a) Las raíces ilustradas y la Revolución FrancesaDiferentes autoras, como Geneviève Fraisse y Celia Amorós, han coincidido en señalar la obra del filósofo cartesiano Poulain de la Barre y los movimientos de mujeres y feministas que tuvieron lugar durante la Revolución Francesa como dos momentos clave -teórico uno, práctico el otro- en la articulación del feminismo moderno. Así, en el texto de Poulain de la Barre titulado Sobre la igualdad de los sexos y publicado en 1673 -en pleno auge del movimiento de preciosas- sería la primera obra feminista que se centra explícitamente en fundamentar la demanda de igualdad sexual. Fraisse ha señalado que con esta obra estaríamos asistiendo a un verdadero cambio en el estatuto epistemológico de la controversia o "guerra entre los sexos": "la comparación entre el hombre y la mujer abandona el centro del debate, y se hace posible una reflexión sobre la igualdad" (8). Por su parte, Amorós encuadra la obra de Poulain en el contexto más amplio de la Ilustración. Aun reconociendo el carácter pionero y específico de la obra, ésta forma parte de un continuo feminista que se caracteriza por radicalizar o universalizar la lógica de la razón, racionalista primero e ilustrada después. Asimismo, mantiene que el feminismo como cuerpo coherente de vindicaciones y como proyecto político capaz de constituir un sujeto revolucionario colectivo, sólo puede articularse teóricamente a partir de premisas ilustradas: premisas que afirman que todos los hombres nacen libres e iguales y, por tanto, con los mismos derechos. Aun cuando las mujeres queden inicialmente fuera del proyecto igualatorio -tal y como sucedió en la susodicha Francia revolucionaria y en todas las democracias del siglo XIX y buena parte del XX-, la demanda de universalidad que caracteriza a la razón ilustrada puede ser utilizada para irracionalizar sus usos interesados e ilegítimos, en este caso patriarcales. En este sentido, afirma que el feminismo supone la efectiva radicalización de proyecto igualitario ilustrado. La razón ilustrada, razón fundamentalmente crítica, posee la capacidad de volver sobre sí misma y detectar sus propias contradicciones (9). Y así la utilizaron las mujeres de la Revolución Francesa cuando observaron con estupor cómo el nuevo Estado revolucionario no encontraba contradicción alguna en pregonar a los cuatro vientos la igualdad universal y dejar sin derechos civiles y políticos a todas las mujeres.En la Revolución Francesa veremos aparecer no sólo el fuerte protagonismo de las mujeres en los sucesos revolucionarios, sino la aparición de las más contundentes demandas de igualdad sexual. La convocatoria de los Estados Generales por parte de Luis XVI se constituyó en el prólogo de la revolución. Los tres estados -nobleza, clero y pueblo- se reunieron a redactar sus quejas para presentarlas al rey. Las mujeres quedaron excluidas, y comenzaron a redactar sus propios "cahiers de doléance". Con ellos, las mujeres, que se autodenominaron "el tercer Estado del tercer Estado", mostraron su clara conciencia de colectivo oprimido y del carácter "interestamental" de su opresión (10).Tres meses después de la toma de la Bastilla, las mujeres parisinas protagonizaron la crucial marcha hacia Versalles, y trasladaron al rey a París, donde le sería más difícil evadir los grandes problemas del pueblo. Como comenta Paule-Marie Duhet, en su obra Las mujeres y la Revolución, una vez que las mujeres habían sentado el precedente de iniciar un movimiento popular armado, no iban a cejar en su afán de no ser retiradas de la vida política (11). Pronto se formaron clubes de mujeres, en los que plasmaron efectivamente su voluntad de participación. Uno de los más importantes y radicales fue el dirigido por Claire Lecombe y Pauline Léon: la Société Républicaine Révolutionnaire. Impulsadas por su auténtico protagonismo y el reconocimiento público del mismo, otras mujeres como Théroigne de Méricourt no dudaron en defender y ejercer el derecho a formar parte del ejército.Sin embargo, pronto se comprobó que una cosa era que la República agradeciese y condecorase a las mujeres por los servicios prestados y otra que estuviera dispuesta a reconocerles otra función de que la de madres y esposas (de los ciudadanos). En consecuencia, fue desestimada la petición de Condorcet de que la nueva República educase igualmente a las mujeres y los varones, y la misma suerte corrió uno de los mejores alegatos feministas de la época, su escrito de 1790 Sobre la admisión de las mujeres al derecho de ciudadanía.Seguramente uno de los momentos más lúcidos en la paulatina toma de conciencia feminista de las mujeres está en la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, en 1791. Su autora fue Olympe de Gouges, una mujer del pueblo y de tendencias políticas moderadas, que dedicó la declaración a la reina María Antonieta, con quien finalmente compartiría un mismo destino bajo la guillotina. Este es su veredicto sobre el hombre: "Extraño, ciego, hinchado de ciencias y degenerado, en este siglo de luces y de sagacidad, en la ignorancia más crasa, quiere mandar como un déspota sobre un sexo que recibió todas las facultades intelectuales y pretende gozar de la revolución y reclamar sus derechos a la igualdad, para decirlo de una vez por todas" (12). En 1792, la inglesa Mary Wollstonecraft redactará en pocas semanas la célebre Vindicación de los derechos de la mujer. Las mujeres habían comenzado exponiendo sus reivindicaciones en los cuadernos de quejas y terminan afirmando orgullosamente sus derechos. La transformación respecto a los siglos anteriores, como acertadamente ha sintetizado Fraisse, significa el paso del gesto individual al movimiento colectivo: la querella es llevada a la plaza pública y toma la forma de un debate democrático: se convierte por vez primera de forma explícita en una cuestión política (13).Sin embargo, la Revolución Francesa supuso una amarga y seguramente inesperada, derrota para el feminismo. Los clubes de mujeres fueron cerrados por los jacobinos en 1793, y en 1794 se prohibió explícitamente la presencia de mujeres en cualquier tipo de actividad política. Las que se habían significado en su participación política, fuese cual fuese su adscripción ideológica, compartieron el mismo final: la guillotina o el exilio. Las más lúgubres predicciones se habían cumplido ampliamente: las mujeres no podían subir a la tribuna, pero sí al cadalso. ¿Cuál era su falta? La prensa revolucionaria de la época lo explica muy claramente: habían transgredido las leyes de la naturaleza abjurando su destino de madres y esposas, queriendo ser "hombres de Estado". El nuevo código civil napoleónico, cuya extraordinaria influencia ha llegado prácticamente a nuestros días, se encargaría de plasmar legalmente dicha "ley natural".b) Feminismo decimonónicoEn el siglo XIX, el siglo de los grandes movimientos sociales emancipatorios, el feminismo aparece, por primera vez, como un movimiento social de carácter internacional, con una identidad autónoma teórica y organizativa. Además, ocupará un lugar importante en el seno de los otros grandes movimientos sociales, los diferentes socialismos y el anarquismo.Estos movimientos heredaron en buena medida las demandas igualitarias de la Ilustración, pero surgieron para dar respuesta a los acuciantes problemas que estaban generando la revolución industrial y el capitalismo. El desarrollo de las democracias censitarias y el decisivo hecho de la industrialización suscitaron enormes expectativas respecto al progreso de la humanidad, y de llegó a pensar que el fin de la escasez material estaba cercano. Sin embargo, estas esperanzas chocaron frontalmente con la realidad. Por un lado, a las mujeres se les negaban los derechos civiles y políticos más básicos, segando de sus vidas cualquier atisbo de autonomía personal. Por otro, el proletariado -y lógicamente las mujeres proletarias- quedaba totalmente al margen de la riqueza producida por la industria, y su situación de degradación y miseria se convirtió en uno de los hechos más sangrantes del nuevo orden social. Estas contradicciones fueron el caldo de cultivo de las teorías emancipadoras y los movimientos sociales del XIX.c) El movimiento sufragistaComo se señala habitualmente, el capitalismo alteró las relaciones entre los sexos. El nuevo sistema económico incorporó masivamente a las mujeres proletarias al trabajo industrial -mano de obra más barata y sumisa que los varones-, pero, en la burguesía, la clase social ascendente, se dio el fenómeno contrario. Las mujeres quedaron enclaustradas en un hogar que era, cada vez más, símbolo del status y éxito laboral del varón. Las mujeres, mayormente las de burguesía media, experimentaban con creciente indignación su situación de propiedad legal de sus maridos y su marginación de la educación y las profesiones liberales, marginación que, en muchas ocasiones, las conducía inevitablemente, si no contraían matrimonio, a la pobreza.En este contexto, las mujeres comenzaron a organizarse en torno a la reivindicación del derecho al sufragio, lo que explica su denominación como sufragistas. Esto no debe entenderse nunca en el sentido de que ésa fuese su única reivindicación. Muy al contrario, las sufragistas luchaban por la igualdad en todos los terrenos apelando a la auténtica universalización de los valores democráticos y liberales. Sin embargo, y desde un punto de vista estratégico, consideraban que, una vez conseguido el voto y el acceso al parlamento, podrían comenzar a cambiar el resto de las leyes e instituciones. Además, el voto era un medio de unir a mujeres de opiniones políticas muy diferentes. Su movimiento era de carácter interclasista, pues consideraban que todas las mujeres sufrían en cuanto mujeres, e independientemente de su clase social, discriminaciones semejantes.En Estados Unidos, el movimiento sufragista estuvo inicialmente muy relacionado con el movimiento abolicionista. Gran número de mujeres unieron sus fuerzas para combatir en la lucha contra la esclavitud y, como señala Sheyla Rowbotham, no sólo aprendieron a organizarse, sino a observar las similitudes de su situación con la de esclavitud (14). En 1848, en el Estado de Nueva York, se aprobó la Declaración de Seneca Falls, uno de los textos fundacionales del sufragismo (15). Los argumentos que se utilizan para vindicar la igualdad de los sexos son de corte ilustrado: apelan a la ley natural como fuente de derechos para toda la especie humana, y a la razón y al buen sentido de la humanidad como armas contra el prejuicio y la costumbre. También cabe señalar de nuevo la importancia del trasfondo individualista de la religión protestante; como ha señalado Richard Evans: "La creencia protestante en el derecho de todos los hombres y mujeres a trabajar individualmente por su propia salvación proporcionaría un a seguridad indispensable, y a menudo realmente una auténtica inspiración, a muchas, si no a casi todas las luchadoras de las campañas feministas del siglo XIX" (16). Elizabeth Cady Stanton, la autora de La Biblia de las mujeres, y Susan B. Anthony, fueron dos de las más significativas sufragistas estadounidenses.En Europa, el movimiento sufragista inglés fue el más potente y radical. Desde 1866, en que el diputado John Stuart Mill, autor de La sujeción de la mujer, presentó la primera petición a favor del voto femenino en el Parlamento, no dejaron de sucederse iniciativas políticas. Sin embargo, los esfuerzos dirigidos a convencer y persuadir a los políticos de la legitimidad de los derechos políticos de las mujeres provocaban burlas e indiferencia. En consecuencia, el movimiento sufragista dirigió su estrategia a acciones más radicales. Aunque, como bien ha matizado Rowbotham: "las tácticas militantes de la Unión habían nacido de la desesperación, después de años de paciente constitucionalismo" (17). Las sufragistas fueron encarceladas, protagonizaron huelgas de hambre y alguna encontró la muerte defendiendo su máxima: "votos para las mujeres". Tendría que pasar la Primera Guerra Mundial y llegar el año 1928 para que las mujeres inglesas pudiesen votar en igualdad de condiciones.d) El feminismo socialistaEl socialismo como corriente de pensamiento siempre ha tenido en cuenta la situación de las mujeres a la hora de analizar lo sociedad y proyectar el futuro. Esto no significa que el socialismo sea necesariamente feminista, sino que en el siglo XIX comenzaba a resultar difícil abanderar proyectos igualitarios radicales sin tener en cuenta a la mitad de la humanidad.Los socialistas utópicos fueron los primeros en abordar el tema de la mujer. El nervio de su pensamiento, como el de todo socialismo, arranca de la miserable situación económica y social en que vivía la clase trabajadora. En general, proponen la vuelta a pequeñas comunidades en que pueda existir cierta autogestión -los falansterios de Fourier- y se desarrolle la cooperación humana en un régimen de igualdad que afecte también a los sexos. Sin embargo, y a pesar de reconocer la necesidad de independencia económica de las mujeres, a veces no fueron lo suficientemente críticos con la división sexual del trabajo. Aun así, su rechazo a la sujeción de las mujeres tuvo gran impacto social, y la tesis de Fourier de que la situación de las mujeres era el indicador clave del nivel de progreso y civilización de una sociedad fue literalmente asumida por el socialismo posterior (18).Flora Tristán en su obra Unión obrera (1843) dedica un capítulo a exponer la situación de las mujeres. Tristán mantiene que "todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer" (19). En sus proyectos de reforma, la educación de las mujeres resulta crucial para el progreso de las clases trabajadoras, aunque, eso sí, debido a la influencia que como madres, hijas, esposas, etc..., tienen sobre los varones. Para Tristán, las mujeres "lo son todo en la vida del obrero", lo que no deja de suponer una acrítica asunción de la división sexual del trabajo. Desde otro punto de vista, entre los seguidores de Saint-Simon y Owen cundió la idea de que el poder espiritual de los varones se había agotado y la salvación de la sociedad sólo podía proceder de lo "femenino". En algunos grupos, incluso, se inició la búsqueda de un nuevo mesías femenino (20).Tal vez la aportación más específica del socialismo utópico resida en la gran importancia que concedían a la transformación de la institución familiar. Condenaban la doble moral y consideraban el celibato y el matrimonio indisoluble como instituciones represoras y causa de injusticia e infelicidad. De hecho, como señalara en su día John Stuart Mill, a ellos cabe el honor de haber abordado sin prejuicios temas con los que no se atrevían otros reformadores sociales de la época.e) Socialismo marxistaA mediados del siglo XIX comenzó a imponerse en el movimiento obrero el socialismo de inspiración marxista o "científico". El marxismo articuló la llamada "cuestión femenina" en su teoría general de la historia y ofreció una nueva explicación del origen de la opresión de las mujeres y una nueva estrategia para su emancipación. Tal y como desarrolló Friedrich Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, obra publicada en 1884, el origen de la sujeción de las mujeres no estaría en causas biológicas -la capacidad reproductora o la constitución física- sino sociales. En concreto, en la aparición de la propiedad privada y la exclusión de las mujeres de la esfera de la producción social. En consecuencia, de este análisis se sigue que la emancipación de las mujeres irá ligada a su retorno a la producción y a la independencia económica.Este análisis, por el que se apoyaba la incorporación de las mujeres a la producción, no dejó de tener numerosos detractores en el propio ámbito socialista. Se utilizaban diferentes argumentos para oponerse al trabajo asalariado de las mujeres: la necesidad de proteger a las obreras de la sobreexplotación de que eran objeto, el elevado índice de abortos y mortalidad infantil, el aumento del desempleo masculino, el descenso de los salarios... Pero como señaló Auguste Bebel en su célebre obra La mujer y el socialismo, también se debía a que, a pesar de la teoría, no todos los socialistas apoyaban la igualdad de los sexos:No se crea que todos los socialistas sean emancipadores de la mujer; los hay para quienes la mujer emancipada es tan antipática como el socialismo para los capitalistas (21).Por otro lado, el socialismo insistía en las diferencias que separaban a las mujeres de las distintas clases sociales. Así, aunque las socialistas apoyaban tácticamente las demandas sufragistas, también las consideraban enemigas de clase y las acusaban de olvidar la situación de las proletarias, lo que provocaba la desunión de los movimientos. Además, la relativamente poderosa infraestructura con que contaban las feministas burguesas y la fuerza de su mensaje calaba en las obreras llevándolas a su lado. Lógicamente, una de las tareas de las socialistas fue la de romper esa alianza. Alejandra Kollontai, bolchevique y feminista, relata en sus Memorias algunas de sus estrategias desde la clandestinidad. En diciembre de 1908 tuvo lugar en San Petersburgo, y convocado por las feministas "burguesas", el Primer Congreso Femenino de todas las Rusias. Kollontai no pudo asistir, porque pesaba una orden de detención sobre ella, pero pudo preparar la intervención de un grupo de obreras. Estas tomaron la palabra para señalar la especificidad de la problemática de las mujeres trabajadoras, y cuando se propuso la creación de un centro femenino interclasista, abandonaron ostentosamente el congreso (22).Sin embargo, y a pesar de sus lógicos enfrentamientos con las sufragistas, existen numerosos testimonios del dilema que les presentaba a las mujeres socialistas. Aunque suscribían la tesis de que la emancipación de las mujeres era imposible en el capitalismo -explotación laboral, desempleo crónico, doble jornada, etc.- eran conscientes de que para sus camaradas y para la dirección del partido la "cuestión femenina" no era precisamente prioritaria. Más bien se la consideraba una mera cuestión de superestructura, que se solucionaría automáticamente con la socialización de los medios de producción, y, en el peor de los casos, "una desviación peligrosa hacia el feminismo". Esto no impidió que las mujeres socialistas se organizaran dentro de sus propios partidos; se reunían para discutir sus problemas específicos y crearon, a pesar de que la ley les prohibía afiliarse a partidos, organizaciones femeninas. Los cimientos de un movimiento socialista femenino realmente fueron puestos por la alemana Clara Zetkin (1854-1933), quien dirigió la revista femenina Die Gliechhteit (Igualdad) y llegó a organizar una Conferencia Internacional de Mujeres en 1907.El socialismo marxista también prestó atención a la crítica de la familia y la doble moral, y relacionó la explotación económica y sexual de la mujer. En este sentido, es imprescindible remitirse a la obra que Kollontai escribe ya a principios del siglo XX. Kollontai puso en un primer plano teórico la igualdad sexual y mostró su interrelación con el triunfo de la revolución socialista. Pero también fue ella misma, ministra durante sólo seis meses el primer gobierno de Lenin, quien dio la voz de alarma sobre el rumbo preocupante que iba tomando la revolución feminista en la Unión Soviética. La igualdad de los sexos se había establecido por decreto, pero no se tomaban medidas específicas, tal y como ella postulaba, contra lo que hoy llamaríamos la ideología patriarcal.f) Movimiento anarquistaEl anarquismo no articuló con tanta precisión teórica como el socialismo la problemática de la igualdad entre los sexos, e incluso cabe destacar que un anarquista de la talla de Pierre J. Proudhom (1809-1865) mantuvo tranquilamente posturas antiigualitarias extremas. Estas son sus palabras:Por mi parte, puedo decir que, cuanto más pienso en ello, menos me explico el destino de la mujer fuera de la familia y el hogar. Cortesana o ama de llaves (ama de llaves, digo, y no criada); yo no veo término medio (23).Sin embargo, el anarquismo como movimiento social contó con numerosas mujeres que contribuyeron a la lucha por la igualdad. Una de las ideas más recurrentes entre las anarquistas -en consonancia con su individualismo- era la de que las mujeres se liberarían gracias a su "propia fuerza" y esfuerzo individual. Así lo expresó, ya entrado el siglo XX, Emma Goldman (1869-1940), para quien poco vale el acceso al trabajo asalariado si las mujeres no son capaces de vencer todo el peso de la ideología tradicional en su interior. Así, el énfasis puesto en vivir de acuerdo con las propias convicciones propició auténticas revoluciones en la vida cotidiana de mujeres que, orgullosas, se autodesignaban "mujeres libres". Consideraban que la libertad era el principio rector de todo y que las relaciones entre los sexos han de ser absolutamente libres. Su rebelión contra la jerarquización, la autoridad y el Estado, las llevaba, por un lado y frente a las sufragistas, a minimizar la importancia del voto y las reformas institucionales; por otro, veían como un peligro enorme lo que a su juicio proponían los comunistas: la regulación por parte del Estado de la procreación, la educación y el cuidado de los niños.

Capítulo III: "Neofeminismo: los años sesenta y setenta”.

La consecución del voto y todas las reformas que trajo consigo habían dejado relativamente tranquilas a las mujeres; sus demandas habían sido satisfechas, vivían en una sociedad legalmente cuasi-igualitaria y la calma parecía reinar en la mayoría de los hogares. Sin embargo, debía ser una clama un tanto enrarecida, pues se acercaba un nuevo despertar de este movimiento social. La obra de Simone de Beauvoir es la referencia fundamental del cambio que se avecina. Tanto su vida como su obra son paradigmáticas de las razones de un nuevo resurgir del movimiento. Tal y como ha contado la propia Simone, hasta que emprendió la redacción de El segundo sexo apenas había sido consciente de sufrir discriminación alguna por el hecho de ser una mujer. La joven filósofa, al igual que su compañero Jean Paul Sartre, había realizado una brillante carrera académica, e inmediatamente después ingresó por oposición -también como él- a la carrera docente. ¿Dónde estaba, pues, la desigualdad, la opresión? Iniciar la contundente respuesta del feminismo contemporáneo a este interrogante es la impresionante labor llevada a cabo en los dos tomos de El segundo sexo (1949). Al mismo tiempo que pionera, Simone de Beauvoir constituye un brillante ejemplo de cómo la teoría feminista supone una transformación revolucionaria de nuestra comprensión de la realidad. Y es que no hay que infravalorar las dificultades que experimentaron las mujeres para descubrir y expresar los términos de su opresión en la época de la "igualdad legal". Esta dificultad fue retratada con infinita precisión por la estadounidense Betty Friedan: el problema de las mujeres era el "problema que no tiene nombre", y el objeto de la teoría y la práctica feministas fue, justamente, el de nombrarlo. Friedan, en su también voluminosa obra, La mística de la feminidad (1963), analizó la profunda insatisfacción de las mujeres estadounidenses consigo mismas y su vida, y su traducción en problemas personales y diversas patologías autodestructivas: ansiedad, depresión, alcoholismo (24). Sin embargo, el problema es para ella un problema político: "la mística de la feminidad" -reacción patriarcal contra el sufragismo y la incorporación de las mujeres a la esfera pública durante la Segunda Guerra Mundial-, que identifica mujer con madre y esposa, con lo que cercena toda posibilidad de realización personal y culpabiliza a todas aquellas que no son felices viviendo solamente para los demás.b) Feminismo liberalBetty Friedan contribuyó a fundar en 1966 la que ha llegado a ser una de las organizaciones más feministas más poderosas de Estados Unidos, y sin duda la máxima representante del feminismo liberal, la Organización Nacional para las Mujeres (NOW). El feminismo liberal se caracteriza por definir la situación de las mujeres como una de desigualdad -y no de opresión y explotación- y por postular la reforma del sistema hasta lograr la igualdad entre los sexos. Las liberales comenzaron definiendo el problema principal de las mujeres como su exclusión de la esfera pública, y propugnaban reformas relacionadas con la inclusión de las mismas en el mercado laboral. También desde el principio tuvieron una sección destinada a formar u promover a las mujeres para ocupar puestos públicos. Pero bien pronto, la influencia del feminismo radical empujó a las más jóvenes hacia la izquierda. Ante el malestar y el miedo a los sectores más conservadores, Betty Friedan declara que: "En el futuro, la gente que piensa que NOW es demasiado activista tendrá menos peso que la juventud" (25). Así, terminaron abrazando la tesis de lo personal es político -cuando Friedan había llegado a quejarse de que las radicales convertían la lucha política en una "guerra de dormitorio"- y la organización de grupos de autoconciencia, dos estandartes básicos del feminismo radical y que inicialmente rechazaban. Más tarde, con el declive del feminismo radical en Estados Unidos, el reciclado "feminismo liberal" cobró un importante protagonismo hasta haber llegado a convertirse, a juicio de Echols, "en la voz del feminismo como movimiento político" (26).Sin embargo, fue al feminismo radical, caracterizado por su aversión al liberalismo, a quien correspondió el verdadero protagonismo en las décadas de los sesenta y setenta.c) Surgimiento del feminismo radical: "feministas políticas" y "feministas"Los sesenta fueron años de intensa agitación política. Las contradicciones de un sistema que tiene su legitimación en la universalidad de sus principios, pero que en realidad es sexista, racista, clasista e imperialista, motivaron a la formación de la llamada Nueva Izquierda y diversos movimientos sociales radicales como el movimiento antirracista, el estudiantil, el pacifista y, claro está, el feminista. La característica distintiva de todos ellos fue su marcado carácter contracultural: no estaban interesados en la política reformista de los grandes partidos, sino en forjar nuevas formas de vida -que prefigurasen la utopía comunitaria de un futuro que divisaban a la vuelta de la esquina- y, cómo no, al hombre nuevo. Y tal como hemos venido observando hasta ahora a lo largo de la historia, muchas mujeres entraron a formar parte de este movimiento de emancipación.En buena medida, la génesis del Movimiento de Liberación de la Mujer hay que buscarla en su creciente descontento con el papel que jugaban en aquél. Así describe Robin Morgan lo que fue una experiencia generalizada de mujeres: "Comoquiera que creíamos estar metidas en la lucha para construir una nueva sociedad, fue para nosotras un lento despertar y una deprimente constatación descubrir que realizábamos el mismo trabajo en el movimiento que fuera de él: pasando a máquina los discursos de los varones, haciendo café pero no política, siendo auxiliares de los hombres, cuya política, supuestamente, reemplazaría al viejo orden" (27). De nuevo fue a través del activismo político junto a los varones, como en su día las sufragistas en la lucha contra el abolicionismo, como las mujeres tomaron conciencia de la peculiaridad de su opresión. Puesto que el hombre nuevo se hacía esperar, la mujer nueva -de la que tanto hablara Kollontai a principios de siglo- decidió comenzara reunirse por su cuenta. La primera decisión política del feminismo fue la de organizarse en forma autónoma, separarse de los varones, decisión con la que se constituyó el Movimiento de Liberación de la Mujer. Tal y como señala Echols, si bien todas estaban de acuerdo en la necesidad de separarse de los varones, disentían respecto a la naturaleza y el fin de la separación. Así se produjo la primera gran escisión dentro del feminismo radical: la que dividió a las feministas en "políticas" y "feministas". Todas ellas forman inicialmente parte del feminismo radical por su posición antisistema y por su afán de distanciarse del feminismo liberal, pero sus diferencias son una referencia fundamental para entender el feminismo de la época.En un principio, las "políticas" fueron mayoría, pero a partir del 68 muchas fueron haciéndose más feministas para, finalmente, quedar en minoría. Para las "políticas", la opresión de las mujeres deriva del capitalismo o del Sistema (con mayúsculas), por lo que los grupos de liberación debían permanecer conectados y comprometidos con el Movimiento; en realidad, consideraban el feminismo un ala más de la izquierda. Suele considerarse que a ellas, a su experiencia y a sus conexiones se debieron muchos de los éxitos organizativos del feminismo, pero lógicamente también traían su servidumbre ideológica.Las "feministas" se manifestaban contra la subordinación a la izquierda, ya que identificaban a los varones como los beneficiarios de su dominación. No eran, ni mucho menos, antiizquierda, pero sí muy críticas con su recalcitrante sexismo y la tópica interpretación del feminismo en un abanico de posibilidades que iba de su mera consideración como cuestión periférica a la más peligrosa calificación de contrarrevolucionario.Las interminables y acaloradas discusiones entorno a cuál era la contradicción o el enemigo principal caracterizaron el desarrollo del neofeminismo no sólo en Estados Unidos, sino también en Europa y España. La lógica de los debates siempre ha sido similar: mientras las más feministas pugnaban por hacer entender a las políticas que la opresión de las mujeres no es solamente una simple consecuencia del Sistema, sino un sistema específico de dominación en que la mujer es definida en términos del varón, las políticas no podían dejar de ver a los varones como víctimas del sistema y de enfatizar el no enfrentamiento con éstos. Además, volviendo al caso concreto de Estados Unidos, las políticas escondían un miedo que ha pesado siempre sobre las mujeres de la izquierda: el de que los compañeros varones, depositarios del poder simbólico para dar o quitar denominaciones de origen "progresista", interpretasen un movimiento sólo de mujeres como reaccionario o liberal. De hecho, es muy aleccionador reparar en que, a la hora de buscar "denominación", el término "feminista" fue inicialmente repudiado por algunas radicales. El problema estaba en que lo asociaban con la que consideraban la primera ola del feminismo, el movimiento sufragista, al que despreciaban como burgués y reformista. Sulamith Firestone, indiscutible teórica y discutida líder de varios grupos radicales, fue la primera en atreverse a reivindicar el sufragismo afirmando que era un movimiento radical y que "su historia había sido enterrada por razones políticas" (28).Finalmente llegó la separación, y el nombre de feminismo radical pasó a designar únicamente a los grupos y las posiciones teóricas de las "feministas ".d) Feminismo radicalEl feminismo radical norteamericano se desarrolló entre los años 1967 y 1975, y a pesar de la rica heterogeneidad teórica y práctica de los grupos en que se organizó, parte de unos planteamientos comunes. Respecto a los fundamentos teóricos, hay que citar dos obras fundamentales: Política sexual de Kate Millet y La dialéctica de la sexualidad de Sulamit Firestone, publicadas en el año 1970. Armadas de las herramientas teóricas del marxismo, el psicoanálisis y el anticolonialismo, estas obras acuñaron conceptos fundamentales para el análisis feminista como el de patriarcado, género y casta sexual. El patriarcado se define como un sistema de dominación sexual que se concibe, además, como el sistema básico de dominación sobre el que se levanta el resto de las dominaciones, como la de clase y raza. El género expresa la construcción social de la feminidad y la casta sexual alude a la común experiencia de opresión vivida por todas las mujeres (29). Las radicales identificaron como centros de la dominación patriarcal esferas de la vida que hasta entonces se consideraban "privadas". A ellas corresponde el mérito de haber revolucionado la teoría política al analizar las relaciones de poder que estructuran la familia y la sexualidad; lo sintetizaron en un slogan: lo personal es político. Consideraban que los varones, todos los varones y no sólo una élite, reciben beneficios económicos, sexuales y psicológicos del sistema patriarcal, pero en general acentuaban la dimensión psicológica de la opresión. Así lo refleja el manifiesto fundacional de las New York Radical Feminist (1969), Politics of the Ego, donde se afirma:Pensamos que el fin de la dominación masculina es obtener satisfacción psicológica para su ego, y que sólo secundariamente esto se manifiesta en las relaciones económicas (30).Una de las aportaciones más significativas del movimiento feminista radical fue la organización en grupos de autoconciencia. Esta práctica comenzó en el New York Radical Women (1967), y fue Sarachild quien le dio el nombre de "consciousness-raising". Consistía en que cada mujer del grupo explicase las formas en que experimentaba y sentía su opresión. El propósito de estos grupos era "despertar la conciencia latente que... todas las mujeres tenemos sobre nuestra opresión", para propiciar "la reinterpretación política de la propia vida" y poner las bases para su transformación. Con la autoconciencia también se pretendía que las mujeres de los grupos se convirtieran en auténticas expertas en su opresión: estaban construyendo la teoría desde la experiencia personal y no desde le filtro de las ideologías previas. Otra función importante de estos grupos fue la de contribuir a la revalorización de la palabra y las experiencias de un colectivo sistemáticamente inferiorizado y humillado a lo largo de la historia. Así lo ha señalado Válcarcel comentando algunas de las obras clásicas del feminismo: el movimiento feminista debe tanto a estas obras escritas como a una singular organización: los grupos de encuentro, en que sólo mujeres desgranaban, turbada y parsimoniosamente, semana a semana, la serie de sus. humillaciones, que intentan comprender como parte de una estructura teorizable" (31). Sin embargo, los diferentes grupos de radicales variaban en su apreciación de esta estrategia. Según la durísima apreciación de Mehrhof, miembro de las Redstockings (1969): "la autoconciencia tiene la habilidad de organizar gran número de mujeres, pero de organizarlas para nada" (32). Hubo acalorados debates internos, y finalmente autoconciencia-activismo se configuraron como opciones opuestas.El activismo de los grupos radicales fue, en más de un sentido, espectacular. Espectaculares por multitudinarias fueron las manifestaciones y marchas de mujeres, pero aún más eran los lúcidos actos de protesta y sabotaje que ponían en evidencia el carácter de objeto y mercancía de la mujer en el patriarcado. Con actos como la quema pública de sujetadores y corsés, el sabotaje de comisiones de expertos sobe el aborto formada por ¡catorce varones y una mujer (monja)!, o la simbólica negativa de la carismática Ti-Grace Atkinson a dejarse fotografiar en público al lado de un varón, las radicales consiguieron que la voz del feminismo entrase en todos y cada uno de los hogares estadounidenses. Otras actividades no tan espectaculares, pero de consecuencias enormemente beneficiosas para las mujeres, fueron la creación de centros alternativos de ayuda y autoayuda. Las feministas no sólo crearon espacios propios para estudiar y organizarse, sino que desarrollaron una salud y una ginecología no patriarcales, animando a las mujeres a conocer su propio cuerpo. También se fundaron guarderías, centros para mujeres maltratadas, centros de defensa personal y un largo etcétera.Tal y como se desprende de los grupos de autoconciencia, otra característica común de los grupos radicales fue el exigente impulso igualitarista y antijerárquico: ninguna mujer está por encima de otra. En realidad, las líderes estaban mal vistas, y una de las constantes organizativas era poner reglas que evitasen el predominio de las más dotadas o preparadas. Así es frecuente escuchar a las líderes del movimiento, que sin duda existían, o a quienes actuaban como portavoces, "pedir perdón a nuestras hermanas por hablar por ellas". Esta forma de entender la igualdad trajo muchos problemas a los grupos: uno de los más importantes fue el problema de admisión de nuevas militantes. Las nuevas tenían que aceptar la línea ideológica y estratégica del grupo, pero una vez dentro ya podían, y de hecho así lo hacían frecuentemente, comenzar a cuestionar el manifiesto fundacional. El resultado era un estado de permanente debate interno, enriquecedor para las nuevas, pero tremendamente cansino para las veteranas. El igualitarismo se traducía en que mujeres sin la más mínima experiencia política y recién llegadas al feminismo se encontraban en la situación de poder criticar duramente por "elitista" a una líder con la experiencia militante y la potencia teórica de Sulamith Firestone. Incluso se llegó a recelar de las teóricas sospechando que instrumentaban el movimiento para hacerse famosas. El caso es que la mayor parte de las líderes fueron expulsadas de los grupos que habían fundado. Jo Freeman supo reflejar esta experiencia personal en su obra La tiranía de la falta de estructuras (33).Echols ha señalado esta negación de la diversidad de las mujeres como una de las causas del declive del feminismo radical. La tesis de la hermandad o sororidad de todas las mujeres unidas por una experiencia común también se vio amenazada por la polémica aparición dentro de los grupos de la cuestión de clase y del lesbianismo. Pero, en última instancia, fueron las agónicas disensiones internas, más el lógico desgaste de un movimiento de estas características, lo que trajo a mediados de los setenta el fin del activismo del feminismo radical.e) Feminismo y socialismo: la nueva alianzaTal y como hemos observado, el feminismo iba decantándose como la lucha contra el patriarcado, un sistema de dominación sexual, y el socialismo como la lucha contra sistema capitalista o de clases. Sin embargo, numerosas obras de la década de los setenta declaran ser intentos de conciliar teóricamente feminismo y socialismo y defienden la complementariedad de sus análisis. Así lo hicieron, entre otras muchas, Sheyla Rowbotham, Roberta Hamilton, Zillah Eisenstein y Juliet Michell. Las feministas socialistas han llegado a reconocer que las categorías analíticas del marxismo son "ciegas al sexo" y que la "cuestión femenina" nunca fue la "cuestión feminista" (34), pero también consideraban que el feminismo es ciego para la historia y para las experiencias de las mujeres trabajadoras, emigrantes o "no blancas" (N del transc.: en el original decía "de color"). De ahí que sigan buscando una alianza más progresiva entre los análisis de clase, género y raza. Pero en esta renovada alianza, el género y el patriarcado son las categorías que vertebran sus análisis de la totalidad social.

Capítulo IV: "Feminismo de la diferencia y últimas tendencias”.

g) Feminismos de la diferenciaSegún el exhaustivo e influyente análisis de Echols, el feminismo radical estadounidense habría evolucionado hacia un nuevo tipo de feminismo para el que utiliza el nombre de feminismo cultural. La evolución radica en el paso de una concepción constructivista del género, a una concepción esencialista. Pero la diferencia fundamental está en que mientras el feminismo radical -y también el feminismo socialista y el liberal- lucha por la superación de los géneros, el feminismo cultural parece afianzarse en la diferencia. En Europa, especialmente en Francia e Italia, también han surgido al hilo de diferentes escisiones o disensiones dentro del movimiento feminista de los setenta, feminismos que se autoproclaman defensores de la diferencia sexual. De ahí su designación como feminismos de la diferencia frente a los igualitarios.· Feminismo culturalEl feminismo cultural estadounidense engloba, según la tipología de Echols, a las distintas corrientes que igualan la liberación de las mujeres con el desarrollo y la preservación de una contracultura femenina: vivir en un mundo de mujeres para mujeres (36). Esta contracultura exalta el "principio femenino" y sus valores y denigra lo "masculino". Raquel Osborne ha sintetizado algunas de las características que se atribuyen a un principio y otro. Los hombres representan la cultura, las mujeres la naturaleza. Ser naturaleza y poseer la capacidad de ser madres comporta la posesión de las cualidades positivas, que inclinan en exclusiva a las mujeres a la salvación del planeta, ya que son moralmente superiores a los varones. La sexualidad masculina es agresiva y potencialmente letal, la femenina difusa, tierna y orientada a las relaciones interpersonales. Por {ultimo, se deriva la opresión de la mujer de la supresión de la esencia femenina. De todo ello se concluye que la política de acentuar las diferencias entre los sexos, se condena la heterosexualidad por su connivencia con el mundo masculino y se acude al lesbianismo como única alternativa de no contaminación (37). Esta visón netamente dicotómica de las naturalezas humanas ha cuajado en otros movimientos como el ecofeminismo de Mary Daly y el surgimiento de un polémico frente antipornografía y antiprostitución.· Feminismo francés de la diferenciaEl feminismo francés de la diferencia parte de la constatación de la mujer como lo absolutamente otro. Instalado en dicha otredad, pero tomando prestada la herramienta del psicoanálisis, utiliza la exploración del inconsciente como medio privilegiado de reconstrucción de una identidad propia, exclusivamente femenina. Entre sus representantes destacan Annie Leclerc, Hélène Cixous y, sobre todo, Luce Irigaray. Su estilo, realmente críptico si no se posee determinada formación filosófica, o incluso determinadas claves culturales específicamente francesas, no debe hacernos pensar en un movimiento sin incidencia alguna en la práctica. El grupo "Psychanalyse et Politique" surgió en los setenta y es un referente ineludible del feminismo francés. Desde el mismo se criticaba duramente al feminismo igualitario por considerar que es reformista, asimila las mujeres a los varones y, en última instancia, no logra salir del paradigma de dominación masculina. Sus partidarias protagonizaron duros enfrentamientos con el "feminismo", algunos tan llamativos como asistir a manifestaciones con pancartas de "Fuera el feminismo", e incluso acudieron a los Tribunales reivindicando su carácter de legítimas representantes del movimiento de liberación de la mujer. Tal y como relata Rosa María Magdá:Las batallas personales, la defensa radical o no de la homosexualidad y las diversas posturas con los partidos políticos han sido también puntos de litigio para un movimiento excesivamente cerrado sobre sí mismo, que plaga sus textos de referencias ocultas y que, lejos de la acogedora solidaridad, parece muchas veces convertirse en un campo minado (38).· Feminismo italiano de la diferenciaSus primeras manifestaciones surgen en 1965, ligadas al grupo DEMAU. Otro hito importante será la publicación en 1970 del manifiesto de Rivolta femminile y el escrito de Carla Lonzi, Escupamos sobre Hegel (39). Las italianas, muy influidas por la tesis de las francesas sobre la necesidad de crear una identidad propia y la experiencia de los grupos de autoconciencia de las estadounidenses, siempre mostraron su disidencia respecto a las posiciones mayoritarias del feminismo italiano. Asó lo hicieron en el debate en torno a la ley del aborto, en que defendían la despenalización frente a la legalización, finalmente aprobada en 1977, y posteriormente en la propuesta de ley sobre la violencia sexual. Esta propuesta, iniciada por el MLD, la UDI y otros grupos del movimiento de liberación, reivindicaba, entre otras cosas, que la violación pudiese ser perseguida de oficio, aun contra la voluntad de la víctima, para evitar las frecuentes situaciones en que las presiones sobre ésta terminaban con el retiro de la demanda. En este caso, como en el del aborto, se considera "lo más inaceptable" que las mujeres "ofreciesen ese sufrimiento concreto a la intervención y la tutela del Estado, diciendo actuar en nombre de todas las mujeres" (40). Mantienen que la ley del hombre nunca es neutral, y la idea de resolver a través de leyes y reformas generales la situación de las mujeres es descabellada. Critican al feminismo reivindicativo por victimista y por no respetar la diversidad de la experiencia de las mujeres. Además plantean que de nada sirve que las leyes den valor a las mujeres si éstas de hecho no lo tienen. A cambio, parecen proponer trasladarse al plano simbólico y que sea en ese plano donde se produzca la efectiva liberación de la mujer, del "deseo femenino". Ligada a esta liberación, muy volcada en la autoestima femenina, están diversas prácticas entre mujeres, como el affidamento, concepto de difícil traducción, en que el reconocimiento de la autoridad femenina juega un papel determinante. Lo que sí se afirma con claridad es que para la mujer no hay libertad ni pensamiento sin el pensamiento de la diferencia sexual. Es la determinación ontológica fundamental.h) Ultimas tendenciasTras las manifestaciones de fuerza y vitalidad del feminismo y otros movimientos sociales y políticos en los años setenta, la década de los ochenta parece que pasará a la historia como una década especialmente conservadora. De hecho, el triunfo de carismáticos líderes ultraconservadores en países como Inglaterra y Estados Unidos, cierto agotamiento de las ideologías que surgieron en el siglo XIX, más el sorprendente derrumbamiento de los Estados socialistas, dieron paso a los eternos profetas del fin los conflictos sociales y de la historia. En este contexto, nuestra pregunta es la siguiente: ¿puede entonces hablarse de un declive del feminismo contemporáneo?, y la respuesta es un rotundo no. Sólo un análisis insuficiente de los diferentes frentes y niveles sociales en que se desarrolla la lucha feminista puede cuestionar su vigencia y vitalidad. Yasmine Ergas ha sintetizado bien la realidad de los ochenta:Si bien la era de los gestos grandilocuentes y las manifestaciones masivas que tanto habían llamado la atención de los medios de comunicación parecían tocar su fin, a menudo dejaban detrás de sí nuevas formas de organización política femenina, una mayor visibilidad de las mujeres y de sus problemas en la esfera pública y animados debates entre las propias feministas, así como entre éstas e interlocutores externos. En otras palabras, la muerte, al menos aparente, del feminismo como movimiento social organizado no implicaba ni la desaparición de las feministas como agentes políticos, ni la del feminismo como un conjunto de prácticas discursivas contestadas, pero siempre en desarrollo" (41).Efectivamente, el feminismo no ha desaparecido, pero sí ha conocido profundas transformaciones. En estas transformaciones han influido tanto los enormes éxitos cosechados -si consideramos lo que fue el pasado y lo que es el presente de las mujeres- como la profunda conciencia de lo que queda por hacer, si comparamos la situación de varones y mujeres en la actualidad. Los éxitos cosechados han provocado una aparente, tal vez real, merma en la capacidad de movilización de las mujeres en torno a las reivindicaciones feministas, por más que, paradójicamente, éstas tengan más apoyo que nunca en la población femenina. Por ejemplo, el consenso entre las mujeres sobre las demandas de igual salario, medidas frente a la violencia o una política de guarderías públicas es, prácticamente total. Pero resulta difícil, por no decir imposible, congregar bajo estas reivindicaciones manifestaciones similares a las que producían alrededor de la defensa del aborto en los años setenta (De hecho, sólo la posible puesta en cuestión del derecho al propio cuerpo en los Estados Unidos de Bush ha sido capaz de concitar de nuevo marchas de cientos de miles de personas). Sin embargo, como decíamos, esto no implica un repliegue en la constante lucha por conseguir las reivindicaciones feministas. Aparte de la imprescindible labor de los grupos feministas de base, que siguen su continuada tarea de concienciación, reflexión y activismo, ha tomado progresivamente fuerza lo que ya se denomina feminismo institucional. Este feminismo reviste diferentes formas en los distintos países occidentales: desde los pactos interclasistas de mujeres a la nórdica (42) -donde se ha podido llegar a hablar de feminismo de Estado- a la formación de lobbies o grupos de presión, hasta la creación de ministerios o instituciones interministeriales de la mujer, como es el caso en nuestro país, donde en 1983 se creó como organismo autónomo el Instituto de la Mujer. A pesar de estas diferencias, los feminismos institucionales tienen algo en común: el decidido abandono de la apuesta por situarse fuera del sistema y por no aceptar sino cambios radicales. Un resultado notable de estas políticas ha sido el hecho, realmente impensable hace sólo dos décadas, de que mujeres declaradamente feministas lleguen a ocupar importantes puestos en los partidos políticos y en el Estado. Ahora bien, no puede pensarse que este abandono de la "demonización" del poder no reciba duras críticas desde otros sectores del feminismo, y no haya supuesto incluso un cambio lento y difícil para todo un colectivo que, aparte de su vocación radical, ha sido "socializado en el no poder". En este contexto institucional también cabe destacar la proliferación en las universidades de centros de investigaciones feministas. En la década de los ochenta, la teoría feminista no sólo ha desplegado una vitalidad impresionante, sino que ha conseguido dar a su interpretación de la realidad un status académico.En definitiva, los grupos de base, el feminismo institucional y la pujanza de la teoría feminista, más la paulatina incorporación de las mujeres a puestos de poder no estrictamente políticos -administración, judicaturas, cátedras...- y a tareas emblemáticamente varoniles -ejército y policía-, han ido creando un poso feminista que simbólicamente cerraremos con la Declaración de Atenas de 1992. En esta Declaración, las mujeres han mostrado su claro deseo de firmar un nuevo contrato social y establecer de una vez por todas una democracia paritaria. Ahora bien, esta firme voluntad de avance, y el recuento de todo lo conseguido, no significa que la igualdad sexual esté a la vuelta de la esquina. Tal y como ha reflejado Susan Faludi en su obra Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna, el patriarcado, como todo sistema de dominación firmemente asentado, cuenta con numerosos recursos para perpetuarse. El mensaje reactivo de "la igualdad está ya conseguida" y "el feminismo es un anacronismo que empobrece la vida de la mujer" parece haber calado en las nuevas generaciones. Como consecuencia, las mujeres jóvenes, incapaces de traducir de forma política la opresión, parecen volver a reproducir en patologías personales antes desconocidas -anorexia, bulimia- el problema que se empeña "en no tener nombre".Terminaremos esta exposición con una referencia al problema del sujeto de la lucha feminista. En algunos textos se ha acuñado ya el término de "feminismo de tercera ola" para referirse al feminismo de los ochenta, que se centra en el tema de la diversidad de las mujeres (43). Este feminismo se caracteriza por criticar el uso monolítico de la categoría mujer y se centra en las implicaciones prácticas y teóricas de la diversidad de situaciones de las mujeres. Esta diversidad afecta a las variables que interactúan con la de género, como son el país, la raza, la etnicidad y la preferencia sexual y, en concreto, ha sido especialmente notable la aportación realizada por mujeres negras. Sin embargo, aún reconociendo la simultaneidad de opresiones y que estos desarrollos enriquecen enormemente al feminismo, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿"Dónde debemos detenernos en buena lógica? ¿Cómo podemos justificar generalizaciones sobre las mujeres afroamericanas, sobre las mujeres del Tercer Mundo, o las mujeres lesbianas?" (44). Efectivamente, llevando esta lógica a su extremo, tendríamos que concluir que es imposible generalizar la experiencia de cada mujer concreta. Tal vez sea pertinente concluir con unas palabras de Celia Amorós a propósito de otro debate. Señala esta que autora que tan importante como la desmitificación y disolución analítica de totalidades ontológicas es no perder, al menos como idea reguladora, la coherencia totalizadora que ha de tener todo proyecto emancipatorio con capacidad de movilización. Y, en la práctica, postula:La capacidad de cada sujeto individual de constituirse en núcleo de síntesis de sus diversas "posiciones de sujeto", orientándolas al cambio del sistema (45).

Los feminismos a través de la historia NOTA DE CREATIVIDAD FEMINISTA :ESTA ARTICULO FUE TOMADO DE : 10 PALABRAS CLAVES DE FEMINISMO, CELIA AMOROS (COMPILADORA)
--------
NOTAS
1 Como ponen de relieve las recientes historias de las mujeres, éstas han tenido casi siempre un importante protagonismo en las revueltas y movimientos sociales. Sin embargo, si la participación de las mujeres no es consciente de la discriminación sexual, no puede considerarse feminista.
2 A, Valcárcel, "¿Es el feminismo una teoría política?, Desde el feminismo, n 1, 1986.
3 Cf. J. Kelly, "¿Tuvieron las mujeres Renacimiento?", en J. S. Amelang y M. Nash (eds.) Historia y género: Las mujeres en la Europa moderna y contemporánea, Alfons el Maganànim, Valencia 1990, pp. 93-126; y A. H. Puleo, "El paradigma renacentista de autonomía", en C. Amorós (coord.), Actas del Seminario Permanente Feminismo e Ilustración. Instituto de Investigaciones Feministas, Universidad Complutense de Madrid, Madrid 1992, pp. 39-46.
4. Cf. A. H. Puleo, a. c., 43-44.
5. S. Robotham, Feminismo y revolución, Debate, Madrid 1978, pp. 15-26.
6. S. Robotham, La mujer ignorada por la historia, Debate, Madrid 1980, p. 19.
7. O. Blanco, "La 'querelle feministe' en el siglo XVII", en C. Amorós (coord.), Actas del Seminario Permanente Feminismo e Ilustración, p. 77.
8. G. Fraisse, Musa de la razón, Cátedra, Madrid 1991, p. 194.
9. De Celia Amorós sobre Poulain de la Barre: "El feminismo como exis emancipatoria" y "Cartesianismo y feminismo. Olvidos de la razón, razones de los olvidos", en Actas del Seminario..., pp. 85-104. Sus tesis sobre la relación entre feminismo e Ilustraciónestán sintetizadas en "El feminismo: senda no transitada de la Ilustración", Isegoría, n. 1 1990.
10. Algunos de estos cuadernos están traducidos en la antología La Ilustración olvidada, realizada por A. H. Puleo, Anthropos, Barcelona 1993. También de esta misma autora, "Una cristalización político-social de los ideales ilustrados: los 'Cahiers de doléance" de 1789", en C. Amorós (coord.), Actas del Seminario..., pp. 147-153.
11. P. M. Duhet, Las mujeres y la Revolución (1789-1794), Península, Barcelona 1974, p. 44.
12. O. De Gouges, "Los derechos de la mujer", en A. H. Puleo (ed.), La Ilustración olvidada, p. 155.
13. G. Fraisse, o. c., p. 191.
14. S. Robotham, La mujer ignorada por la historia, p. 68.
15. El texto de la Declaración está recogido en la Antología del feminismo de Amalia Martín-Gamero, Alianza Editorial, Madrid 1975.
16. R. J. Evans, Las feministas, Siglo XXI, Madrid 1980, p. 15.
17. S. Robotham, o. c., p. 115.
18. C. Fourier, Teoría de los cuatro movimientos, Barral, Barcelona 1974, p. 167.
19. F. Tristán, Unión obrera, Fontamara, Barcelona 1977, p. 125.
20. Cf. N. Campillo. "Las sansimonianas: un grupo feminista paradigmático", en C. Amorós (coord.), Actas del Seminario..., pp. 313-324.
21. A. Bebel, La mujer y el socialismo, Júcar, Madrid 1980, p. 117.
22. Cf. A. Kollontai, Memorias, Debate, Madrid 1979.
23. P. J. Proudhon, Sistema de las contradicciones económicas o filosofía de la miseria, vol. 2, Júcar, Madrid 1974, p. 175.
24. Cf. A. J. Perona, "El feminismo americano de post-guerra": B. Friedan", en C. Amorós (coord.), Actas del seminario Historia de la teoría feminista, Instituto de Investigaciones Feministas, Universidad Complutense de Madrid, Madrid 1994.
25. A. Echols, Daring to Be Bad. Radical Feminism in America (1967-1975), University of Minnesota Press, Minneapolis 1989, p. 4.
26. A. Echols, o. c., p. 11.
27. O. c., p. 23 (la traducción es nuestra).
28. O. c., p. 54.
29. Cf. Es esta misma obra "Género y Patriarcado".
30. A. Echols,o. c., p. 140.
31. A. Valcárcel, Sexo y filosofía, Anthropos, Barcelona 1991, p. 45.
32. A. Echols, o. c., p. 140.
33. J. Freeman, La tiranía de la falta de estructuras, Forum de Política Feminista, Madrid.
34. Cf. H. Hartmann, "Un matrimonio mal avenido: hacia una unión más progresiva entre marxismo y feminismo", Zona Abierta, 198o, pp. 85-113.
35. G. M. Scanlon, "El movimiento feminista en España", en J. Astelarra (coord.), Participación política de las mujeres, Siglo XXI, Madrid 1990, pp. 95-96.
36. Sin embargo, es preciso señalar que algunas de las feministas consideradas culturales, como es el caso de Kathleen Barry, no se sienten en absoluto identificadas con la etiqueta de feminismo cultural y se consideran feministas radicales.
37. R. Osborne, La construcción sexual de la realidad, Cátedra, Madrid 1993, p. 41.
38. Cf. R. M. Rodríguez, "El feminismo francés de la diferencia", en C. Amorós (cood.), Actas del seminario Historia de la teoría feminista, Instituto de Investigaciones Feministas, Universidad Complutense de Madrid, 1994.
39. La historia de este feminismo está contada detalladamente en el libro No creas tener derechos, del colectivo Librería de Mujeres de Milán, horas y Horas, Madrid 1991.
40. O. c., p. 81.
41. Y. Ergas, "El sujeto mujer: el feminismo de los años sesenta-ochenta", en Duby y Perrot (dirs.), Historia de las mujeres, Taurus, Madrid 1993, vol. 5, p. 560.
42. Cf. En este mismo libro "Pactos entre mujeres".
43. Esta designación proviene del feminismo estadounidense y no habla de diversidad sino de diferencias entre las mujeres. Hemos optado por usar la palabra diversidad para evitar equívocos con el feminismo de la diferencia, que en Estados Unidos se denomina feminismo cultural.
44. P. Madoo y J. Niebrugge-Brantley, "Teoría feminista contemporánea", en G. Ritzer, Teoría sociológica contemporánea, MacGraw Hill, Madrid 1992, p. 392.
45. C. Amorós, Crítica de la razón patriarcal, Anthropos, Barcelona 1985, p. 322.






Gobiernos latinoamericanos, autonomía y luchas de las mujeres. Nuevas encrucijadas para el feminismo del siglo XXI. de Andrea d` Atri

Para este segundo texto, hacer click en el siguiente link y bajar el pdf:http://www.pyr.org.ar/spip.php?article12

______