Cuando decimos basta al machismo, ¿a qué decimos basta?


Hace unos tres años que en Chile se ha comenzado a contabilizar los casos de femicidio, las muertes de las mujeres asesinadas por sus parejas. Los primeros esfuerzos en superar o al menos dar cuenta de esta situación de violencia extrema hacia las mujeres, denunciándola, han sido las organizaciones feministas. El gobierno de Bachelet ha dado énfasis a la campaña contra el femicidio, pero los resultados más que la denuncia y la conciencia de la ocurrencia de este hecho, no han ido más allá. Se han creado centros de atención, casas de acogida, números de emergencia, sistemas de denuncia. Sin embargo, las mujeres siguen muriendo.

Cabe preguntarse entonces, cuando decimos basta al machismo y al femicidio, ¿a qué decimos basta?

Cuando escuchamos que hay que acabar con el machismo, se habla de buscar vías legales para la protección de las mujeres, como también se habla de vías de efecto para que haya autoconcsciencia. ¿Pero es realmente la ley o la conciencia las que pueden terminar con el machismo y el femicidio?. Creemos que no, que no se puede acabar con el machismo y el femicidio sólo generando leyes de protección, que por lo demás es la misma legalidad que trata como delincuentes a las mujeres que son condenadas porque se realizan un aborto. Creemos que la consciencia del hecho, puede hacer que sea tema de debate, pero no puede impedir que sigan ocurriendo asesinatos de mujeres. Cuando le decimos basta al machismo, no sólo basta con que digamos que basta de silencio, tenemos que tocar la raíz social de este problema de maltrato extremo a la mujer. Y al parecer entonces no basta con decir basta.

El problema de fondo se encuentra en la estructura social, en el sistema económico capitalista y en las relaciones sociales que permite que una mujer pobre o trabajadora al tener que ser madre y esposa este prácticamente obligada a cumplir con tareas como cuidados y trabajo doméstico. Pero esta situación anterior se da sobretodo cuando las mujeres son pobres porque no tienen acceso a educarse o trabajar y dependen del sueldo de otros para vivir o tienen como trabajadoras, que cumplir con jornadas extensas de trabajo remunerado y llegar a cumplir con el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos. Pero aunque el problema del maltrato es vivido por la mayoría de las mujeres, en una sociedad acostumbrada al maltrato del más débil, al que se somete o el que no tiene como defenderse, se vive peor por las mujeres que tienen menos herramientas para enfrentarlo. Y es que en la sociedad las mujeres estamos sometidas, en el rol en la familia y en la sociedad, aun cuando hoy las mujeres estudiamos, trabajamos y tenemos derechos civiles y políticos.

Y aunque no podemos negar los avances sociales y políticos para las mujeres durante los últimos dos siglos, no podemos pensar que es posible acabar con el machismo al interior del sistema capitalista que permite al mismo tiempo que la explotación de los trabajadores por los capitalistas, la pobreza y la miseria de las mujeres con dobles jornadas de trabajo, menor remuneración, soportando ser tratadas como propiedad privada del hombre, lo que se desprende de esta situación social. No será decretando el fin del machismo que este se acabe, sino que hay que tocar el fondo del problema, y el fondo es que las mujeres trabajadoras y pobres, las que logran trabajar, viven una situación constante de maltrato, siendo no sólo explotadas en el trabajo, sino que también estando expuestas al abuso machista de la sociedad, siendo su caso extremo, la violación y el femicidio. La cifra de 42 mujeres asesinadas por femicidio, demuestra que ha aumentado el número respecto al año anterior. El año pasado hubo una gran marcha organizada por la Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual, pero una vez más todo quedó en manos de la confianza en Bachelet, gobierno de la misma que ahora se niega a otorgar la pastilla del día después en los consultorios libre y grstuitamente. Así se refiere la ficha del Sernam por el último caso de femicidio ocurrido: "Mujer de 26 años, nueva víctima de femicidio. Su esposo, un peruano de nacionalidad chilena, estaba distanciado por reiterada violencia intrafamiliar. No pudo tolerar que ella rehiciera su vida. Le disparó en la cabeza provocándole la muerte inmediata".

Este caso como otros, podría evitarse, pero no se acaba con la totalidad del femicidio, el maltrato y el machismo dentro de los límites posibles que los gobiernos de la concertación y la derecha pueden otorgar, pues sus posibilidades de acción se enmarcan en los límites de la legalidad y el capitalismo y sus posibilidades se limitan a tibios cambios en el sistema judicial que no da abasto ni es efectivo, ni defiende nuestros derechos. Para dar solución a estos problemas, somos las mujeres junto a los trabajadores lo que tenemos que debatir y buscar medidas lo más efectivas posibles, como el castigo a los femicidas, peleando por mejores condiciones para las mujeres como el derecho a anticonceptivos y aborto libres, gratuitos y de calidad, para no estar condenadas a ser madres cuando no podemos o no queremos, luchando por mejores condiciones laborales, discutiendo en las organizaciones de los trabajadores, en alianza con organizaciones estudiantiles y feministas como enfrentar por nuestras fuerzas y movilización estos problemas, sin confiar en Bachelet ni en la derecha ni los progresistas, que defienden el chile precario de los empresarios. Desde clase contra clase, seguiremos luchando contra el femicidio, así como contra toda la opresión y explotación, pero lo haremos luchando por construir un partido de trabajadores y trabajadoras revolucionario que se proponga dar fin a estos problemas, confiando sólo en las fuerzas de la clase trabajadora.

Clase contra Clase, 4 de agosto de 2008

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