HISTORIAS DE LUCHA DE LAS MUJERES TRABAJADORAS...¿QUÉ FEMINISMO REIVINDICAMOS?...


Reproducimos esta nota realizada por una compañera hace 2 años...



Las primeras organizaciones obreras feministas

parte del Boletín nº3
Género y clase, Clase contra clase





Los inicios del siglo XX marcan la época de la organización de la clase obrera chilena. Es una época heroica, llena de luchas, experiencias y organización. Donde se forma la conciencia de clase de la clase obrera, donde nacen sus primeros partidos y organizaciones sindicales y políticas, como las Mancomunales, la Federación Obrera de Chile, en 1909 o la fundación del Partido Obrero Socialista en 1912. Es también una época de brutalidad en la explotación patronal, y de la complicidad del Estado con sus instituciones, como las Fuerzas Armadas o la justicia patronal a su servicio, graficado trágicamente en las grandes matanzas obreras que se provocan por estos años, como la matanza de Santa María de Iquique, episodio funesto para la clase obrera que es reflejada en la Cantata Santa María de Iquique:



“Murieron/ tres mil seiscientos,/ uno tras otro.

/Tres mil seiscientos mataron, /uno tras otro.

La Escuela Santa María/ vio sangre obrera,/ la sangre que conocía/ sólo miseria.

Serían/ tres mil seiscientos/ ensordecidos./

Y fueron tres mil seiscientos/ enmudecidos

La Escuela Santa María/ fue el exterminio,/ de vida que se moría/ sólo alarido.

Tres mil seiscientas miradas/ que se apagaron./

Tres mil seiscientos obreros/ asesinados.”



Con la matanza de Santa María, se cierra un capítulo de ascenso de la clase obrera chilena, que durante un tiempo va a encontrarse en retirada, recuperando sus fuerzas de la derrota. La experiencia no va a se en vano. Un par de años después, nuevamente retomaría su organización y su lucha, lo que se expresaría claramente, por ejemplo, en el nacimiento de la Federación Obrera de Chile en el año 1909, y que en el año 1920 daría un giro fundamental bajo la dirección de Luis Emilio Recabarren, quién a su vez fundaría en 1912 el Partido Obrero Socialista, buscando que la clase obrera contara con su propio instrumento político, y que a pesar de las limitaciones de su programa, que era más bien clasista y de defensa de los derechos obreros, fue una importante herramienta para los trabajadores.Esta primera etapa del movimiento obrero chileno, que dura hasta aproximadamente 1907, encuentra una clase obrera que enfrenta la ferocidad patronal, con la superexplotación laboral y la enorme represión, lo que lleva a que se consolide una conciencia de clases clasista y combativa. Los trabajadores se arman de organizaciones de lucha y combate, solidarias y activas. Desde mediados de 1800 hasta fines de siglo, se organizan Sociedades de Socorros Mutuos, que agrupaban básicamente a artesanos, obreros y empleados, hasta llegar a convertirse en federaciones provinciales y nacionales, aunque más tarde derivaron hacia planteamientos de reformar el capitalismo, ligándose al partido Democrático chileno, luego, surgirán las Mutuales y las Sociedades de Resistencia, con una orientación más visiblemente anticapitalista.


Clase y género: surgimiento de las primeras organizaciones obreras femeninas


Tal como en muchos otros lugares, el capitalismo en nuestro país utilizó el trabajo femenino e infantil para su provecho. La superexplotación, precariedad y bajos salarios, junto a la falta de derechos laborales y la baja calificación del trabajo, fueron una constante. Ya a mediados de 1800 había una importante cantidad de fuerza de trabajo femenina en actividades como lavandería, costureras, sirvientas, etc., y hacia fines del siglo XIX, comienzan a ubicarse en el naciente sector fabril. Las ramas más importantes en que se fue concentrando el trabajo femenino fueron la industria textil y la confección.La primera institución de trabajadoras que surge en Chile, está asociada al mutualismo: la Sociedad de Obreras de Valparaíso, fundada el 13 de noviembre de 1887 por las costureras del taller “Casa Gunter”. La sociedad abría sus puertas a las obreras de la industria y el servicio y se encuentra presidida por la joven obrera Micaela Cáceres de Gamboa. Tomaba como modelo las sociedades de obreros existentes hasta el momento. La iglesia reaccionó con pavor ante la noticia, más aún al enterarse de que la sociedad prohibía tratar cuestiones religiosas en su interior, por lo que organizó, a su vez, “una Sociedad Católica de Obreras para que compitiera con la entidad femenina laica.” Cuando al año siguiente se funda la Liga de Sociedades Obreras de Valparaíso, esta organización femenina de obreras va a ser una de las quince que la impulsen y compongan, siendo una de sus integrantes miembro de la directiva.


El ejemplo de las obreras costureras de Valparaíso comenzó rápidamente a extenderse: en diciembre de 1887 las obreras de la confección en la ciudad de Santiago constituyen también una Sociedad de socorros mutuos, en 1888, se funda la Sociedad de Socorros Mutuos “Emancipación de la Mujer”, Juana Roldán Escobar, una de sus principales dirigentes, fue una luchadora incansable por los derechos de los trabajadores y de la mujer, participando en la formación de un sinnúmero de sociedades y confederaciones, estimulando la participación de las obreras, la educación y la defensa de sus derechos.


De aquí en más, en diferentes puntos del país se van estableciendo organizaciones de obreras, como en 1889 en Concepción, la Sociedad Ilustración de la Mujer. De aquí en adelante, veremos el recorrido de las sociedades mutualistas, hacia las organizaciones más claramente sindicales, como los gremios y sindicatos. Una característica que marca el inicio de estas organizaciones, es que están ligadas a los problemas más generales de la clase obrera e intentan, tendencialmente, unir los temas de la mujer y el género, enfocados desde una perspectiva social más general: la lucha contra “el fanatismo religioso”, la “opresión masculina” y, especialmente, darle una conciencia clara sobre su responsabilidad social . De todas maneras, el aspecto central es la lucha por los derechos de las trabajadoras, “sus reivindicaciones: disminución de la jornada de trabajo, contra la explotación. Sin embargo, desde temprano, se manifiesta o subyace la protesta por la condición de subordinación sexual”


Después de las primeras sociedades de socorros mutuos, comienzan a desplegarse las Mancomunales. Estas manifiestan que “la mujer tiene derecho a solicitar su incorporación” . Las mancomunales tienden a incorporar la denuncia más económica, la opresión y explotación del capital, y a abogar por la unidad de los trabajadores. Eran la expresión de la combatividad de la clase obrera chilena. En 1903 nace en Valparaíso la Federación Cosmopolita de Obreras en Resistencia, que integra a costureras y obreras del calzado, que aboga por “la unión, el ahorro, el mejor y justo salario” y por la “emancipación y engrandecimiento de nuestro sexo” . Más tarde, la Federación va a pasar a integrar la Confederación de Trabajadores de Chile. Su presidenta, Clotilde Ibaceta.


A comienzos del siglo XX, nacen en Santiago los gremios de mujeres. En 1906 ve la luz la Asociación de Costureras “Protección, Ahorro y Defensa”, integrada por cien socias. Su presidenta, Esther Valdés de Díaz, es una destacada obrera “corpiñera”. Según sus propias palabras “concluyó que con su trabajo el patrón ganaba el triple de lo que ella recibía como salario y su espíritu se sublevó”. La Asociación luchaba por reglamentar las horas de trabajo, salario justo, descanso dominical, formar una biblioteca, instrucción de las obreras, entre otros puntos. La Asociación denuncia los brutales ritmos de trabajo, en el que las obreras debían trabajar turnos de hasta doce y catorce horas, y el abuso patronal, por el que un retraso en las horas de entrada o en la confección de alguna prenda, significaba el descuento de hasta una décima parte de su salario. Es por ello que se propone que la Asociación permita “defenderse del enemigo común: el Capital” y conocer “otro mundo, el de la instrucción”. Sólo en dos años, 1907 y 1908, surgen por lo menos unos veintidós sindicatos de obreras.


Más adelante, surgirán periódicos obreros feministas, que luchan también contra la explotación patronal y por los derechos de la mujer trabajadora.


Son estas primeras experiencias, las que van a ligar los problemas de la explotación de clase y los problemas de la opresión de género, en el que muchas y destacadas obreras y mujeres en general, van a comenzar a luchar por transformar sus condiciones de existencia. Experiencias que van a continuar en diferentes momentos de la historia de nuestro país, y que necesitamos retomar en la actualidad. Porque la explotación patronal y la opresión de género van de la mano, es necesario organizarse y luchar contra ella.


¡Basta de explotación patronal!

¡Basta de opresión y abuso contra la mujer!

El género nos une, la clase nos divide



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