María Cáceres.
22 de noviembre de 2007.
Nuevos casos de femicidio se han registrado estas últimas semanas, nuevamente leemos que una mujer, en este caso “Clara Llancapi Trecañanco, recibió varias puñaladas a la altura del cuello por su pareja de 34 años, identificado como César Puñoy Toledo”. Se trata de del caso número 54 de este año. El femicidio se ha hecho más visible este último tiempo tanto por su aumento, por la denuncia de las mujeres, pero sobre todo por la importancia que ha generado para el gobierno y los medios, que lo denuncian y tienen que hablar del tema. La diputada PPD Muñoz junto a María Antonieta Saa propusieron un "plan de emergencia para ir en defensa de mujeres víctimas de femicidio". El SERNAM ha respondido de similar manera, haciendo una campaña. La misma presidenta Bachelet anunció el envío de un proyecto de Ley al Congreso, para “aumentar las sanciones en contra de los hombres que agredan a sus parejas”.
Si el gobierno le ha dado importancia, es porque las organizaciones feministas lo han denunciado, poniendo énfasis en que cada caso de una mujer muerta es un atropello a los derechos humanos, explicando que es por causa del machismo. Pero si el gobierno de la Concertación se ha puesto a la cabeza, es para que no sean más que ellos los que se antepongan para dar solución y no los grupos de mujeres, para no deslegitimarse por no hacer nada, ni que se cuestione las raíces del problema, buscando dar cuenta de una realidad que ya es imposible de tapar. Pero en ningún caso buscan darle solución hasta el final. No pueden hacerlo.
¿Pero por qué el gobierno no puede acabar con los femicidios hasta el final?
No pueden dar respuesta hasta el final, porque son ellos mismos los que administran un modelo de sociedad donde su base es la explotación y la opresión y acabar con el femicidio hasta el final significa cuestionar el gobierno de los empresarios. Administran un gobierno de empresarios, entonces a la vez que buscan avanzar a explotar más a los trabajadores y posan de izquierda, sus intereses están directamente relacionados con el lugar que ocupa los oprimidos en la sociedad en los sustancial, para seguir aumentando sus ganancias y mantener su lugar. Pero es más complejo aún, porque por mucho que les choque que mueran mujeres, “la miseria de lo posible”, que es modificar la ley y muchas veces ni siquiera eso, no soluciona hasta el final este problema. Si se tipifica el femicidio como figura dentro de la ley, puede ser un primer avance, pero reconocer que existe femicidio no acabará con él, las penas a los asesinos deben ser otorgadas, pero no se terminará con el femicidio y menos con la opresión a la mujer que se ejerce día a día.
Por lo mismo, es que los grupos que creen que basta con “crear conciencia” sobre el tema, denunciar la violencia contra las mujeres, o presionar al gobierno para que haga algo, no pueden tampoco acabar con el femicidio. Los grupos autonomistas, aunque estén organizadas y usen fraseología opuesta al gobierno, al igual que los grupos de mujeres asociados con el gobierno, por distinta vía, sólo buscan que sea el gobierno el que termine dando solución a los problemas de las mujeres y el resto de los oprimidos. El autonomismo, aunque denuncie, tiene una estrategia que busca crear movimientos de mujeres, pero sin hacer alianza con ninguna clase, ni siquiera con otros oprimidos. Desconocen a la clase trabajadora. Rechazan las banderas partidarias y se agrupan sin colores políticos. No hacer alianza con ninguna clase, significa en los hechos hacer alianza con su mismo origen de clase, o adaptarse a quienes gobiernan, que son los partidos de la Concertación y la derecha. Rechazar los partidos va por el mismo camino, que es no diferenciar partidos de la clase trabajadora y los de los empresarios. Es por esto, que si bien reconocemos que es un avance que se denuncie, que se tomen medidas, y que se forme la “Red chilena contra la violencia doméstica y sexual”, creemos que no es suficiente.
Desde Clase contra Clase, decimos que el femicidio es la violencia contra la mujer llevada al extremo, no es un “crimen pasional”, sino el asesinato de una mujer, por manos de su pareja principalmente, pero sobre todo por el hecho de ser mujer. Pero no es sólo un problema de poder como decíamos antes, sino de las bases de la sociedad. Creemos que no basta con denunciar el femicidio, sino que además prepararnos para luchar contra él y las miserias del capitalismo, entendiendo que sólo con la preparación de la movilización de las mujeres, tras las fuerzas de la clase trabajadora, podamos tomar en nuestras propias manos esta lucha. Para ello es necesario explicarse hasta el final el problema del femicidio y la violencia contra las mujeres, que no tiene otra raíz que la opresión patriarcal milenaria que hoy se expresa de diversas formas en la sociedad capitalista, pero que básicamente mantiene las mismas raíces. Estas raíces se siguen expresando hoy en la sociedad capitalista de explotación clases en desigualdad y violencia para las mujeres, en explotación a los trabajadores, etc. Para empezar a terminar con el femicidio y los problemas de los oprimidos, hay que dar una lucha desde hoy por una reforma que ayude a cambiar en algo esta situación. Sin embargo para luchar hasta el final, hace falta plantearse terminar con la explotación y la opresión, terminar con la sociedad capitalista.
Esta lucha la daremos desde Clase contra Clase, llamando a los sindicatos y organizaciones de trabajadores, a discutir y plantearse medidas frente al problema, daremos respuesta llamando a hacer conciencia, pero a prepararnos para tener una política de autoorganización de las mujeres, tras la clase trabajadora, para luchar por soluciones considerables, como una ley que ponga al servicio de todas las mujeres, los medios necesarios para protegerse, independizarse, que sea de forma gratuita y de calidad. Soluciones que sólo lograremos con la movilización y no confiando en la Concertación y la derecha. Esta lucha la daremos sobretodo, levantando un partido de trabajadores revolucionario que se plantee liderar estas luchas, para acabar con la explotación y la opresión de todo tipo.